
José Antonio Arámbula López
Tremendo Problema
LO QUE dio a conocer ayer el alcalde de Jesús María, José Antonio Arámbula López, sobre la situación que casi es “cultural” en ese municipio, donde abandonar de todas las formas a los hijos, hacerlos desempeñarse en cosas nada sanas y sobre todo decirles que se vayan de casa porque “son una boca más que mantener” es, de verdad, para que se prendan todas las alertas.
SI ESTO se repite de generación en generación, es urgente que se rompa ese círculo, para que aquellos padres desobligados, que quién sabe por qué razón forman una “familia” y tienen hijos para que a las primeras de cambio los abandonen, aprendan las formas para no traer seres humanos al mundo.
SI LOS que llevan al DIF Estatal para que tenga su guardia y custodia y ya han andado en situaciones de ser quienes surten la droga, la consumen o se prostituyen, el paquetote es enorme para sacarlos adelante.
PEOR, SON menores de seis a ocho años, entonces en lo que las autoridades correspondientes analizan el caso, ven si se pueden reencontrar con sus padres o la familia extendida, pueden pasar años.
SI DE PLANO no se puede, entonces se pierde la patria potestad y los menores son liberados jurídicamente para que puedan ser adoptados por otra familia, pero a esa edad es misión casi imposible, porque en lo que hacen todas las averiguaciones y tratan de convencer a los suyos de que los reciban y vivan en un ambiente sano, mínimo transcurren tres años.
LOS NIÑOS serían pre o adolescentes y sus posibilidades de tener una familia que sí los acepte y ame, se haga responsables de ellos y no le saquen al parche como los que los procrearon, son mínimas.
ES CUANDO da coraje de que haya quienes no merezcan procrear, porque es fácil tener sexo y que queden embarazadas las mujeres para luego todos desentenderse de ese ser humano o peor convertirlo en delincuente u obligarles a prostituirse, cuando hay quienes desean con el alma convertirse en padres y biológicamente no pueden.
LUEGO RECURREN a la vía de la adopción y se encuentran con un muro de burocracia en donde pueden pasar años para que puedan encontrarse y a veces, ni todo el deseo de ser padres de esos menores, ni el amor y cuidados son suficientes para sanar la mochila de dolor que vienen cargando los que son inocentes y pagan las tonterías de aquellos que nunca los merecieron. (BDR)