Por Alfonso Morales Castorena
CON LA ESPERANZA puesta en que nuevamente las autoridades cumplan con su deber, como lo hicieron el pasado fin de semana, los comerciantes del andador peatonal Centenario esperan que este sábado instrumenten un nuevo recorrido de supervisión y vigilancia para verificar el correcto funcionamiento de los varios antros ubicados en diferentes zonas de la comunidad o que en su defecto procedan en consecuencia.
EL CORRECTO funcionamiento que señalaron, según dijeron, se refiere a que realmente se dediquen a la explotación legal del giro comercial para el que les fue expedida la licencia reglamentada, si es para trabajar un merendero, un centro botanero, una lonchería con venta de cerveza y servicio nocturno, una cantina, un ladies bar o un restaurante-bar, que así se haga, pero que se respeten los horarios de cierre establecidos para cada uno de ellos.
AHORA BIEN, continuaron diciendo, si los encargados o los propietarios de cada negociación de ese tipo obtuvieron la consabida extensión de horario, que se apliquen al mismo y que no permitan escándalo alguno, ni en el interior de sus locales, ni en la vía pública y que moderen el volumen de la música que ameniza cada comercio “para que a nosotros los hombres y las mujeres de la tercera edad nos dejen descansar, que ya con nuestros achaques propios de nuestra avanzada edad, tenemos para desvelarnos”.
MIENTRAS QUE las ancianas Otilia y Pachita, cuyos domicilios colindan con los muros posteriores de la finca de tres pisos que alberga el antro Punto y Coma, que con el disfraz de restaurante-bar, trabaja como cantina, “casi las 24 horas del día, porque abren a las 10 de la mañana y cierran hasta las 4 ó 5 de la mañana del día siguiente”, señalaron en forma coincidente.
AMBAS MUJERES se pronunciaron porque “nuestras autoridades salgan de su marasmo y se pongan a trabajar porque para eso se les paga, no para que cuiden borrachos y sean simples espectadores de los grandes escándalos que protagonizan y que a nosotros como ciudadanos nos ignoren y hasta se burlen de nuestras denuncias y nunca se aparezcan por aquí cuando más se les necesita, por el contrario cuando llegan a presentarse, es para robar a los borrachos y no para detenerlos”.
TERCIÓ EL hijo de Pachita, empleado de oficio, quien aseguró que la gente está cansada de la corrupción que impera en todos los niveles del Gobierno Municipal y de que se ignoren sus denuncias y exigencias de que tome cartas en el asunto y obligue a la dueña de la cantina a que se respete la licencia reglamentada que le rentó a su dueño, Jesús Serna Esparza, y se deje de explotarla como la vil cantina en la que transformó la negociación anterior, que realmente si funcionaba como restaurante-bar y “jamás representó un problema para nosotros”.
ESE MISMO concepto de prestación de servicio, tuvieron los afectados para su compañero de oficio, Luis N. N., quien fuera el primero en instalarse en ese lugar, pero que por razones personales tuvo que emigrar a la ciudad de Durango y se vio en la necesidad de liquidar el restaurante-bar Centenario que trabajó por espacio de dos años y al devolver la licencia municipal a su dueño original, éste “la rentó” a actual inquilina, Edith Cristina de Lara Martínez, quien en el acto cambió el giro y la razón social de la negociación para que funcionara como el bar Punto y Coma.
A PARTIR de entonces, la tranquilidad desapareció del andador, varios comerciantes que ahí radicaban y tenían sus negocios tuvieron que mudar sus domicilios a otro lugar, las riñas, los robos y los escándalos se posesionaron del sitio, las autoridades municipales brillaban por su ausencia y en la actualidad ya ni siquiera disimulan la descarada protección que le brindan, a ciencia y paciencia del alcalde Javier Luévano Núñez, quien no mueve un dedo para no acabar con “la caja chica de su administración y su cantina predilecta para gozar a puerta cerrada de las delicias de su efímero poder”, agregaron las ancianas y terminaron diciendo que “sólo nos queda esperar que ocurra un milagro que resuelva este problema”.