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Felipe González González
…“asesino, señor”…

UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
“ASESINO, SEÑOR”…

Cayó en mis manos la columna Fa­milias y Chivos, de la laureada poetisa y ensayista Malva Flores, quien antes que yo, le dijo “Asesino” al entonces gobernador Felipe González Gonzá­lez, hoy extinto. Sin más, transcribo la columna de la poeta, para que mis 100 lectores la saboreen:

“Era 1999, el último año antes del cambio de siglo, o eso pensaba, pues en la prensa se armó una discusión sobre si el verdadero cambio era ese diciembre o hasta diciembre del año 2000 cuando, decían los apocalípticos, ocurriría una desgracia cibernética que finalmente no ocurrió. Para mí, ese año terminó el siglo XX y nada me importó aquella disputa porque aún no vivía­mos en el tiempo de los linchamientos cotidianos en redes. Yo era feliz. El mundo me parecía maravilloso y volé con mi marido y mi pequeña hija de tres años a recoger un premio de la Ciudad de México a Aguascalientes.

“No íbamos solos, aunque mi familia me acompañaba por tierra, en un viaje enloquecido que mi papá dispuso, obligando a la familia a una incómo­da convivencia de varias horas con su exmujer –mi madre–, mi hermana Milenka, su pequeña hija y mi otra hermana, Mélani, quien se vio obliga­da a viajar desde Alemania para llegar rayando a México y salir todos, a una velocidad salvaje, en el Jetta blanco de mi papá que hizo cuatro horas para lle­gar a tiempo a la ceremonia. Imagino que mi cuñado alemán, viajando por esos parajes nacionales, habrá pensado muchas cosas sobre la idiosincrasia de los mexicanos, cuando en realidad sólo se trataba del loco de mi padre que me acompañó por muchos sitios del mismo modo como uno acompaña a sus vástagos para verlos bailar en los interminables festivales de la infancia. La verdad es que no los vi sino de lejos y fue hasta que regresé al entonces DF varios días después, cuando supe las peripecias de su viaje –en el que nadie murió, como en la película Mecánica Nacional, afortunadamente–, y recibí el trofeo que me entregó mi madre: una de las enormes lonas que, ilustradas con mi rostro y un poema, colgaban a la entrada del teatro donde se efectuó la entrega del premio. Al salir de la ceremonia, mi madre había suplicado a varios empleados que se la regalaran y con esa molesta compañía (la lona medía tres metros de largo y uno de ancho, aproximadamente) regresaron a la Ciudad de México. Muchos años y mudanzas cargué la lona, sin exhibirla jamás, aunque había salido bien en la foto –yo odio las fotografías– y me recordaba tiempos felices.

“Recuerdo todo esto porque a últimas fechas tomé la sana decisión de alejar­me un poco de las redes y dedicarme a digitalizar revistas viejas. Tierra Adentro, en sus primeros números, era mi objetivo y mientras pasaba sus páginas y la luz del scanner las ilumi­naba leí los nombres de muchos escri­tores que no había recordado en años y otros, de los que sí tengo una memoria precisa. Uno de ellos era el director de aquella publicación, Víctor Sandoval. A medida que avanzaba en mi trabajo aparecieron otros nombres que para mí constituyen una de las tantas familias de la literatura mexicana. Ya sé que mis colegas profesores levantarán la ceja porque utilizo una ‘categoría’ demodé. Lo siento, soy del siglo pasado y la familia es lo más importante para mí. No de otro modo me explico la historia de la literatura y claro que incluyo a los lectores: los lectores de una familia son también parte suya y a veces estable­cen batallas campales para defender al autor que nunca conocieron, pero que está en el álbum hogareño imaginario.

“Al leer muchos de los nombres in­cluidos en esos primeros números de Tierra Adentro –como colaboradores, pero también como miembros de su directorio–, llegaron a mí, como flas­hazos, historias de éxito o decepción que conocí en aquel tiempo lejano y otras en las que yo había participado. Como en todas las familias –felices o no–, hay quienes animan la conversa­ción de sobremesa; están también los conciliadores, los locos de la casa, los impertinentes, los abusivos y también los que desertan. Para efectos académi­cos, llamo “migraciones intelectuales” a muchos de quienes desertan de su familia literaria, pues es un nombre, espero, que da más caché a mis disqui­siciones en el claustro y evita que me miren como alguien que está perma­nentemente fuera de lugar.

