Por Ana Lucía Espinoza
EL SISTEMA económico global se encuentra diseñado para que la desigualdad exista. En el mundo de hoy, en el que el capitalismo funciona como sistema económico imperante, las empresas trasnacionales estadounidenses han cobrado mucha importancia para comprender el escenario internacional. Las empresas de moda en específico se encuentran operando con un proyecto colonizador capitalista que determina de qué se apropian y de qué no. A lo largo de la historia estas han utilizado diferentes herramientas para su crecimiento; sin embargo, hoy en día estas empresas utilizan los movimientos sociales como forma de acrecentar su economía y ganar mayor visibilidad. En esta noción, en donde el colonialismo nunca ha dejado de existir, se demuestra que ha ido evolucionando sus prácticas de saqueo conforme avanza la historia.
LAS EMPRESAS transnacionales de moda han tomado un papel importante en las relaciones de poder dominantes, de manera que representan una forma de ver al mundo a través de sus diseños, que no incluye a los grupos marginados, pero sí a sus causas más representativas. La capacidad de los países ricos industrializados como Estados Unidos, para establecer estándares políticamente correctos es impresionante. Construyen la idea de que lo que hacen es idóneo, legitimando cualquier práctica que se lleve a cabo desde su interior, como este falso discurso construido por empresas para externar el apoyo a movimientos sociales, ya sea por medio de sus páginas oficiales o redes sociales en el tiempo adecuado.
LA HIPOCRESÍA de las empresas que muestran su empatía a causas sociales se evidencia rápidamente en sus formas de producción. El secreto para lograr rapidez y eficacia se encuentra en la reducción de los costos de producción y en la mano de obra barata. Estas empresas funcionan contratando pequeñas fábricas de países de renta baja que no cuentan con controles ni leyes que protejan a quienes trabajan en estas, librándose de cualquier responsabilidad de malos tratos que reciben sus trabajadores. Con esto en cuenta, resulta obvio que las condiciones laborales en estas fábricas son precarias y que los trabajadores no cuentan con sistemas de seguridad en las locaciones por la falta de normas en ellas. En este contexto de rápida producción las empresas recurren a la explotación de los grupos marginados, que en algún momento próximo querrán defender, en un post en redes sociales de mala calidad.
NO IMPORTA que tanto estas situaciones –que las empresas estadounidenses deciden difundir– visibilicen o no a los movimientos sociales porque cuando deje de estar de “moda” el conflicto del momento, los grupos marginados seguirán siendo marginados y su relación de dominación en relación con los otros no cambiará absolutamente nada. Los ejemplos en donde han pasado este tipo de prácticas son infinitos, uno de ellos siendo el reciente lamentable caso de George Floyd en donde las empresas comenzaron a hacer propio el lema de black lives matter y su motivo, construyendo este falso discurso ya hablado, al apropiarse de un movimiento del que no son parte, sus principios siendo completamente diferentes, sólo y simplemente por la necesidad de crear aún más contenido y estar en tendencia.
LAS ESTRATEGIAS de marketing que promueven este tipo de empresas crean una falsa sensación para aquellas personas en medio de movimientos sociales de que están siendo escuchadas y que tienen apoyo en todos los espacios y la realidad es que no es así, no existen posturas reales que apoyen por lo que están luchando. Lo que sí sucede es que en este tipo de escenarios, se infecta algo que tiene un significado económico y de resistencia para otra parte de la sociedad que sigue en una lucha constante por ser reconocido y escuchado. El momento exacto en que una persona no perteneciente de una cultura, visibiliza sin conocimiento la causa, poco a poco se va perdiendo el valor y utilizarlo ya no es una declaración ni una forma de resistencia.
UNA PARTE del crecimiento de las empresas transnacionales de moda estadounidenses lo pagan los grupos marginados a través del robo de sus causas. Las causas y movimientos sociales robados de las comunidades marginadas no son simplemente artículos de venta o formas de visibilidad para la marca, sino que representan la identidad de los grupos que no son escuchados y su forma de resistencia hacia las prácticas de las que han sido víctimas durante todos estos años. Gracias a la falta de conocimiento que existe en la sociedad, es perfectamente legítimo que empresas moneticen a través del dolor ajeno, ganancias que se ven afectadas e influenciadas por la explotación los grupos marginados.
ENTONCES ¿QUÉ hacer para no caer en estas estrategias de marketing? Como consumidores podemos comenzar con revisar la historia que tiene la empresa con la comunidad que está apoyando y evitar a aquellas que tienen una historia de discriminación y conflicto; así como darle preferencia a las empresas que transmiten un apoyo real a la comunidad que están defendiendo. Así mismo, es importante buscar y consumir de empresas que hagan donativos a causas y movimientos sociales y evitar aquellas que no estén haciendo nada por la comunidad y sólo utilicen el movimiento por motivos económicos o publicitarios. Lo cierto es que, con una sola búsqueda por medio de Google, se puede hacer la diferencia para muchas comunidades que se ven afectadas diariamente por la falta de visibilidad y apoyo que les otorgamos como sociedad. Ser llamados aliados o aliadas de una causa es bueno, pero no es suficiente para el cambio.