Por Alfonso Morales Castorena
LA EXPEDICIÓN a discreción de licencias reglamentadas en la cabecera municipal, que data de administraciones anteriores, pero que han sido distorsionadas en la gestión del actual alcalde, Francisco Javier Luévano Núñez, quien de paso ha autorizando por lo menos más de una decena de ellas, se ha convertido en permanente dolor de cabeza para la sociedad y su proliferación representa el fomento a la drogadicción, prostitución, alcoholismo y la pérdida de valores morales.
TAL FUE el concepto que vertieron ahora los comerciantes establecidos en el mercado Francisco Guel Jiménez, al atestiguar la venta diaria e indiscriminada de cerveza que se realiza en las loncherías, en los expendios de birria y de menudo desde muy temprano, y que al paso de las horas “se convierten en cantinas al aire libre, sin que el presidente municipal haga algo al respecto”.
ASÍ SUCEDIÓ el lunes pasado –29 de este mes– en el expendio de comida Los Landeros, varios individuos procedentes de la comunidad El Temazcal no se conformaron con degustar la birria y el menudo que ordenaron, sino que ya achispados por las cervezas que consumieron, luego de tomar sus primeros alimentos, continuaron ingiriendo “la bebida de moderación” como cosacos, con la complacencia de los propietarios de la negociación.
YA AL PASO de las horas y cuando los ocasionales comensales acusaban los efectos de la gran cantidad de cerveza que habían ingerido, exigieron que un grupo musical “ambientara su parranda” y el escándalo que siguió fue insoportable, pero ni aún así fue posible que autoridad alguna hiciera acto de presencia para controlar la situación.
LOS COMERCIANTES –cuyas identidades quedaron en reserva por iniciativa propia– señalaron que están de acuerdo en que el comensal disfrute de una o dos cervezas en su desayuno de birria o menudo, pero que de ahí a convertir el local en una gran cantina, con la venia del dueño, hay mucha diferencia.
ESA SITUACIÓN es constante y las autoridades no hacen nada por evitarlo, o están compradas por los dueños de esas licencias reglamentadas o no les importa ofrecer una buena imagen a los turistas ahora que se publicita a Calvillo como Pueblo Mágico o simplemente no saben hacer su trabajo, refiriéndose en caso concreto al titular de Control Reglamentario y Regulación Sanitaria, Juan Roberto Delgado González “porque no hace nada, porque no sabe aplicar el reglamento, porque ni lo conoce, está nada más de adorno, pero ahí está, ¿qué le vamos a hacer?”.
ESE CONCEPTO, del personaje en cuestión, tienen también los airados comerciantes establecidos en la zona del andador peatonal de la calle Centenario, al que tachan incluso de corrupto e inepto, porque nada hace por meter en cintura a la dueña del prostíbulo Punto y Coma, Edith Cristina de Lara Martínez, siguiendo las instrucciones de su superior inmediato, en este caso el presidente municipal, Francisco Javier Luévano Núñez, “para que no se le moleste”.
NINGUNO DE los dos toma en cuenta “el problema social que representa para el Centro Histórico y nosotros los comerciantes la explotación de una casa non santa en el primer cuadro de la comunidad, apenas a unos metros de distancia de la Alcaldía y de dos centros educativos” y en la protección que se le brinda ahora ya se incluyó al secretario de Gobernación y del Ayuntamiento, Omar Williams López Ovalle, quien prometió estudiar el asunto para encontrar una buena solución y hasta ayer en la mañana continuábamos esperando su respuesta, ahora nos resta acudir ante las autoridades estatales para enterarlas del asunto y que sean ellas las que se encarguen de resolver el caso, terminaron diciendo.