Hay que “Combatir el mal con el Amor”
Por Benny Díaz

Juan Espinoza Jiménez (Foto: Facebook Correo Diocesano)
“Jesús también sintió soledad y abandono de Dios Padre, por eso grita con su último aliento (cuando muere en la cruz) que por qué lo ha abandonado. Ese grito desgarrador no ha quedado en el Gólgota, no ha quedado en una historia muerta, es un grito que sigue resonando en los valles, cerros que cruza lo largo y ancho de los municipios, estados y naciones, es un grito muy actual de tristeza que causamos y que se ha repetido tanto que nos acostumbramos a escucharlo y ya no nos estremece ni nos aterra el horror y sufrimiento de dolor y muerte, se ha anulado el alto impacto del sufrimiento que en la estadística arroja que nos hemos deshumanizado y sólo nos preocupa el sufrimiento propio o de los seres más cercanos, no nos importa el de los demás”, dijo en la homilía de este Domingo de Ramos, el obispo Juan Espinoza Jiménez.
Aquellos que estuvieron presentes en ese momento vieron algo aterrados, dijo, pero para muchos no fue significativo porque estaban presos de la ignorancia, para otros “debieron pasar infinidad de pensamientos por su mente de ver al Señor que se entregaba a la muerte en cruz teniendo como sentido dar la vida por esa humanidad traidora.
Desde la visión humana esto era un fracaso, hasta en ese momento hubo tentación para Jesús cuando uno de los (ladrones) que estaban a su lado le dijo: ‘si en verdad eres el hijo de Dios bájate y bájanos a nosotros’, pero había una encomienda de redimir a la humanidad”.
El jerarca resaltó que el calvario que vivió Jesús “sigue viviendo a lo largo y ancho del país, en cada secuestrado, cada asesinado y cada vez son más; en los últimos años se han multiplicado y es necesario un cambio en la sociedad, un cambio político, sobre todo necesitamos un cambio de corazón en cada uno de nosotros.
Es una pregunta que seguimos haciendo a Dios: ¿por qué nos haz abandonado?, no es posible que el mal, la mentira, el engaño, los que están sufriendo estén triunfando sobre el bien, la verdad es que no nos quedamos solos, pero no sólo hay que agitar las palmas y ayunar los viernes santos, tampoco sólo acudir a las ceremonias litúrgicas, debemos sensibilizarnos ante el sufrimiento por la muerte que nos deja impresionantes lecciones.
“Los invito a meditar la pasión, llevan dos signos: las palmas (ramos) que después ponen en la puerta de su casa o en algún otro lugar y eso significa la victoria de Cristo sobre el mal, la mentira, el engaño, el sufrimiento y la muerte”.
El purpurado también invitó a los fieles a “ver otro signo en la cruz, que es de amor, de entrega, servicio, perdón, reconciliación. Nosotros como cristianos no podemos vencer el mal con el mal, ni la guerra con la guerra, ni la muerte con la muerte, nos toca seguir el camino del Maestro que combatió el mal con amor y el odio con el perdón. Que Dios nos ayude a entender las palabras y a vivirlas”.