Por Alfonso Morales Castorena
A MEDIDA que el propietario de la “cantina al aire libre” establecida en el andador peatonal de El Parián, frente a la Presidencia Municipal y la plaza principal, a menos de 100 metros de distancia del templo del Señor del Salitre, que inició actividades bajo el disfraz de “cenaduría con venta de cerveza”, viola los acuerdos verbales que hizo con los regidores para “obtener la licencia reglamentada”, su clientela aumenta, y con ello la inconformidad de sus compañeros de oficio establecidos en ese mismo lugar.
LA TARDE del domingo pasado, la más céntrica de todas las emborrachadurías que funcionan en la cabecera municipal lucía abarrotada de chamacos y adultos degustando “la bebida de moderación”, en tanto que llegaba a su fin el Tercer Festival Gastronómico y se premiaba a los triunfadores de los concursos de “Tamal más Grande” y de los platillos típicos de la región, dulce y salado.
LOS DISGUSTADOS comerciantes de ese sector del Centro Histórico solo siguieron de cerca los acontecimientos, temerosos de que en cualquier momento los parroquianos iniciaran alguna gresca como consecuencia de la ingesta desmedida de “la bebida de moderación”, conocedores de que “donde hay alcohol de por medio, los pleitos no se hacen esperar”.
PARA SU fortuna no sucedió nada fuera de lo normal, como lo comentaban entre ellos mismos ayer por la mañana, pero le reprocharon al titular de Reglamentos Municipales, Juan Roberto Delgado González, su indolencia para actuar conforme a su rango por su ignorancia de cómo aplicarse a cumplir con su responsabilidad, salvo que, como en el caso del prostíbulo Punto y Coma, “la cenaduría con venta de cerveza” también goce de la protección del presidente municipal, Francisco Javier Luévano Núñez.
MIENTRAS QUE al comerciante dueño de esa cantina callejera, Gerardo Ortiz, le criticaron que ni siquiera por aparentar legalidad en su nuevo negocio ofrezca alimento alguno a los parroquianos “para que lo acompañen con la cerveza que ingieren”, así al menos justificaría la expedición que se le otorgó de la licencia reglamentada como “cenaduría con venta de cerveza” y tendría la excusa necesaria y a la mano por si los verificadores de Reglamentos Municipales “se apersonaban en el negocio para supervisar su funcionamiento”, pero esto último sería una utopía, refirieron.
APARTE NO respetó el acuerdo verbal que signó con los regidores para obtener el documento de referencia, porque “cerró su cantina pública” después de las 12 de la noche, cuando incluso apagó la música que ambientaba la otrora negociación de nieves de yogur, tortas, baguettes, sandwiches y refrescos, cuyo perifoneo tampoco le estaba autorizado.
LUEGO COMENTARON que, si por ser el Año de Hidalgo en la administración de Francisco Javier Luévano Núñez todo exceso está permitido, exigirán que les expida licencias reglamentadas del caso para convertir todo el corredor peatonal de El Parián en una gigantesca cantina pública y que los servicios sanitarios sean por cuenta de la Presidencia Municipal, bajo el concepto de “todos coludos o todos rabones”.
DIJERON QUE si ya con la explotación de la pequeña zona roja que realiza el prostíbulo Punto y Coma tenían para no disfrutar de tranquilidad, con la instalación de “la más céntrica de todas las emborrachadurias de la población”, la escasa calma social que aún permea en ese lugar se va a trastocar en un punto neurálgico de consecuencias imprevisibles, pero que esa circunstancia carece de importancia para Javier Luévano y su séquito de aduladores “todo sea por llenarse los bolsillos de más dinero”, concluyeron.