Por Luis Arturo Sosa Barrón*
AL MOMENTO de redactar esta líneas en Japón ya es 4 de enero y ya salió a la venta la revista Weekly Shonen Jump número 5-6 en la que se publicó el capítulo número 1000 de One Piece, obra de Eiichiro Oda, de quien se pueden decir muchas cosas, sobre su estilo de dibujo o su monstruosa narrativa, porque ¿cuántos autores logran tras más de dos décadas de serialización mantener el interés de un público, ya no sólo en su país sino en el mundo entero?
LO ANTERIOR no es poca cosa, sobre todo tomando en cuenta que vivimos en la época de la inmediatez, en la que los productos del entretenimiento tienen que buscar formas de mantener interesado a un público que cada vez se engancha menos con producciones largas, en este contexto One Piece sigue dando de qué hablar.
A TAL GRADO de que podemos considerar este momento como un hecho de relevancia histórica para la industria de la novela gráfica japonesa, no por nada la editorial Shuiesha desde septiembre del año pasado se dedicó a desarrollar la campaña #OnePiece1000Logs a través de las redes sociales del staff de One Piece, en la que se incluyeron no sólo la portada doble compartida entre los número 3-4 y 5-6 de la Shonen Jump, sino publicaciones semanales, videos conmemorativos y colaboraciones especiales de otros mangakas.
¿DE QUÉ trata One Piece? A grandes rasgos, es la aventura de Monkey D. Luffy, un joven que en compañía de sus amigos se aventura en el mar a la búsqueda del tesoro denominado el “One Piece”, el cual fue dejado atrás por la única persona que ha logrado surcar todos los mares, el denominado “Rey de los Piratas” Gol D. Roger, para lo cual no sólo debe reclutar navegantes sino enfrentarse a otros piratas y a la organización que los rige, el Gobierno Mundial y su brazo armado La Marina.
PERO, ¿QUÉ hace tan interesante a esta historia? No pretendo dar respuesta a una subjetividad como esta, puesto que para algunos será su estilo de dibujo, su diseño de personajes, sus peleas, sus momentos tristes, su adaptación animada, etcétera, aunque de manera personal, lo que me atrapó hace ya casi 15 años fue el sentido principal de la obra: el romance entendido como sinónimo de aventura.
Y ES QUE Oda retoma elementos del subgénero literario “relatos de viajes”, muy populares entre los siglos XVII y XVIII y que fueron satirizados por Jonathan Swift en Los viajes de Gulliver (1726), en conjunto con elementos de la literatura sobre la piratería propios de La Isla del Tesoro (1883) de Robert Louis Stevenson o El Capitán Blood (1922) de Rafael Sabatini, en donde la imagen del pirata, el mar, la aventura y el ir descubriendo sitios nuevos representan un sinónimo de libertad.
MEZCLAN LO anterior con datos históricos sobre la piratería y los elementos más representativos de los shonen nekketsu: un protagonista con una fuerte convicción que no se rinde ante las adversidades para cumplir su objetivo, dan por resultado una historia que a la fecha acumula mil capítulos, 97 volúmenes recopilatorios en formato tankobon, una adaptación animada con 957 episodios emitidos, 14 largometrajes, una serie live action que actualmente está siendo producida por Netflix y el Record Guinness a la mayor cantidad de copias editadas por un único autor a finales de 2014.
PERO EL principal elemento que para mí explica todo lo anterior, es la capacidad narrativa de Eiichiro Oda, un autor reconocido por usar de manera magistral el recurso literario que en inglés es denominado “forshadowing”, en el que el escritor sugiere diferentes desarrollos argumentales que tal vez más adelante se presenten en la trama, lo cual sirve para mantener atento a los lectores al desarrollo de la historia, a tal grado que a la fecha la comunidad de seguidores de esta obra no sabemos qué es y/o qué significa el propio título de la obra.
DENTRO DE lo anterior se encuentra lo que a mí, como un lector que actualmente es historiador y que ha seguido la publicación por más de una década le fascina, la trama que nos muestra cómo una organización gubernamental que ha regido el mundo en el que se desarrolla la historia por más de 800 años se ha dedicado a censurar un siglo de historia, provocando genocidio para silenciar a arqueólogos e historiadores y que precisamente la llave para desenmascarar el misterio es la investigación de una de las protagonistas, la arqueóloga Nico Robin, siendo sólo uno de los tantos trasfondos que el autor maneja en esta maravillosa y monstruosa obra.
ESTAS LÍNEAS no le hacen justicia a la obra de un autor como Eiichiro Oda, por lo que hago la invitación a que si buscan experimentar y vivir la aventura en compañía de Monkey D. Luffy y su tripulación pirata, lo mejor es hacerlo de primera mano leyendo y/o viendo One Piece, ya que afortunadamente hoy contamos con medios legales para verla, ya que el manga se publica en México además de poder leerlo semana a semana gratis en la aplicación oficial de Shueshia MangaPlus y el anime podemos disfrutarlo a través de servicios como Netflix y Crunchyroll.
NO ME RESTA más que agradecer al autor por el enorme esfuerzo invertido a lo largo de 23 años, y aunque es más que poco probable que lea estas líneas, muchas gracias por estos años, pues mi historia de vida no se entiende sin la influencia que One Piece ha tenido en mi cotidianeidad. Muchas gracias Eiichiro Oda, este es un pequeño tributo de uno de tus miles de seguidores de todo el mundo.
* Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Actualmente ejerce como historiador archivista en el Taller de Conservación y Restauración del Patrimonio Mueble del Instituto Cultural de Aguascalientes.