Los Niños y la Tele
Por Mario de Ávila Amador
En recuerdo de Jorge Galván
SEGÚN LA página “definición.de”, “Un niño es un SER HUMANO que aún no ha alcanzado la pubertad. Por lo tanto, es una PERSONA que está en la niñez y que tiene pocos años de vida”.
PARA LA televisión comercial, sin embargo, pareciera que el niño es solamente un “target”, un segmento al cual dirigir sus intenciones de venta, anteponiendo los intereses económicos a los contenidos. Consideran a los niños seres (no humanos) sin intelecto, que pueden pasar horas ante la pantalla de televisión, viendo cualquier cosa y que son susceptibles de ser bombardeados con una serie de productos de toda índole, esperando que a su vez comuniquen a sus padres su “necesidad” de consumir dichos productos. Lamentablemente quienes son los responsables de la formación de los niños, en muchas ocasiones son cómplices de las grandes cadenas televisivas, pues usan al medio como una alternativa para “entretener” por un momento, a los pequeños, la famosa “Niñera Sustituta”.
SI TOMAMOS en cuenta la sencilla definición con que inicia este escrito, podemos deducir que un niño es un “ser humano”, con todo lo que ello implica. Una de las características distintivas de los seres humanos es la inteligencia. Entonces, ¿por qué en México, la televisión comercial hace programas infantiles, tratando a los niños como bobos? Los programas que realizan estas cadenas son generalmente malas copias de los programas de adultos: telenovelas protagonizadas por niños, con las mismas temáticas y valores que las de los grandes o programas de concursos, como los de los adultos, pero protagonizados por niños.
Y LA BARRA infantil, que casi no existe en estos tiempos, se llena de series “para niños” generalmente producidas en los Estados Unidos de Norteamérica, que constantemente presentan situaciones inverosímiles, escenas chuscas simples, situaciones de discriminación como chiste o de intolerancia racial o de género, agregando además una gran dosis de violencia, desplegada entre “buenos y malos”; desde luego todo esto “disfrazado” de un inocente episodio de televisión para peques.
NO ES FÁCIL estructurar un programa infantil, que tenga como objetivo además de un entretenimiento inteligente, una cuota que aporte a su formación. Es decir, lúdico-formativo, aunque hay muy buenos ejemplos en la televisión internacional. De pronto se pierden las ideas y se busca alfabetizar o culturizar a los niños y creo que hay que ir mucho más allá.
TAMBIÉN ES importante señalar que la niñez es una etapa de crecimiento, que sin embargo también tiene sus ciclos. No es lo mismo pensar en un programa para un bebé de cero a tres años (desde mi punto de vista en esta etapa no deberían ver televisión, pero ya hay hasta canales especializados), para un niño de cuatro a ocho años o para uno de ocho a 12 años. Es este otro escollo para los productores de programas infantiles.
LO QUE es cierto es que la televisión comercial mexicana no invertirá en este segmento de audiencia, si puede seguir contando con este público, con sus programas simplistas y de fórmulas probadas ya con los adultos. Nuevamente son las televisoras regionales o las universitarias las que deben entrar al quite y en este caso, diría que también hay que echar mano de lo que se produce en los países del primer mundo.
¿QUÉ HACER? En primer término debemos definir muy bien el segmento al que queremos dirigir nuestro programa y el objetivo para el que vamos a producirlo. Después, tratar a nuestro segmento, a los niños, como seres inteligentes. Dar al programa un tratamiento acorde con nuestro objetivo, que convine de buena manera lo lúdico con lo formativo. También debe pensarse en que los programas dirigidos a los niños deben tener una buena cuota de contenido que los ayude a pensar, a cuestionarse acerca de las situaciones que ven y de ser posible que les dé armas para poder argumentar. No, no es cosa fácil.
EN MÉXICO, Canal Once hizo algunas series muy interesantes hace algunos años, entre las que destaco “El diván de Valentina” y “Camino a Casa” (serie en la que por cierto, llegó a participar don Jorge Galván). En cuanto a programas de otras latitudes sigo destacando la producción de organismos públicos, como PBS en Estados Unidos de Norteamérica o la BBC de Londres. Del primero destaco y recomiendo “Sid, el niño científico”, que se transmitió en Latinoamérica por Discovery Kids. Del segundo hay un buen número de ejemplos, “Sarah y el pato” o “Marco Polo”.
ES MUY importante la corresponsabilidad en el visionado de los programas infantiles, es necesario vigilar lo que ven los hijos pues no existen productores menores de edad, entonces siempre habrá una fuerte carga ideológica en cada uno de los episodios. No hay programas infantiles 100 por ciento “inocentes”.