La Espera

Por Carlos Alberto Sánchez Villegas*

Acuarela del Café de L’Opera Barcelona (tomado de www.cafeoperabcn.com)

Acuarela del Café de L’Opera Barcelona (tomado de www.cafeoperabcn.com)

“Una buena taza de su negro licor, bien preparado, contiene tantos problemas y tantos poemas como una botella de tinta”
Rubén Darío

LAS HORAS pasan un tras otra, mientras él toma su taza de café sentado en aquella pequeña mesa, afuera de esa sencilla cafetería juegan los niños y sus gritos inundan todo el entorno de la calle. Diario a la misma hora él pide un expreso en aquel mostrador y se sienta a esperar, en esa espera el tiempo se ha convertido días, semanas, años. En su mente el pensamiento se traduce en el recuerdo de una promesa, una que aún no se ha cumplido.

ELLA LO fue todo en alguna parte de su pasado. Eran el uno para el otro hasta que ella tuvo que irse de la ciudad con su familia. Los planes, los ideales se vinieron totalmente abajo. Él lloró, suplicó, hasta que le arranco una promesa, un último café, aquella cita fugaz sería el día anterior de su partida, a las cuatro de la tarde para ser más precisos. Ella nunca llegó, nunca se presentó, y la cita quedó postergada indefinidamente, sin el saber si algún día se cumpliría.

LA VIDA no se detiene, a esta realidad no le interesa el sufrimiento de los hombres, es irrelevante para su funcionamiento, eso es algo que muchos hombres no llegan a entender. Él realizó su vida, terminó sus estudios, terminó viviendo solo sin casarse, sin hacer una familia, nunca podría hacer eso, y aunque era realista y sabía que ella nunca volvería, siguió aguardando cada día ya la misma la última cita que le fue prometida. En aquel barrio nadie lo conocía a profundidad, no tenía amigos ni conocidos, siempre fue el mismo tipo solitario que tomaba el camino a la cafetería siempre a la misma hora.

EN EL TRANSCURRIR de aquellos años y de tanto leer el periódico un día se encontró con aquella nota de sociales que anunciaba la gran boda de la mujer que un día conformó todo su universo, el dolor no llegó como pensaba, ni el sufrimiento apremió. Pudo darse cuenta que lo que él añoraba no era en sí aquel ser ajeno, sino la sencillez de la conversión y el compartir del café, eso es lo que cruzaba por su corazón y no el dolor de un amor perdido.

ÉL SE SEGUÍA presentando en el mismo establecimiento cada día, pero a partir de ese momento era más la costumbre de hacer que la misma espera. Los días continuaban con su paso, los expresos llegaban siempre puntuales. Había un pequeño cambio, ahora llevaba consigo siempre una libreta donde apuntaba todo aquello que le venía a la mente. Sus días se iban entre apuntes y ver el jugueteo de los niños a través de las ventanas de aquel local.

ELLA LLEGÓ un día de otoño, se acercó al mostrador dejando tras de sí un reflejo de su cabello en tono rojo, pidió un americano sin azúcar y se sentó junto a la mesa que ocupaba él. Sin darse cuenta ese día su libreta y sus letras registraron cada una de las características de esa mujer. No lo percibió, pero algo más lo motivo para ir cada día al café, transcurrieron tres días y la mujer no aparecía, tal vez, sólo iba de paso aquel día y nunca más se pararía por aquel rumbo, esto es lo que él pensaba cuando precisamente ella se presentó en la puerta del local en el cuarto día.

FUE LA misma rutina, el mismo café americano sin azúcar y la misma mesa, sólo había cambiado una cosa, que ella ahora lo miraba con curiosidad a él y a su libreta, hay cosas para lo que no estás preparado, y definitivamente la mirada de ella era una de esas cosas. Ese día fue lo mismo sus notas se llenaron de líneas y líneas sobre ella. Ya no esperaba como antes ya no añoraba el pasado, poco a poco su vida se fue llenando de ideas para el presente, para el futuro siempre tan lejano.

AL DÍA siguiente la rutina parecía ser la idéntica a los días pasados, el día estaba a punto de terminar, los últimos rayos del Sol anunciaban el momento de ir a casa. El momento fue algo fugaz, ella se levantó de su silla y se dirigió sin contemplaciones ni tiempo de respirar hasta donde él se situaba. La pregunta inicial resonó en su cabeza para toda la eternidad, ¿Qué escribes? Y de esta manera pudo transportar las líneas de su libreta a una realidad, de esta forma comienza otra historia llena de nuevos capítulos para su vida.

* Historiador, fotógrafo, escritor y amante de las letras, dame una palabra y te dedico un verso.