“Viven el Cristianismo a Medias, Light, que Todo lo Permite”

Por Benny Díaz

“Hombres se creen pequeños dioses, se llenan de orgullo, vanidad, soberbia y cree­mos que todos lo hacemos bien y no dejamos espacios para Dios, no se actúa con humil­dad ni con reconocimiento de los pecados y en la vida debe haber límites, porque sin ellos nunca buscaremos verdaderamente a Dios y sólo lo hacemos cuando necesitamos algo de él”, fue parte del mensaje del obispo Juan Espinoza Jiménez en la misa dominical que ofició en Catedral.

En las lecturas y el Evangelio de San Marcos se habló del profeta Isaías y Juan Bautista, quienes invitan a que “nos dirija­mos al desierto y no necesariamente es a un lugar geográfico, sino al interior del corazón en donde hay luchas humanas, invasiones y hay que hacerlo para encontrarnos nosotros mismos, sobre todo con Dios y en el silen­cio implica encontrar que se levanten los montes, las colinas, que se enderecen los torcidos y preparemos el corazón para que se nos revele la gloria”.

Todo esto se logra, recomendó el obispo, con “silencio interior, oración, meditación, a ser humildes y perseverantes en la fe y para eso es necesario mantener humildad y eso nos lleva a la conversión para descubrir a Jesús, el hombre distinto a todos, el hombre Dios que es coherente con lo que piensa, habla, actúa y vive”.

El purpurado instó a los fieles a permitirse experimentar la compasión y misericordia de Dios, que “es consolador y desea un pueblo libre de pecado, libre de convencionalismos humanos, de esquemas mentales y el que libe­ra de los muros más altos y puertas herméticas de cualquier cárcel que se pueda construir de forma humana, porque es peor la cárcel que construimos en el corazón y Jesús vino a li­berarnos de nosotros mismos que se alimenta del orgullo, egoísmo, rencores e incapacidad para amar”.

Espinoza Jiménez resaltó que “Jesús es el camino nuevo, vivo y que si lo seguimos somos libres y encontramos la paz, y hay que saber di­ferenciar entre ser religiosos por cumplimiento a tener una verdadera espiritualidad y eso se experimenta en el interior y todos somos invi­tados a hacer una vida cristiana de espiritualidad interior, no sólo exterior”.

El obispo insistió a los presentes a que “conviertan su vida, renuévenla, enderecen lo torcido y preparen el camino. Vemos la plaza llena de luces, las calles alumbradas, pero eso no basta, es el mundo exterior y lo que debe­mos cambiar es el interior y ojalá todas esas luces expresaran la belleza interior de cada uno de nosotros que nos llene de luz y alegría por la venida del salvador, ojalá encendamos el corazón con amor, perdón, reconciliación, responsabilidad en el trabajo serio”.

Para finalizar, se dirigió sobre todo a los jóvenes para que contagien a otros, “motivar a hermanos, familiares, amigos, compañeros de trabajo, de estudio para que preparen el camino para que renazca esa fe dormida y acudan a misa y dejen esa indiferencia hacia Dios y dejen distracciones, placeres, vicios y que no sólo acudan a Dios cuando surge una necesidad y no nos cansemos de la preparación del cami­no, en donde sólo encontramos indiferencia a aquellos que invitemos a quienes tienen malos entendidos y viven el cristianismo a medias, light, que todo lo permite”.