Fue un Pecado Grave, un Atentado a la Madre Iglesia: Pedroza

Por Benny Díaz

Fotografía relevante a la nota.

Rogelio Pedroza González

Rogelio Pedroza González, vocero de la Diócesis de Aguascalientes, confirmó a Página 24 que hubo una profanación y robo al templo de la comunidad de El Cha­yote, que religiosamente pertenece a San Antonio, Tepezalá.

“Esa comunidad pertenece a la parroquia de Nuestra Señora del Refugio, el viernes pasado entraron y robaron el templo, fue una profanación porque sacaron y quitaron el Sagrario que es un sitio que forzaron y donde se resguardan las hostias consagradas y fueron tiradas al piso y no encuentran una parte de la custodia que se conoce como ‘viril’”.

El vocero explicó más a fondo sobre el tema: “Forma parte de la custodia y es cuando se manifiesta la custodia en el Sagrario cuando hay horas santas. Efecti­vamente fue un pecado grave, un atentado a la madre iglesia y a un sacramento como es la eucaristía”.

Es por eso que el obispo, Juan Espinoza Jiménez, “fue a celebrar para fortalecer a las personas de allá, para quienes ese acto no es aplaudido por nadie y la mayoría es una comunidad que está consternada por lo que acaba de suceder”.

El vocero también manifestó que sobre este acto, “si es necesario y prudente, da­remos a conocer más desde el Obispado”.

La versión extraoficial es que quienes entraron al templo fue con la finalidad de robar, en la creencia de que la custodia está hecha de oro, cuando esto hace mucho que dejó de ser así y sólo son dorados y no son de ese metal tan preciado.

En la entidad no son tan constantes los ro­bos a los templos, pero también desde hace mucho que dejaron de ser un lugar donde había esa confianza para dejarlos abiertos todo el día como pasaba hace décadas, por eso ahora se cierran al mediodía, que es cuando menos fieles acuden y al perderse los valores y el respeto por lo sagrado es que comenzaron los robos, desde las alcancías hasta los cáliz, que también creen que son de oro puro.

Pocas veces se llegó al sacrilegio como en esta ocasión, en donde tiraron las hostias consagradas (benditas), que para la fe de los católicos es el cuerpo de Cristo y ese acto fue una profanación y pecado muy serio.