“Yo estaba en Aguascalientes con mi familia, pero sin familia literaria, por­que no tenía; sin embargo, a la comida con el gobernador no invitaron ni a mi marido ni a mi hija –y mucho menos a los locos que ese mismo día se regre­saron a la Ciudad de México–. Asistí con la única compañía de don Víctor Sandoval, como todos lo llamaban, menos yo, que estaba en época de ‘mi­gración’.

“Seguramente recuerdo mal, pero la comida no era precisamente deliciosa, como sí lo era el tequila que tomé sin prudencia porque, salvo a Sandoval, yo no conocía a nadie y los asistentes –o al menos los que estaban sentados en la mesa del gobernador con noso­tros– eran miembros de su gabinete y no tenían ni idea de qué era la poesía, ni tampoco les interesaba.

“Entonces ocurrió lo impredecible. El gobernador, que obviamente estaba tan aburrido como todos los demás, empezó a hablar del CEU (Consejo Estudiantil Universitario), a quien yo – que trabajaba en la UNAM– aborrecía desde entonces sin imaginar, siquiera, que la destrucción a la que habían so­metido a la Universidad ocurriría ahora a nivel nacional. El giro de la plática me interesó y puse tanta atención que el gobernador –el primer panista que gobernó ese estado, si mal no re­cuerdo– se dirigió a mí y me dijo: ‘Si esos revoltosos hubieran estado aquí en Aguascalientes, ¿sabe qué habría hecho, maestra?’. Tomé un trago de tequila y con la cabeza le hice la señal de que no sabía. ‘Los habría colgado en el zócalo’. Luego me miró fijamente y me preguntó ‘¿Y usted qué me diría, maestra?’. Con mucha tranquilidad tomé otro trago y le contesté tan cam­pante: ‘Asesino, señor’.

“Como dicen los clásicos, un silencio horrendo se hizo en el amplio salón. Y yo, que para caerle bien a la extraña audiencia había empezado la comida burlándome de que los poetas era los chivos en la cristalería, me di cuenta de que el único chivo era yo.

“No había remedio para mis palabras. Víctor Sandoval me tomó del brazo, se despidió de todos amablemente, me sacó de prisa del lugar y me subió a la camioneta que nos había transporta­do mientras me decía: ‘Vámonos de aquí, niña guerrillera’. Me asombró un poco su evidente desconcierto. No sabría decir si era fingido y en realidad le había dado mucha risa o si estaba molesto de veras. Era un hombre de instituciones. Un poeta regular y un conocido priista (o eso se rumoraba); razones por las que yo, mezquina, no le decía don Víctor. Nos fuimos en silencio y al llegar a mi hotel se despi­dió con mucha amabilidad y me dio un ejemplar de varias revistas, entre ellas algún número viejo de Tierra Aden­tro, la que había fundado muchos años atrás, en 1974.

“Yo conocí la revista hasta los 90, cuando fue retomada por Jorge Ruiz Dueñas, aunque en el número inicial de esa nueva época, apareciera aún Víctor Sandoval como Director Fun­dador y miembro del Consejo Edito­rial. Muchos años después publiqué en ella, pero no es hasta ahora, cuando veo algunos de aquellos números viejos de la revista, que pienso en el enorme trabajo que habrá costado lle­var a cabo esa empresa, como también habrá sido cuesta arriba crear el siste­ma de talleres literarios y los Premios Literarios de Bellas Artes, tareas todas que debemos a don Víctor Sandoval. Aquella tarde en Aguascalientes me dijo adiós: nunca más volví a mirarlo pues yo encontré una familia literaria distinta de la suya y casi nunca coin­cidían. No pude agradecerle lo que hizo por la literatura de este país, y lo lamento”.

*****

TUVO SUERTE MALVA…

O VÍCTOR SANDOVAL… le salvó la vida.

