“Se Aparenta una Espiritualidad Profunda”, Lamenta
Por Benny Díaz
El obispo Juan Espinoza Jiménez, en su homilía dominical, invitó a “no vivir de apariencias, mentiras, orgullo y soberbia, hay que servir y en Evangelio de Mateo en el capítulo 23 nos habla de la alerta de Jesús sobre el modo de vida caracterizada por la incoherencia y soberbia que dos mil años después sigue dándose, porque hay quienes se comportan como los escribas y fariseos que tenían una conducta que donde decían una cosa y hacían otra”.
Eso se sigue viendo en la actualidad y “tenemos tres tentaciones universales en las que cae todo hombre y todos las tenemos que vivir, y Jesús denuncia que los escribas buscaban ser vistos, lucían vestidos lujosos y los primeros lugares en las sinagogas que son sitios religiosos o banquetes, que son sitios públicos, y exigían a los suyos ser llamados por el títulos de maestros y esta tentación sigue y todos tenemos el peligro de caer en ella y vivir de apariencias y exigir reconocimientos a las demás personas y nos sentimos mal si alguien no nos saluda, hay un resentimiento porque nos ignoran, en el fondo es orgullo y soberbia”.
La otra tentación es que “también se construye la vida sobre mentiras. ¿Cuántos hombres hoy aparentan una condición económica que son incapaces de sostener?, presumen de relaciones políticas y sociales que no tienen, estudios, viajes al exterior que nunca han realizado, éxito profesional que realmente no tienen, todo porque construimos la vida sobre mentiras”.
La tercera tentación es “tener una existencia irreal y utópica, tenemos ejemplos claros: Matrimonios en donde se acabó el amor y se vive de apariencia ante los demás, cuando el colegio o universidad al que asisten, clubes sociales, son imposibles de pagar y de cara a la familia amigos se sostiene como si fuera real pero no lo es. Muchas veces están ahogados de deudas porque pensamos que valemos por el lugar donde habitamos, el colegio de prestigio donde estudian los hijos”.
Otro ejemplo es “cuando nos endeudamos comprando inmuebles o vehículos que no somos capaces de pagar con la intención de sostener una vida irreal, somos esclavos de las apariencias, tal como lo hacían los fariseos y escribas en tiempo de Jesús”.
Esto también se da en lo religioso porque “se aparenta una espiritualidad profunda, venimos a misa, nos arrodillamos, rezamos el rosario, hacemos novena, colocamos distintivos, no sólo los adoradores, también otros pensamos que no solamente estamos viviendo de apariencias y decimos una cosa y hacemos otra”.
A estas realidades Jesús también tiene un mensaje en donde propuso puertas de salida: “enseñó al hombre que lo importante es el servicio y afirma que el mayor entre ustedes sea servidor y aplica para el magisterio, nos dice que el poder y el servicio no es en la dominación, sólo los verdaderamente grandes lo hacen ante Dios y de paso con los hombres dando testimonio y teniendo una entrega servicial hacia los demás y eso es para el responsable de una empresa, el profesor, el sacerdote, el obispo, los servidores públicos, el alcalde, la gobernadora… si realmente la vida es de servicio a los demás debe ser un servicio desinteresado, cumpliendo una misión y no cayendo como los fariseos y escriban que dicen una cosa y hacen otra”.
Otra de las puertas de salida es que en lugar de esas falsas apariencias haya humildad, porque las tribulaciones “nos hacen madurar y reconocer que no valemos por los reconocimientos humanos, sino ante Dios y la vida trae humillaciones: en la vejez, enfermedad, soledad, fracaso, porque entonces tanta vanidad, orgullo y soberbia nos lleva a que aprendamos que la humildad es lo que nos hará libres y estaremos serenos para vivir”.
La tercera puerta “es reconocer la cruz que cargó Cristo es la que ilumina el camino a seguir. La existencia de sufrimiento purifica, el dolor no lo deseamos, pero cuando llega nos despoja de vanidades y acerca a la verdad profunda de que somos frágiles y fácilmente puede llegar una enfermedad, fracaso económico, descrédito social y es para que reconozcamos la fuerza del Señor, tomemos la cruz y haya una entrega para que esa cruz que nos humilla nos haga superar el engaño de las apariencias y vanidades humanas”.