Por Monserrat Vázquez
PARECIERA QUE hay ya muchos indicios de que estamos de vuelta en el tipo de argumentación de la postguerra del siglo pasado: la derecha alertando sobre los peligros del socialismo, también la derecha retomando el discurso de xenofobia, aporofobia y antiinmigrante; la Doctrina Estrada a la que recurrió el presidente de México para justificar su postura ante el conflicto diplomático con Venezuela (muy similar a la que adoptó también frente a Cuba por aquellos años) y la necesidad de hablar de neoliberalismo, porque aunque su estudio y auge inicia en los años 50, el presidente sigue recurriendo a este concepto en varios de sus discursos matutinos.
EN MUCHAS ocasiones, el presidente López Obrador le ha atribuido los grandes problemas que aquejan a la sociedad mexicana al neoliberalismo. El presidente, y citando, menciona que “el neoliberalismo ha causado un daño en lo económico, lo material, y ha destruido familias. Las cárceles están llenas de jóvenes, quienes pierden la vida son jóvenes, por causa del neoliberalismo”. Entre politólogos, hemos llegado a conceptualizarlo a través de varios economistas, pero quizás la acepción más acertada es la de Friedrich Von Hayek, quien ha sido denominado el padre del neoliberalismo. Este economista austriaco fundó la escuela bajo la cual se ha estructurado el modelo económico de Estados Unidos y gobiernos como los de Margaret Thatcher o Augusto Pinochet fueron legitimados.
VOLVAMOS UN poco a los orígenes del neoliberalismo. En 1689, el Inglés John Locke publicó un pequeño libro llamado “Ensayo sobre el gobierno civil”, donde la principal tesis es que el hombre tiene un derecho natural a la propiedad, contemplado en una suerte de contrato iusnaturalista con cláusulas individualistas. Ahora bien, el argumento inicial de Von Hayek es que los modelos económicos y el flujo de capitales son procesos tan complejos y autónomos que el Estado por sí mismo es incapaz de vigilarlos, de regularlos y sobre todo de intervenirlos; por lo tanto, la Justicia Social y la intervención estatal en tareas sociales y económicas deben ser eliminadas; de ahí precisamente nace su teoría del Estado mínimo.
BAJO ESTE modelo, el Estado debe tener la única función de brindar un marco jurídico que únicamente garantice las reglas del modelo económico. Por lo tanto, el neoliberalismo es la privatización de las empresas y actividades de regulación económicas del Estado, así como la disminución de programas sociales y el límite a los poderes sindicales, siempre salvaguardando el poder privado incluso por encima de la voluntad social.
RECUERDO QUE hace algunos meses, Germán Martínez Cázares, actual titular del IMSS, en tribuna y durante una sesión dura y con los ánimos un poco calientes, dijo que la oposición quería un gerente; no un presidente. Cuando AMLO habla de los grandes males del neoliberalismo, se refiere precisamente a la sujeción del Estado a los poderes fácticos, al lobbying por parte de las grandes compañías y de la forma en la que ejercen presión y favores a legisladores y jueces; a la incapacidad del Estado de proveer condiciones favorables de vida en un país con 65 millones de pobres, a quienes bajo este modelo no han podido beneficiarse de un modelo manejado por intereses privados, al crecimiento de monopolios que han agravado la crisis de desigualdad y diferencias sociales, donde el sector económico tiene un crecimiento del 26% anual mientras que el PIB nacional del 2%, a la nula existencia de políticas sólidas de combate a la pobreza o acceso a la educación.
EN UN PAÍS donde aún se lucha por el reconocimiento de derechos humanos fundamentales, de la visibilización de grupos vulnerables (recordemos que las grandes potencias de Occidente lidiaron hasta muy tarde con la integración de indígenas) y el concepto de dignidad humana fue agregado en la CPEUM hasta 2011 con la Reforma Humanista; donde la forma que ha tenido la democracia mexicana de justificarse es por medio de programas sociales que en realidad nunca fueron paliativos ante el aumento de la pobreza extrema durante todos sus sexenios neoliberales y el grueso de pobres era la fábrica de votos del PRI durante muchos años (y después del PAN), donde quizás la aplicación del modelo no ha sido la óptima y quizás debió aplicarse como en Corea del Sur o Alemania; por ello en México un Estado Social no sólo es imperativo, es una forma de supervivencia.