Ya me imagino la cara que puso Felipe González cuando la ensayista Malva Flores le espetó: “Asesino, señor”; ¿qué hubiera pasado si Víctor Sandoval no se lleva en ese preciso instante a la ganadora del premio de poesía 1999? Por supuesto que sí, en 1999 Felipe todavía celebraba haberle metido la estaca al Drácula Tricolor y se sentía el elegido de Dios, al que había que rendirle pleitesía, y que una mujer le dijera “Asesino”, era peor que mentarle la madre al eterno.

De ese tamaño era Felipe González González: Víctor Sandoval lo cono­ció muy bien, por eso la sacó del feste­jo, no quiso arriesgarla.

LA OBSESIÓN DE TOÑO MARTÍN DEL CAMPO…

Luego de dos sonoros reveses su­fridos en pos de la gubernatura de Aguascalientes, la obsesión de Juan Antonio Martín del Campo por ser el titular del Poder Ejecutivo local, se convirtió en un sentimiento enfermizo: no piensa en otra cosa que no sea en la gubernatura y, en cómo obtenerla; Toño sabe que otro sexenio en la an­tesala sería el último clavo al ataúd de su ambición, por eso su desesperación de tirarle al partido en el poder para demostrar su panismo rancio y foxista tan pasado de moda, hoy que tanto la gobernadora Tere Jimenez Esquivel, como el alcalde del municipio de la capital, y Leo Montañez Castro, han hecho público su decisión de trabajar hombro con hombro con la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Par­do, de Morena.

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Juan Antonio Martín del Campo
…“como Cuba, Venezuela”…
Fernando Alférez Barbosa
…“profundamente pendejo”…

Ya lo comentamos aquí en este espa­cio, lo que cree y dice Toño Martín del Campo: “Los que tengan varias casas, el gobierno de Morena se las va a qui­tar, nomás les va a dejar una y el resto se las va a regalar a los pobres; también dice que Claudia Sheinbaum, con la reforma al Poder Judicial se piensa re­elegir y perpetuar en la Presidencia de México, para convertirnos en una Cuba o Nicaragua; que se van a acabar los amparos, la democracia y podría (sic) afectar el T-MEC, y que por todo esto es que está harto preocupado y senten­ció: “tiempo al tiempo”.

LA RESPUESTA DE FERNANDO ALFÉREZ…

Pero a los pocos días el que le con­testó a Toño fue el diputado local por Morena, Fernando Alférez Barbosa, quien se dijo sorprendido:

“Yo no sabía que Toño Martín del Campo era profundamente pendejo (sic), porque aparte que ya duró seis años en el Senado y se reelige de nueva cuenta, ni squiera ha entendido la teo­ría constitucional y esos argumentos no significan más que alharacas sin sentido de que ya se va a acabar la pro­piedad privada, que vamos a ser como Venezuela”.

SENTIDO COMÚN…

Lo que le hace falta a Toño es acer­carse a las “chuchas cuereras” de la política como lo hace el “empresaurio” chilaquil avecindado en Aguascalien­tes, Francisco Arturo Federico Ávila Anaya, y abrevar de la sabiduría y ma­ñas de políticos de altos vuelos como Ricardo Monreal Ávila y Adán Au­gusto López Hernández, de quienes no se despega.

¡Sentido común, carajo!

Además de autenticidad, como lo mostró antes de llegar a la Presidencia de México, cuando no olvidaba sus orí­genes y enfrentó a ese monstruo de las 3 “F”: Felipe González González, Fe­lipe González Ramírez y Felipe Mu­ñoz Vázquez, y a los tres los derrotó para arribar a la Presidencia Municipal.

Ya en la presidencia municipal, Toño Martín del Campo tuvo su metamor­fosis de vértigo: se hizo uña y mugre de quien no lo quería en la alcaldía de Aguascalientes: el mismito gobernador de Aguascalientes, Carlos Lozano de la Torre, de quien aprendió que a los amigos se les ignora y reprime, mien­tras que a los enemigos se les mantiene cerca y apapacha.

¡Ah raza!, luego dicen que así es el poder, pero no es cierto, es la perso­na, no el poder, yo he conocido, a lo largo de mi vida, a gente que el poder ennoblece y lo disfruta apoyando a la ciudadanía y me lo han dicho: “El poder es para hacer amigos, no enemi­gos”, desgraciadamente muchos no lo entienden. Ni Pepsi, que con su PAN se lo coman.

