Por Mario Gerardo de Ávila Amador
ERA 1982 cuando arribó al poder Miguel de la Madrid. Íbamos saliendo de un sexenio que nos llevó del cielo al suelo en un instante, de la administración de la abundancia, al empobrecimiento. El mismo día de la toma de posesión, se marcó (o actuó) un “distanciamiento” entre el presidente entrante y el saliente, del mismo partido (o marca) político. Se puso en marcha algo que se llamó “La Renovación Moral”, como aludiendo la inmoralidad de los sexenios anteriores, aunque estos fueran de la misma marca, perdón, del mismo partido. En resumen, “…una sociedad que tolera, que permite la permite la generalización de conductas inmorales o corruptas, es una sociedad que se debilita, es una sociedad que decae”. Sonaba muy bien, muy bonito, muy prometedor… Pero, el partido es EL PARTIDO, la clase política es la CLASE POLÍTICA y entre políticos, pueden destrozarse, pero NUNCA SE HARÁN DAÑO.
EL RESULTADO de “La Renovación Moral” fue el arribo de una nueva clase político-social: “Los Tecnócratas”, que se sumaron a los políticos del viejo cuño, tanto en el PRI como en el PAN, que eran los partidos que “pintaban” entonces, aparentemente en un verdadero enfrentamiento ideológico. No ocurrió gran cosa con la renovación moral, prueba de ello fue la sobreprotección al líder sindical de Pemex, Joaquín Hernández Galicia (que después sirvió para el montaje de su captura por parte de Salinas) y la incondicionalidad del eterno líder de la CTM, Fidel Velázquez.
EL GRAN final de sexenio, la cereza del pastel se dio en 1988 con el Pacto de Solidaridad Económica. “Todos debemos apretarnos el cinturón” se decía y los empresarios aplaudieron como locos. La premisa fundamental era que la carrera salarios-precios, debía detenerse para contener la inflación. Iniciaba la época de los números contra la realidad, una contención ficticia nada “pareja”, a costa de los trabajadores. Antes de este Pacto, Fidel Velázquez amenazaba con huelga general, si no se otorgaba aumento salarial emergente a los trabajadores. Ya con el Pacto, los asalariados, todos, tuvieron que doblar las manitas. Con Carlos Salinas de Gortari ascendido a presidente con un escandaloso fraude, continuó el Pacto con un nuevo nombre: PECE (Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico) y con un golpe de poder, demostrado al mandar a la cárcel a “La Quina”, como mensaje también para todos los líderes sindicales, comenzando por el de la gran Central Obrera, Fidel Velázquez. El PECE fue la misma gata pero revolcada, los empresarios nuevamente salían adelante, con el continuo sacrificio de los trabajadores. Después, ya no fue necesario hablar de pactos, la escalada alcista de precios y la contención del salario ha sido práctica cotidiana.
DE ESTA manera, a partir de entonces comenzaron a parecerse cada vez más los partidos hegemónicos. Zedillo, ya sin colores realmente definidos, le regresó el “quinazo” a Salinas con el encarcelamiento de su hermano Raúl… pero a la clase obrera, le fue como siempre, sacrificada. Las ideologías se diluyeron y entonces (como ahora) lo que importaba era la primacía de lo económico ante lo social. El que tenga más saliva, que trague más pinole, la máxima expresión del capitalismo salvaje. Zedillo, presidente emergente ante el asesinato de Colosio, poco o nada hizo por cambiar las cosas y Vicente Fox se dedicó a ser un buen gerente para el país, feliz de administrar el neoliberalismo rampante, como quien dirigiera la más grande empresa refresquera, pero desde luego con ganancias muy superiores y con una socia muy ambiciosa.
CON FELIPE Calderón, también con una presidencia muy discutida, la situación no cambió para quienes mueven las máquinas. Sin embargo, para el país inició una de las épocas mas violentas de la nación, con una guerra intestina muy violenta, con un objetivo cuestionable de combate “directo” al narcotráfico.
Y CON PEÑA Nieto… eso no es historia, estamos como estamos.
Y BIEN, todo esto para responder a la afirmación de uno de los candidatos. Sí, lo que está en juego son dos modelos de país diferentes, el que tiene por lo menos 36 años impuesto y que ha sido alentado por los dos partidos que han gobernado en estos últimos 18 años y tiene un lastre a cuestas con más de la mitad de la población en la pobreza y uno diferente, uno distinto ¿qué tan distinto? No lo sé, pero no será un régimen socialista o comunista como se ha dicho y sí, para mí es suficiente, que ese nuevo modelo busque acabar con la corrupción y que haya justicia y paz.
HAY MUCHAS cosas que diferencian cada propuesta, señalaré solamente una: El Gabinete. La Presidencia no la hace un hombre; pueden decirse mil cosas de los candidatos, de su sapiencia, sus habilidades, su experiencia, pero por un lado, no estarán ellos solos, el partido, aunque se digan “sin partido” o “candidatos ciudadanos”, impondrán cuotas diversas y además tendrán contrapesos en el congreso. Por ello, únicamente López Obrador ha presentado, con mucha anticipación, a los hombres y mujeres que lo acompañarán en la conducción de la nación. Nombres, no es necesario por ahorro de espacio, se pueden consultar en internet; lo que sí es menester señalar es que de entrada es un gabinete equilibrado en equidad de género, ocho hombres y ocho mujeres. Por otra parte, cada cual estará manejando áreas de su conocimiento. No llegarán a APRENDER. No hay punto de comparación… Pero porque los otros no han siquiera insinuado a los posibles secretarios.
¿POR QUÉ no sabemos los nombres de los integrantes de los otros gabinetes? Simple, porque el gabinete es el principal botín de la… está bien, no la mafia del poder, digámosle el grupo de tecnócratas, los encumbrados de la clase política y bueno, hasta tener el triunfo, y de acuerdo con el “trabajo” realizado en campaña y los votos entregados (peso de los partidos que integran las alianzas), será el tamaño del hueso. Por ello, de pronto podremos ver a un abogado ocupando la cartera de Agricultura o a un ingeniero civil en Salud y por el estilo, si llegaran Meade o Anaya. Por ello, qué prefiere ¿El gabinete de Andrés o el reparto del botín?