“Traen Imágenes de San Judas Tadeo”

Por Benny Díaz

Fotografía relevante a la nota.

Juan Espinoza Jiménez (Foto: Facebook Correo Diocesano)

“Quienes se dedican a asesinar a sus hermanos, muchos que son violentos, traen imágenes de San Judas Tadeo, también se persignan, rezan y piden la bendición para ir a hacer bien su ‘trabajo’. Me ha tocado ver, donde he estado, en Michoacán, me encontraba grupos que iban de creyentes. Es una gran contradicción porque servían al dios de la oscuridad y la amargura, a la corrupción; los cristianos no podemos estar haciendo cosas que no debemos, que nos alejan del Evangelio”, dijo en su homilía, a los que asistieron a la misa de 10:00 de la mañana a Catedral, el obispo Juan Espinoza Jiménez.

Esto porque “Jesús invita a ser sal en la tierra y luz del mundo, son dos parábolas sencillas que nos hace comprender muchas cosas porque la luz no hace ver las cosas más bonitas, de colores, hacer una relación de fe y hacer cosas buenas por los demás. La sal siempre se ha utilizado, a lo largo de la historia ha tenido un papel protagónico, en la antigüedad era un antiséptico y daba sazón a la comida y también se usaba para conservar los alimentos, hay que medir la cantidad para que no eche a perder los alimentos”.

Los creyentes en Jesús “podemos ser luz, dando lo que podemos, abriendo nuestra casa al forastero, dar de comer al hambrien­to y no haciendo daño a los hermanos, no participar en las injusticias ni en actos de corrupción, no siendo falsos”.

La sal, en la parábola, significa que “hay que dar sabor nuestra vida cristiana, porque hay aquellos que dicen ser cristianos y están amargados, siempre renegando, tristes, des­animados, desalentados y si es así es como si no creyéramos en la resurrección, entonces es en un dios muerto que ha fracasado, sin embargo Jesús está vivo y vino a traer paz, enseñarnos el camino del amor y quiere que seamos luz, siempre en función de otros y de sí mismos”.

El obispo resaltó que “la sal tiene una función en favor del otro, no de sí misma. Se diluye en la comida de forma discreta, no aparece como protagonista, pero da sabor y transforma los alimentos”.

Aquellos que se digan católicos y creer en Cristo “debemos reflejar esa luz en el mundo, que es la que Dios nos da desde la bondad y misericordia, hay que demostrar el interés por el otro y podemos empezar por la familia. Qué bonito es que papá y mamá iluminen a sus hijos y que sean sabor y amor, misericordia, perdón y luz para su familia. Que den amor a sus hijos, que los hagan vivir sus luchas, trabajar, los corrijan en las cosas negativas y los iluminen en sus oscuridades y equivocaciones. Por todo esto, como creyentes no podemos vivir amarga­dos, tristes y pesimistas, Cristo vino a darnos vida, por eso, a pesar del sufrimiento que tengamos, hay que darle sentido a lo que Dios nos ha regalado todos los días”.