Recuperar la historia de la Hacienda de Cieneguilla
Por Daniela Itzel Domínguez Tavares
HACE UN año comenzamos este espacio de corte histórico con un tema jesuítico en la época colonial y cómo es que sus evidencias documentales sobrevivieron al pasar los siglos. Después de unos meses y siendo el primer aniversario de esta columna me parece placentero regresar a un tema poco tratado en nuestro estado. Si bien existen algunos investigadores y obras que hablan de las haciendas y latifundios en Aguascalientes, éstos se han centrado sobre todo en el siglo XIX y XX y se han dedicado a explicar los inmuebles más importantes y las familias a las que han pertenecido éstos, pero no todas las historias de las haciendas pertenecen a los Rincón Gallardo ni todas las haciendas han tenido el reconocimiento que se merecen.
ACTUALMENTE LA Hacienda de Cieneguilla se encuentra a poco menos de 40 kilómetros al suroeste de la ciudad capital. Es posible que por su localización, o poca difusión de su historia, sea poco reconocida por la sociedad aguascalentense. Es por eso que en esta ocasión podrá leer acerca de su interesante historia durante la época en que la hacienda perteneció a una organización religiosa en la época colonial.
EN EL SIGLO XVI la Compañía de Jesús llegó a la ciudad de Zacatecas como parte de su avance por el virreinato y su tarea evangelizadora. Se asentaron en esa ciudad y comenzaron sus labores religiosas y educativas, pero en realidad desde 1574 hasta 1616 la Compañía no pudo adquirir propiedades en medio urbano o rural. Hasta el siglo XVII fueron dotados de propiedades para la subsistencia de su colegio que había comenzado labores.
DON VICENTE Saldívar y esposa decidieron ser los benefactores de la comunidad jesuita enZacatecas y lo hicieron mediante la dotación de espacios en el centro de la ciudad, así como de bienes inmuebles situados dentro de la jurisdicción de Zacatecas pero alejados de los centros escolares, dicho en otras palabras, dotaron a la Compañía de haciendas para que éstas sirvieran como parte de su sustento. Doña Ana, quien fue quien murió primero que don Vicente, dejó estipulado en su testamento que:
“PARA LA subsistencia del citado colegio (se debe hacer) donación de las haciendas y estancias de ganado mayor (de la) llamada Cieneguilla, en jurisdicción del Valle de Teocaltiche, que hubo y compró Juan de Zepeda con todas las tierras, montes, ganados y demás anexos de herradero y servicio de indios, libre de todo gravámenes (sic)”. (1)
LOS JESUITAS tenían una organización rigurosa en sus colegios y seminarios pero otro de sus grandes logros fue la administración de las haciendas que poseían. Estos espacios eran atendidos por los religiosos de la Compañía pero realizaban actividades específicas según los votos que tuvieran; las haciendas jesuíticas contaban con la participación y trabajo de hombres que no eran necesariamente adherentes a la Compañía. El rango más importante en la Nueva España lo ocupaba el provincial que era elegido desde Roma y tenía a su cargo los colegios y las haciendas de toda la jurisdicción.
EN SEGUIDA del provincial siguen los jesuitas rectores de colegios o seminarios y después los padres encargados de las haciendas. Estos últimos jugaban un papel fundamental e intermedio: primero, respondía al rector de su colegio o seminario y después al provincial; segundo, frente a la administración de la hacienda era la figura más importante y la que delegaba a otros sobre las actividades de producción. Sebastián de Vergara y Joaquín Cía eran los jesuitas encargados de la administración de esta hacienda en la época de mayor pujanza en el siglo XVIII.
PERO, ¿POR qué fue importante Cieneguilla? Este inmueble era una partícula dentro del sistema de abastecimiento de los ignacianos en toda la región pues además de proveer económicamente al Colegio de la Purísima Concepción y el Seminario de San Luis Gonzaga en Zacatecas, también lo hacía con el poblado del Real de los Asientos de Ibarra, localidad donde se encontraba un pequeño ingenio perteneciente a la Hacienda de Ciénega Grande. (2)
HERMES TOVAR Pinzón y Frédérique Langue, como expertos en temas que atañen a las haciendas y sus producciones durante la colonia hablan conciben como importantísima la existencia de Cieneguilla a nivel del Virreinato de la Nueva España y su diversa producción. Langue, sitúa a la propiedad de Cieneguilla en el cuarto lugar dentro de la lista de todas las haciendas jesuitas coloniales mientras que Pinzón le da un quinto lugar en la misma escala.
LA POBREZA, la obediencia y la castidad constituían sólidas ventajas en el mantenimiento eficiente de las fincas rústicas, aunque es obvio que la grandeza de las haciendas jesuitas no radicaba en la administración de los padres sino en los hombres que trabajaban dentro de los límites de sus haciendas. En la década en que fueron expulsados los jesuitas (1757-1767) la hacienda contaba con un total de 34 arrendatarios y su actividad principal se enfocaba en el ganado mayor y en algunos momentos a la labranza de plata. Según las fuentes de archivo, dentro del espacio de la hacienda se podían encontrar desde los religiosos jesuitas hasta arrieros, un sombrerero, un barbero, albañiles, sastres, carpinteros y herreros. Mujeres, niños y hombres vivían dentro de Cieneguilla y estaban inmiscuidos en un modelo de producción rural basado en una organización religiosa que, como ya se vio, era eficiente.
ME ATREVERÉ a decir que la “época de oro” de esta hacienda fue mientras estuvo en custodia de la Compañía de Jesús aunque la noche del 25 de junio de 1767 cambió el destino de los jesuitas y sus propiedades en la Nueva España. Tras su expulsión los padres que se encontraban en Cieneguilla, Sebastián de Vergara y Joaquín Cía, corrieron la misma suerte de los demás religiosos que tenían a su cargo haciendas. Se quedaron obligados por la Junta de Temporalidades para presentar un informe financiero sobre la situación de cada una de las propiedades de la Compañía en sus respectivas regiones, fueran estas urbanas o rurales, de corte escolar, religioso o de producción.
LA HACIENDA no tuvo ningún traslado de dueños hasta 1786 y 1799 cuando se vendió al Conde de Regla y luego éste, años más tarde, la vendió a Diego Rul. Desde estos años hasta la actualidad la historia de Cieneguilla siguió siendo de vital importancia. A la fecha es un espacio arquitectónico poco conocido, a pesar de la belleza de su capilla y la infraestructura que conserva. Este fue apenas un acercamiento en un momento especifico en la vida de la hacienda, falta encontrar las piezas para que su historia quede completa y la podamos rescatar del olvido.
Notas
1. En Emilia Recéndez Guerrero, La Compañía de Jesús en Zacatecas: Documentos para su estudio, Zacatecas, UAZ, 2015, p. 320.
2. En la documentación aparece el espacio del Real de los Asientos de Ibarra como una casa de beneficio de plata.