José Armando Busca a su Hermano, Extraviado en Luis Moya, Zacatecas

Por Benny Díaz

Fotografía relevante a la nota.

José Armando Castillo Miranda

José Armando Castillo Miranda tiene un año viviendo entre Aguascalientes y Zacatecas, la mayor parte del tiempo en la entidad. Es hondureño y está “varado” en su camino hacia Estados Unidos porque desde hace 12 meses su hermano “desapareció” en el municipio de Luis Moya y la respuesta que ha obtenido de las autoridades de ese estado es: “no lo podemos buscar, es difícil, él ya está muerto o anda con los de ‘la maña’”.

En entrevista con Página 24 José Armando vence el miedo, ese que siente no de ahora, desde que estaba en su natal Honduras, país que tuvo que dejar porque una bala perdida “por el pleito entre pandillas”, mató a su mujer, la madre de sus dos hijos, mismos que quedaron a la deriva porque ante la violencia y falta de oportunidades se vio obligado a migrar hacia Estados Unidos en busca del “sueño americano”.

Emprendió la aventura con sus dos hermanos: primero salieron dos, él y el mayor, del que se reserva el nombre porque ya logró pasar a territorio estadounidense.

“Yo no pude porque la familia que tenemos allá sólo podía hacer pasar a uno y lo hicieron con él. Yo me aventuré en territorio de Tamaulipas y como no pagué por hacerlo, me agarraron y me metieron una ‘tabliza’, me dejaron tan golpeado que tuve varias fracturas y me mantuvieron en el hospital por meses en Monterrey”.

Entonces salió de Honduras su otro hermano, Kolvin Steven, con quien se encontró en Guadalajara pero “él decide separarse de mí porque conoció a una mujer y decidió buscar llegar a la frontera, pero en Luis Moya se le pierde la pista”.

José Armando ya estaba nuevamente intentando pasar a Estados Unidos “cuando mi hermana, desde Honduras, me informa que se le pierde la pista a Kolvin en Zacatecas y yo me regreso a buscarlo”.

Por ser indocumentados, “invisible”, sin derechos, nadie le hace caso. Ni denuncia por desaparición le quisieron tomar en la Fiscalía de Zacatecas, “me dijeron que era muy difícil buscar a una persona así (migrante), me desalentaron, porque dicen que ya está muerto o en poder del crimen organizado”.

El miedo es la constante del día a día de este hombre de 24 años que sobrevive vendiendo dulces en las calles de Aguascalientes, “a donde me vine porque al desaparecer mi hermano ya no quiero estar en Zacatecas. Voy seguido a poner fotos de él en Fresnillo, Calera y otros municipios, pero no me quedo allá”.

La información que ha logrado recaudar durante un año es que “llegó a un lugar para migrantes y que lo echaron de ahí porque no estaba bien psicológicamente, pero cuando yo lo vi en Guadalajara estaba bien. Es todo lo que sé. De la mujer tampoco tengo ningún dato”.

En Aguascalientes a veces consigue trabajo “en donde no me piden documentos”, pero le pagan lo que quieren y lo despiden cuando les da la gana, porque nuevamente es alguien sin derechos.

“Vendo los dulces y permanezco en la calle hasta que acabo (una bolsa de caramelos sabor tamarindo), con eso compro algo de comer y cuando puedo mando dinero para mis hijos, el más grande tiene 10 años y va a la escuela”.

Regresar

José Armando se encuentra dividido emocionalmente porque “si me voy es renunciar a mi hermano, nadie lo buscaría nunca más, pero también necesito llegar a Estados Unidos para trabajar, juntar dinero suficiente para regresar a mi país y poner un negocio y poder estar con mis hijos”.

En Aguascalientes ninguna autoridad lo ha volteado a ver, es invisible para la mayoría pero asegura que “no me discriminan, como ocurre en Jalisco, en donde me ven y esconden la bolsa o lo que lleven porque creen que los voy a robar… están en su derecho, tal vez es mi aspecto y el extranjero soy yo”.

Hay días “en que ando con desánimo, pero quiero pensar que mi hermano Kolvin logró pasar a Estados Unidos y por su voluntad no quiere que sepamos de él. No hay una razón para eso, pero es lo que me ayuda a seguir”.

Así logra sobreponerse ante esa realidad cruda y dura: Kolvin Steven forma parte de los otros desaparecidos en México… los invisibles y los que no cuentan, sólo para aquellos que los aman.