Imagen relativa a la nota.

Felipe González González
…”arruinado, preso y sin periódicos”…
Felipe de Jesús Muñoz Vázquez
…el cerebro dos…
Carlos Lozano de la Torre
…otro involucrado

UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
CÓMO HAN PASADO LOS AÑOS…

Llegó agosto de 2024 y el próximo lunes 12 del presente mes, el Benjamín de esta Casa Editorial, Aguascalientes El Periódico, cumplirá 5 años de vida 5.

Parece que fue ayer cuando desde nuestras instalaciones de Guadalajara, Jalisco, nos llegó, calientita, la edición número 1 de Aguascalientes El Perió­dico, fechada el lunes 12 de agosto de 2019.

La portada denunciaba:

Lo que Faltaba Felipe “Extorsionador”

*Clausura Gasolinera y Exige $15 Millones por Abrirla

Y un llamado:

Las Transas de Carlos Lozano

La imagen del “extorsionador” se publicó a todo lo que dio la portada y con el consabido pie de foto: Felipe de Jesús Muñoz Vázquez: “Delincuente con placa de policía de élite”, y qué cree el lector… ¡se agotó la edición!

Nuestros detractores, que nos habían dado por muertos, y que lo venían fes­tejando por más de un mes, “cagaron pa’dentro”:

Felipe González González, exgo­bernador de Aguascalientes, exsubse­cretario de Gobernación, exsenador de la República, rabiaba, como también rabiaban Carlos Lozano de la Torre, exgobernador de Aguascalientes y otro de los cerebros de la infamia: Felipe de Jesús Muñoz Vázquez, exsubrocura­dor de Investigación Especializada en Delitos Federales, de la Fiscalía Gene­ral de la República, entre otros actores de menor cuantía y, por supuesto, la envidiosa “Víbora” Morales de quien por años fui su ídolo, hasta que apare­ció el Diario Página 24.

Fue la madrugada del lunes 8 de julio de 2019, cuando una jauría de policías federales y elementos del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), encabezados por José Mandujano Aguilar, Fiscal Eje­cutivo Adjunto, se posesionaron de las instalaciones de TRIBUNA LIBRE y Página 24, ubicadas en Zaragoza 205 para, violando flagrantemente la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, desalojó a todo el personal encargado de los cierres de edición y sellaron puertas y equipos.

Luego se dirigieron al taller de im­presión, ubicado en Jesús Reyes He­roles 128, Fraccionamiento Versalles Segunda Sección y, al igual que en la Catedral del Periodismo, desalojaron al personal y sellaron puerta y portón.

Pero no era todo: los federales iban por mí: preguntaban insistentemente por el director Ramiro Luévano y me buscaban hasta por debajo de las pape­leras, yo me disponía a ir a Zaragoza 205, pero una oportuna llamada a mi celular me contuvo: “Nos están des­alojando, lo están buscando por toda la ‘Catedral’, preguntan insistentemente por usted y un agente nos dijo muy a la ‘zorra’, que no se presente el director, vienen por él”, fue así que no pudieron detenerme.

Para la policía, e incluso una vez pre­so o en el camino rumbo a la ciudad de México, hubiera sido muy fácil ‘suici­darme o darme la ley fuga o desapare­cerme’, ¿a quién le importaba un perio­dista menos?

PERO, ¿CÓMO INICIÓ TODO ESTO?..

Los cerebros de la infamia: Felipe González González (+) y Felipe de Jesús Muñoz Vazquez; la historia es larga de contar y da para un libro; Felipe González, el abarrotero, en los gobiernos tricolores de Cuco Esparza Reyes y Rodolfo Landeros Gallegos era un “orgulloso priísta con creden­cial” que, a su vez, era presidente de Coparmex y, por lo tanto, le sacaba jugo a su cargo, pues los gobernadores en turno lo cuidaban como jarrito de Tlaquepaque para quedar bien con la clase empresarial.

Felipe González era el vendedor ex­clusivo de despensas de los gobiernos del PRI, pero después aprovechó esa influencia y lo hicieron constructor… ¡de cinco estrellas!, sus obras cumbre fueron en el gobierno de Miguel Ángel Barberena Vega, entre ellas, la cons­trucción del Teatro Aguascalientes, con un sobreprecio de 200%.

Un dineral, que provocó un enfren­tamiento con Miguel Ángel Barbere­na Vega, pues Felipe se quedó con la mayor parte del billete y, Barberena Vega, furioso por tal agandalle estuvo a punto de meterlo en prisión.

Y Barberena lo hubiera se la hubie­ra hecho efectiva, pero su procurador general de Justicia, Humberto Pérez Macías “Humberto el Cruel”, abogó por él, contuvo la ira del “Marinero” y Felipe González se salvó de ir a pri­sión.

Años después, en entrevista con He­riberto Bonilla Barrón, Pérez Ma­cías, a pregunta expresa, le reveló y así quedó escrito: “De lo único que me arrepiento en mi vida, es no haber me­tido a la cárcel a Felipe González”.

