“Es Libre, sin Egoísmos y no Tiene Interés Partidista, Económico o de Fama”

Por Benny Díaz

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Juan Espinoza Jiménez (Foto: Facebook Diócesis de Aguascalientes/ Correo Diocesano)

Jesús no fue profeta en su tierra porque cuando llegó a Nazaret a predicar fue rechazado y, aunque tenía sabiduría, no contaba con documentos que lo acreditaban y “tampoco había estudiado en escuela rabínica y lo despreciaron porque era un obrero como muchos más de su aldea”, dijo el obispo de la diócesis de Aguascalientes, Juan Espinoza Jiménez.

Pero Jesús, aun rechazado por los suyos, vio oportunidad porque había más lugares a donde ir a predicar y “por eso las palabras molestan, porque ser profeta es defender los propios intereses, no importa la apariencia, tampoco la mentira y el engaño; porque es ir contra la corriente y dice las verdades aunque duelan”.

El purpurado dijo que vivimos en una “descristianización progresiva y en ocasiones no nos preguntamos si tal vez no estamos colaborando hacia ese rechazo pasivo del mensaje del Evangelio, y poco a poco hemos ido silenciando y creemos que no sirve de algo ser cristiano y no lo manifestamos y por eso hoy más que nunca hay que pedir al señor por la Iglesia, todos los bautizados, todos los creyentes debemos seguir siendo profetas en un mundo de tantas falsas verdades que pretenden imponer a la sociedad con poderes a su medida, engañando y atropellando la dignidad humana”.

Por eso es que “hay que procurar ser testigos de Cristo, porque cuando predicaba el daba vida a donde había muerte, sosiego a donde abundaba la desesperanza y alegría a donde imperaba la tristeza”.

Se dirigió a los padres de familia porque “están viviendo una cruzada porque sus hijos no creen, se niegan a ir a misa y en ocasiones hasta los critican o hieren por su fe, pero no tengamos miedo de ser profetas porque el mundo necesita escuchar la buena nueva del Evangelio”.

A toda la feligresía la instó a que no tengan ningún temor de expresar que son católicos, que creen en Dios “aunque nadie es profeta en su tierra, no podemos dejar de hablar de Dios, aunque haya rechazo”.

También habló de que hay que vivir el presente, como lo hizo Jesús en su momento “porque un profeta vive lo que predica y es terco en sus propuestas y sabe que es su misión, vive sin prejuicios y con naturalidad, se expresa en lenguaje no científico, tampoco diplomático o político, porque es alguien que sabe que no es un charlatán, que su silencio es igual de inquietante que sus palabras y habla con autoridad, sin estar sometido a nadie, es libre, sin egoísmos y no tiene interés partidista, económico o de fama”.