Homilía del Obispo en el Domingo de Ramos
Por Benny Díaz
“La pasión de Cristo se divide en tres escenas: la última cena, la acusación ante las autoridades romanas y el sufrimiento y muerte”, recordó el obispo Juan Espinoza Jiménez en la homilía del Domingo de Ramos, en donde hubo una procesión para recordar, de acuerdo a la tradición católica, la entrada de Jesús a Jerusalén.
El prelado recordó que este evento fue un avance de la traición que comenzó como una celebración y cantando “hossana, bendito el que viene en nombre del señor y luego esa misma multitud gritó que lo crucificaran”.
Agregó: “Jesús siguió los llamados según el propósito de Dios padre y con humildad ingresó a Jerusalén, contraria a la arrogancia del rey Herodes quien necesitaba todo un ejército en esa misma ciudad mientras que Dios humildemente lo hizo en una bestia como lo es el burrito y no en un caballo, como lo hacían los reyes de la antigüedad, y hoy se repite ese dolor con los bautizados que son los representantes de Cristo y en contraparte está la arrogancia, exhibición, poder, riqueza, fama, grandiosidad aparente de los líderes y gobernantes de hoy”.
El prelado dijo que Jesús murió todos los seres humanos se hizo solidario con el dolor humano y siendo Dios no disminuyó para nada y siendo “rey de reyes y señor de señores vivió la pasión y se convirtió en el salvador y la cruz es símbolo de esperanza y aceptó morir herido y crucificado y es el misterio que celebraremos y viviremos en los días santos”.
Con esto, dejó el amor al aceptar “la muerte en cruz y queda en la eucaristía que instauró en la última cena y por amor ordena a los primeros sacerdotes que fueron sus apóstoles, sabiendo que lo iban a traicionar, renegar, olvidar y bendice a la multitud que más tarde le daría la espalda y gritaría que lo crucificaron”.
El obispo resaltó que “Jesús no se da por pedacitos y en todo momento estuvo en oración, pero se sintió solo, abandonado, traicionado, escupido y cuando ha sido crucificado cuando estemos en problemas nadie se interesa por nosotros y el salvador experimentó la soledad, en la actualidad sigue existiendo el dolor y sufrimiento a través de muchas personas que los ven como miserables, excluidos, ancianitos que viven solos, enfermos y abandonados”.
Todo eso tiene su recompensa desde la fe católica, afirmó: “Jesús murió solo y con mucho dolor y pasó por eso tan duro y tenía que abrir las puertas de la salvación y para eso la cruz, el dolor y la muerte fueron la llave para abrir la gloria”.