Por Adrián Gerardo Rodríguez Sánchez
HACE UNOS meses compré tres libros. Son delgados, un poco más grandes que el tamaño de un pasaporte y de un papel ya amarillo. Los compré porque estaban muy baratos (me gasté 45 pesos). Pero también porque son de autores de calidad a los que se tiene difícil acceso en México. Se trata de una antología de cuentos de Cesare Pavese, otra de poesía norteamericana del siglo XX y una de cuentos fascinantes de un autor que no conocía: Bret Harte. Los tres pertenecen a una colección que se llamó “Biblioteca Básica Universal”, perteneciente al Centro Editor de América Latina. Me entero que esta editorial argentina fue reconocida por la calidad de quienes participaron en las colecciones, por el precio económico de sus libros (que los hacía llegar a amplios sectores sociales), además de que era una empresa poco rentable (quebró en 1995, después de operar casi 40 años) ¿Qué lecciones podemos aprender de esto para entender la Estrategia Nacional de Lectura lanzada por el nuevo Gobierno en México?
POR UNA parte, sostener que el precio de los libros no influye en la generación de lectores, es una terquedad. Es cierto, abaratar los costos no es suficiente, pero es una condición necesaria para la creación de lectores, y aún así no se había considerado seriamente llevarlo a cabo, hasta ahora. Por otra parte, la comentocracia se lanza contra sólo uno de los puntos de la Estrategia. Si se amplía el abanico, existe un gran trabajo de coordinación entre varias instancias federales, además de nuevas tareas, entre ellas, crear Clubs de Lectores en todas las normales y establecer más de cien nuevas bibliotecas en todo el país; trabajar en conjunto con universidades y centros académicos; formar una nueva colección llamada “Vientos del Pueblo”, cuyos ejemplares costarán 15 pesos. A esto se suma las giras del LibroBús por muchas ciudades y una transmisión semanal llamada “Desde el Fondo”, donde Paco Ignacio Taibo (próximo titular del Fondo de Cultura Económica) comenta el trabajo avanzado y por hacer. Quizá lo más entusiasta es el llamado a todos los lectores a que se sumen como voluntarios al proyecto, enviando un correo a la cuenta fcevoluntarios@gmail.com. Parece que que estamos en una auténtica cruzada nacional por la lectura…
¿A QUÉ otras cosas le tiene miedo la comentocracia? Dice que el modelo estatista de lectura desaparecerá las editoriales y librerías privadas, cosa difícil de sostener, porque estas dependen de un público específico (a veces muy elitista), que está alejado de la totalidad del pueblo, al que se busca llegar con la nueva Estrategia. También dicen temer de los contenidos de los nuevos libros a editar, porque pone en peligro la diversidad y pluralidad, ejes de la democracia. Ya Taibo señaló que se digitalizarán las obras completas de Octavio Paz y Alfonso Reyes (que abarrotan los almacenes porque nadie los compra) para que lleguen a más personas. Además, en la página electrónica del FCE se puede ver la crítica que Rafael Pérez Gay hace a la Estrategia, (1) en entrevista con Leo Zuckermann. ¿Entonces, por qué tanta fobia?
Nota
1. https://www.fondodeculturaeconomica.com/ImpresionDetalle.aspx?fec=2019/01/30&id_desp=96663