Entre Cempasúchil, Música y También Tumbas Olvidadas

Por Benny Díaz

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Ramos multicolores en la entrada al panteón | Flores de cempasúchil, las más solicitadas
Flores naturales y artificiales se colocan por igual | Muchos sepulcros se encuentran abandonados
(Fotos: David Julián Torres Martínez)

El Día de Muertos en el Panteón de la Cruz de Aguascalientes es una celebración donde la vida y la muerte se entrelazan en un colorido mosaico de recuerdos, música y tradición. Cada año, el primero y dos de noviembre, las familias acuden al histórico cementerio para rendir homenaje a sus seres queridos, llevando consigo 􀃀ores de cempasúchil, coronas y, sobre todo, mucha emoción.

El ambiente se impregna del inconfundible aroma del cempasúchil, flor que, según la tradición, guía a las almas en su regreso al mundo de los vivos. Los puestos a la entrada del panteón ofrecen ramos de esta característica flor naranja, cuyo precio oscila entre los 20 y 50 pesos, dependiendo del tamaño y la frescura.

Para quienes buscan  un tributo más elaborado, las coronas de flores alcanzan los 800 pesos, símbolo de respeto y amor eterno. No puede faltar la música: los mariachis recorren los pasillos del cementerio, contratados por familias para dedicar alguna canción favorita del difunto.

Los acordes de Amor Eterno o Las Golondrinas resuenan entre las lápidas, mezclándose con las oraciones y los suspiros de quienes recuerdan.

Tumbas Antiguas, en Abandono y en Venta

Sin embargo, no todo es fiesta y color.  El Panteón de la Cruz, fundado en 1903, resguarda historias que el tiempo ha dejado en el olvido.  Entre los mausoleos adornados y las tumbas relucientes, se esconden sepulturas abandonadas, cubiertas de maleza y musgo, con inscripciones desgastadas que apenas permiten leer los nombres.

Estas tumbas silenciosas cuentan historias de familias que ya no regresan, de apellidos que se han perdido en el tiempo y de épocas en las que Aguascalientes era apenas una ciudad en crecimiento.  En medio de este paisaje de memorias, también hay tumbas disponibles para quienes desean asegurar un espacio para el descanso eterno en uno de los panteones más antiguos de la ciudad.

Los anuncios discretos o las conversaciones entre cuidadores y visitantes dejan claro que, aun en el presente, la venta de tumbas forma parte de la vida cotidiana del camposanto.  Al caminar entre las hileras de lápidas, se pueden encontrar esculturas de ángeles con alas rotas, cruces oxidadas y nichos sin flores.  Cada rincón es testigo mudo de siglos de historia, de amores, tragedias y esperanzas que alguna vez tuvieron nombre propio.

El contraste entre la algarabía de las ofrendas y el abandono de algunas tumbas recuerda que el Día de Muertos es también un momento para re􀃀exionar sobre la memoria y el olvido, sobre lo efímero de la vida y la importancia de honrar a todos, incluso a quienes ya no tienen quien los recuerde.

 Un Panteón Lleno de Historias

El Panteón de la Cruz de Aguascalientes es más que un cementerio: es un re􀃀ejo de la identidad de la ciudad, de sus tradiciones y de la manera en que sus habitantes entienden la muerte.

Entre 􀃀ores, música, silencio y el comercio de espacios funerarios, la memoria de generaciones enteras sigue viva, esperando cada año la llegada de quienes, con un ramo de cempasúchil o una canción de mariachi, renuevan el lazo entre los vivos y los muertos.