“El Hombre se ha Cegado por el Egoísmo”
Por Benny Díaz

Juan Espinoza Jiménez (Foto: Facebook Diócesis de Aguascalientes/ Correo Diocesano)
“Se ha deformado la imagen de Dios. El hombre se ha cegado por el egoísmo y ataca y destruye a sus semejantes y a la naturaleza y lo estamos viviendo a nivel internacional con la amenaza de guerra en varias partes del mundo, y a nivel nacional hay desapariciones, violencia, narcotráfico e impunidad y en varias comunidades de la diócesis, la violencia hace estragos. También las ideologías manchan la dignidad de las personas y las familias”, fue parte de la homilía del obispo Juan Espinoza Jiménez.
Por todo eso, “hay niños angustiados como consecuencia del rumbo que ha tomado el mundo y se cree en la fuerza del dinero y el poder, pero, al final [el hombre] se encuentra solitario, abandonado, perdidos su rumbo porque el hombre sin Dios acaba por olvidar su destino e imagen y se dan cuenta cuando perciben cuánto duele la miseria y están extraviando y perdiendo los ideales de la vida”.
En la historia de la humanidad, afirmó, se ha ido comunicando “el amor que proviene de Dios a través de la Trinidad, que son tres personas distintas en un solo Dios y no hay que detenernos en elucubraciones teológicas, sino contemplar a la familia y la comunicación que podemos experimentar. Es una invitación a participar en la vida con la experiencia que tengamos con Dios, lo que dependerá de la valoración de la imagen que tengamos de nosotros mismos”.
Hay hombres que se dicen religiosos y cristianos, “pero viven una vida triste, sin sentido, lejana de Dios. Ven todo gris, nebuloso y frío o de forma indiferente. No se dan oportunidad de vivir a profundidad, cercanos a Jesús, quien no es un ser solitario y tampoco nos ha condenado a estar encerrados en nosotros mismos, sino que hay que tener comunicación interpersonal con Dios, que es familia y vida compartida”.
El obispo se dirigió a aquellos que creen tener la razón y se cierran a otras opiniones, cayendo “en el narcisismo, contemplándose a sí mismos como si fueran grandiosos. Se encierran en ellos mismos y Dios no es lejano; nos invita a movernos y a compartir en fraternidad. No descartemos el amor de la familia, ser feliz y entregarnos en solidaridad y con gozo a la comunidad y vivir en unidad, buscar la verdadera felicidad, en compartir en fraternidad con los demás”.
El purpurado se dirigió a los padres de familia para que cumplan con la misión que decidieron tener en la vida. Aunque haya limitaciones económicas, si se cumple con el verdadero sentido de esa misión de ser fuente de amor y vida que sostiene a la familia, entonces habrá prosperidad, independientemente de la clase social.
Si se da buen ejemplo, los hijos florecen; por el contrario, si el padre da un mal ejemplo, la familia se debilita, porque todo el peso cae sobre la madre de familia, quien debe cumplir con los dos roles: ser proveedora, educar y atender las necesidades de los hijos.
Con los verdaderos valores, una familia puede ser feliz más allá de las comodidades que puede dar el dinero, porque estas no valen nada si hay carencia de amor, finalizó.