¿Qué le hizo Felipe González a Pé­rez Macías para luego arrepentirse de no haberlo metido a la cárcel? Ambos se llevaron el secreto a la tumba, pero Felipe González, en los gobiernos del PRI, hizo muchísimo dinero con sus constructoras porque además era experto en evadir impuestos, ¿verdad León Rubio?

Felipe era de armas tomar y siempre andaba armado con tremenda fusca al cinto, él mismo platicó que en una ocasión vio un asalto en la ciudad de México y estuvo a punto de dispararle al ladrón.

Quienes conocieron el lado oscuro de Felipe saben lo vengativo que era: quien le escribía sus artículos, Rodri­go Ávalos Arizmendi, confiaba a sus conocidos: “Felipe González tiene en una lista con los nombres de todos sus enemigos”.

Rubén Camarillo platicó que en una ocasión sorprendió a Felipe González amenazar por teléfono: “¡Quieren cala­cas, calacas les damos!”; en mis archi­vos guardo una entrevista que Alberto Viveros le hizo a Felipe: “A mí, el que me la hace me la paga”, de ese tama­ño era Felipe González, quien siempre tuvo a sus hermanos en un puño, él era el que decidía por ellos, no eran dueños ni de sus pensamientos, a todos los te­nía azorrillados, me consta.

Si con Barberena tuvo problemas, con Otto Granados también, pero des­pués fumaron la pipa de la paz; cuando llegó el momento de la sucesión gu­bernamental (1998-2004), el candidato natural del PAN era Benjamín Galle­gos Soto “El Bronco” (+), entonces diputado federal, a quien hicieron a un lado porque Felipe González, tenía más cartel y más patrimonio, aunque no era panista, su corazón seguía sien­do tricolor y sus finanzas andaban mal: no tenía liquidez.

El candidato del PRI en aquel 1998, era Héctor Hugo Olivares Ventura, un priísta de cepa que nació en cuna tricolor y lo cubrieron con esos colores: hijo de Enrique Olivares Santana de impresionante historial y considerado el mejor político que ha dado Aguasca­lientes, en un inicio era el favorito para suceder a Otto, pero los ánimos con los que regresó a su tierra poco a poco se fueron apagando: las dos veces que me invitó a sus giras, lo noté apocado, desganado, después me enteraría:

Imagen relativa a la nota.

Miguel Ángel Barberena Vega
…por poco mete a la cárcel a Felipe…
Ernesto Zedillo Ponce de León
…hizo gobernador a Felipe…
Baudelio Hernández Domínguez
…contratado por Felipe Gonzalez…

Ernesto Zedillo Ponce de León, presidente de México, había nego­ciado con el PAN la gubernatura de Aguascalientes y la de otros estados, a cambio de que los legisladores del blanquiazul votaran la aprobación del FOBAPROA: era impresionante la publicidad de Felipe González, su fo­tografía estaba por todos lados y pren­sa, radio y televisión eran inundados con su frase predilecta:

Dejo los negocios para ir a la polí­tica, no voy a la política a hacer ne­gocios”.

Así las cosas, Felipe González que siendo priísta era conocido con el mote de “El Hambreador”, pues en aquellos años ocultaba los productos básicos para luego encarecerlos, ganó fama de “buena gente”, gracias no sólo al apoyo presidencial, que así pagaba el compromiso contraído por el FO­BAPROA, sino también a la Iniciativa Privada y la Iglesia Católica.

Ernesto Zedillo, pues, le hizo tablas la gubernatura a Héctor Hugo y para que no saliera más lastimado, le pagó las deudas de su campaña electoral.

Y así fue como Felipe González lle­gó a Palacio de Gobierno; en campa­ña, Felipe amenazaba ante la muche­dumbre: “¡TRIBUNA LIBRE tiene los días contados, cuando sea gober­nador… “. A Luis Armando Reynoso, Felipe González le decía, no le des publicidad a ese &%#@+*=, pero el ingeniero lo mandó por un tubo: “TRI­BUNA LIBRE lo lee todo mundo, y yo necesito llegar a todos”, así es que cuando Felipe ganó la gubernatura compré una camioneta panel y refor­cé el portón y la puerta del taller de impresión, “por si las de hule”, como decía López Campa, pues si me llega a perjudicar el taller, me pelo a León, Guanajuato, a maquilar los periódicos.

Pero todo quedó en amenazas… por lo pronto, porque su jefe de prensa, Rogelio Flores Reveles, me invitó a cenar y me propuso negociar la publi­cidad.

La acordamos: “Vendo espacio, no criterio”; y llegó la sucesión; en varias ocasiones Felipe me invitó a comer a Casa de Gobierno, a fiestas decembri­nas y de la Libertad de Expresión.

¿Conoce la casa de Gobierno?”.

-Una parte.

-Venga, se la voy a mostrar: los ba­ños están tan limpios que yo no puedo ni zurrar a gusto para no ensuciarlos-, bromeaba, pues cago más a gusto en los baños del mercado Terán, se acos­tumbra uno a la mala vida, jajaja.