UNIVERSIDADES PATITO…

En Aguascalientes existen un madral de universidades, pero sólo 15 de ellas cumplen con los requerimientos, lo comentó en rueda de prensa Guiller­mo Hernández Duque, asesor de educación del Consejo Coordinador Empresarial (CCE); sin embargo, esas universidades siguen engañando a la raza.

¿No hubiera sido chido que el asesor Hernández Duque dijera nombres de todas esas “unispatito”, para que sintieran el rigor de la corneta y cum­plieran con las exigencias del CIEES (Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior)?

Otra: Si no quiso “chamuscarlas” para no meterse en problemas, lo menos que debió haber dicho Hernández, fueron los nombres de esas 15 universidades que sí reunen todos los permisos de la SEP, ¿no cree el lector?

Lo de que los abogados y contado­res que, a la de a “güevito” tienen no solamente que hablar con fluidez el inglés, sino que conocer al dedillo las leyes judiciales y fiscales de Esta­dos Unidos, es otro trompo chillador que la “unis” tendrán que echarse a la uña contratando a raza maestra súper, como en el Tec de Monterrey: esa debe ser nuestra tirada, porque en Agüitas sobra inteligencia, sólo hay que encausarla.

CARLOS “LA RUBIA” ALAZRAKI…

El publicista Carlos “La Rubia” Alazraki fue a Madrid, España, a en­trevistar a Felipe Calderón Hinojosa y dijo que “El Felipillo” vive de mila­gro en gachupilandia, pues vive “en un departamentito de 70 metros cuadrados y anda en bicicleta, pues a duras penas gana unos euros dando conferencias”, y dijo en en la próxima semana pre­sentará la entrevista completa. Obvio, nadie le creyó que el Felipillo esté en la inopia después de haber saqueado al país rápido y furiosamente durante seis largos años.

JALISCO ESTÁ CAÑÓN, ZACATECAS TAMBOR…

De verdad que apenas sale uno del estado y se respira el peligro: el narco está cañón: Jalisco y Zacatecas, veci­nos nuestros, envidian nuestra seguri­dad, hace unos días, el capo Gerardo González Ramírez alias “El Apá”, que tiene su casa de seguridad en Apulco, Zacatecas, atacó Teocaltiche y con una caravana de narcos atacaron el imperio de Mario González, dejando muerte y desolación a su paso: al me­nos tres militares muertos.

Apulco colinda con Jalisco y desde ahí “El Apá” domina Los Altos, pero el gobierno de Zacatecas ni las manos mete; lo único que hizo el Fiscal Cris­tian Paul Camacho fue correr al ante­rior alcalde, pero el suplente es de los mismos, así es que en Apulco el único que tose es el narco, pues el gobierno monrealista no quiere saber nada –has­ta ahorita– de “El Apa”, seguramente para que no le vaya a descomponer más el estado o ¿será que amor con amor se paga? Averígüelo Vargas.

JALISCO…

El próximo 6 de diciembre en Jalisco habrá cambio de gobernador: sale En­rique Alfaro, bien forrado de billetes, y entra Pablo Lemus, muy sediento de billetes, ambos son de Movimiento Ciudadano y tejieron fino para “de­rrotar” a Morena en la gubernatura y en las principales alcaldías, aunque no les alcanzó para ganar la elección presidencial y el Congreso del estado, pues las triquiñuelas no les dieron para tanto; ya veremos cómo le va a Alfaro con el narco cuando salga.

Y CON ESTA ME DESPIDO…

Pensión de Andrés Manuel López Obrador por $21,689.40 mensuales; hay quien dice es mucho, hay quien dice es poco y no falta quien, por me­moria corta o mala leche, dice que no alcanzaba pensión porque sólo trabajó 11 años: Cinco como Jefe del Distrito Federal y seis como Presidente de la República, pero no es así:

Se lo voy a comentar, pero no se lo diga a nadie: AMLO trabajó en sus años mozos en el Instituto Nacional Indigenista entre 1977 y 1982.

En 1984 asumió la dirección de Pro­moción Social del Instituto del Consu­midor por tres años; el resto se la pasó en la política. Así es que sume usted 5+6+5+3=19 años de trabajo como servidor público y con 71 años de edad se jubila con $21,689.40, Juzgue usted.

* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 14).