Y se sinceraba, “yo siempre he dicho que vale más un mal arreglo que un buen pleito”, me dijo en aquella oca­sión; creí se refería a mi desacuerdo con el arbitrario procurador Roberto Macías Macías “El Enano Verde”, pero no, todo quedó ahí; Felipe tenía una peculiaridad, le gustaba contar chistes y, en ocasiones, se mofaba de sí mismo: “Por más que lo intento, no me la veo”, y soltaba la carcajada.

En el 2001, se corrió el rumor muy fuerte de que sus hijos hacían negocio con los vehículos robados, como en su momento lo hizo el procurador gene­ral de Justicia, Guillermo Ballesteros Guerra, en el gobierno de Miguel Án­gel Barberena, los medios no le entra­mos al rumor, pero este fue creciendo, tanto, que llegó el momento en que el propio gobernador no pudo más y en una rueda de prensa banquetera, estalló:

¡Mis hijos no están inmiscuidos en el robo de carros!”, los reporteros de la fuente se quedaron impávidos.

-Tal declaración corrió como reguero de pólvora, pero ningún medio lo pu­blicó, excepto TRIBUNA LIBRE -.

A los pocos días, las manos de Felipe González se mancharon de sangre, de sangre inocente y todo cambió en mi vida, mientras Felipe siguió mostrando su lado oscuro:

Y su eslogan de campaña de “Dejo los negocios para ir a la política, no voy a la política para hacer nego­cios”, la hizo añicos, pues se enrique­ció a lo bestia.

Nos enteramos que Felipe González compró 500 hectáreas de terreno en zona hotelera de Puerto Vallarta, en 50 mil pesos, o sea a 10 centavos el me­tro cuadrado, y lo publicamos, fue un escándalo.

También nos enteramos que uno de sus tantos compadres le encargó a su hija, así lo hizo y hasta la llevó a Pa­lacio de Gobierno, pero terminó for­mando otra familia: una pareja, un niño con su cara y una niña que era su vivo retrato.

En el Instituto Estatal de Educación, en donde impuso a quien quería fuera su sucesor, se cometió un escandaloso fraude de cientos de millones de pesos.

-Las sociedades en clínicas y otros negocios afloraron, conservo en mi po­der decenas de sociedades anónimas, por lo que la falta de liquidez terminó en cuanto se sentó en Palacio de Go­bierno: un periodista lo denunció pe­nalmente por enriquecimiento ilícito.

Un luchador social lo enfrentó cuan­do iba a un evento político al Teatro Aguascalientes, sus guaruras lo em­pujaron para hacerlo a un lado, y de nuevo se le volvió a parar enfrente al grito de: “¡Chingue a su madre Felipe González..!”.

Las dos personas, en su momento, fueron a parar en la cárcel, y ambos terminaron trastornados: el primero abandonó el periodismo y el segundo se “suicidó “, así fue.

TÚ NO VAS A SER…

Llega el tiempo de la sucesión gu­bernamental en 2004, Luis Armando Reynoso Femat, exalcalde de Aguas­calientes, acude con Felipe y le dice que quiere ser candidato, lo quiere su­ceder, Felipe le responde con un rotun­do “¡NO, mi sucesor va a ser el doctor Miguel Ángel Ochoa Sánchez!”.

Pero Reynoso no se da por vencido y acude con la Pareja Presidencial y “la señora Marta” se impone a Feli­pe González, quien temeroso de que Luis Armando se las vaya a cobrar, le pide que le haga un lugar en su ga­binete y lo manda a Gobernación, en donde Santiago Creel le da el cargo de subsecretario, ahí ambos, Santiago y él, roban millones y millones de pesos con los permisos para casinos y casas de apuesta.

Y es ahí donde lanza la amenaza: “¡A ese hijo de la… (o sea yo) lo quiero ver sin sus periódicos, arruinado y en la cárcel!”, es entonces que en su men­te anida el huevo de la serpiente y co­mienza a tejer una nueva infamia.

Ya en el Senado de la República afi­na los perversos planes y contrata los servicios del trastupijes abogado Bau­delio Hernández Dominguez, espe­cialista en propiedad intelectual, quien arma toda una trama de falsificaciones para “comprobar” con hechos y factu­ras falsas, que él “edita desde 7 de ju­nio de 1981, TRIBUNA LIBRE y la registra a su nombre en el IMPI, el 6 de octubre de 2003, pagando $2,420.00 (dos mil 400 pesos) por la solicitud y expedición del título de la marca “TRIBUNA LIBRE”.

Para robarme la marca Página 24, trama lo mismo: falsifica notas y fac­turas y pone a una de sus empleadas, Ana Patricia Franco Romo, como propietaria de la marca, que según ella publica desde el 7 febrero de 1987, pero que la registra hasta el 15 de octu­bre de 2003.

Y CON ESTA ME DESPIDO…

Cuando el mercenario y defrauda­dor Baudelio Hernández Domínguez acude con Felipe González para en­tregarle los documentos (solicitud) de los nombres de TRIBUNA LIBRE y Página 24, Felipe González brinca de gusto y grita de gusto: “¡Ahora sí se lo va a llegar la ver… a ese hijo del chin..!”.

Continuará.

* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 1).