* El Teatro Morelos: Monumento Histórico de la Nación
Por Vicente Agustín Esparza Jiménez / Centro INAH Aguascalientes
A PRINCIPIOS de 1882 se formó una junta constructora de teatro encabezada por el gobernador del estado Rafael Arellano Ruiz Esparza en calidad de presidente; José Bolado como vicepresidente; Luis de la Rosa y Carlos M. López en calidad de vocales; Juan Aguilar en el cargo de tesorero y Felipe Ruiz de Chávez como secretario. El lugar que se designó para la obra fue el edificio conocido como la Alhóndiga, al costado sur de la iglesia parroquial, en la antigua calle del Beneficiado o del Lego, conocida así porque en esa arteria vivía el cura párroco.
PARA LA construcción del teatro también se contó con el apoyo de varios accionistas, algunos de ellos pertenecían a la élite local: Miguel Rul, Felipe Nieto, Guillermo Puga, Pedro Cornú, Jesús Díaz de León, entre otros. Los trabajos de construcción iniciaron el 31 de agosto de 1882 bajo la dirección del ingeniero José Noriega y las decoraciones del Morelos estuvieron a cargo del pintor escenográfico Rosendo A. Tostado, quien realizó ocho decoraciones en el foro y dos telones de boca; “Safo”: representaba una noche tempestuosa a orilla del mar en la cual destacaba la figura de una mujer vestida con túnica blanca sujetando una lira de oro. Posteriormente (1895) este telón fue sustituido por otro que representaba la escena de un circo romano y que fue obra J. Trinidad Ramírez Mercado e hijos (José María y Rafael), artistas oriundos del municipio de Asientos, Aguascalientes.
LOS MATERIALES de construcción como piedra y madera fueron extraídos de lugares de la región y de Europa se trajeron cien quintales de fierro laminado para techar el edificio, que se concluyó el 31 de julio de 1885. Finalmente, después de algunos contratiempos el Morelos se inauguró el 25 de octubre de 1885 ante aproximadamente mil personas (que era la capacidad del teatro) con la obra La Muerte Civil, del dramaturgo italiano Paolo Giacometti y representada por la compañía del actor español Leopoldo Burón.
DURANTE EL porfiriato el Morelos se convirtió en el máximo símbolo de progreso, civilización y modernidad de la ciudad. Tuvo diferentes usos, en especial como sala de espectáculos teatrales, de circo, magia, ilusión, magnetismo, hipnotismo, ventrilocuismo y sala cinematográfica, uso que tendría después de la Convención de Aguascalientes llevada a cabo en esta capital entre octubre y noviembre de 1914 en la que se reunieron los diferentes grupos armados del país para intentar un dialogo y consenso respecto al rumbo político que debería seguir el país.
ENTRE 1914-1930 el Teatro estuvo arrendado al empresario Federico Bouvi, quien ofrecía espectáculos de zarzuela y cinematógrafo. Dos nuevos empresarios surgieron entre 1931-1937: Raúl Morán, sobrino del expresidente municipal y gobernador Rafael Quevedo (1929-1932) y a partir de 1933 Guillermo Azco Camarena, primo hermano del gobernador Enrique Osornio Camarena (1932-1936). En este periodo se modificó la arquitectura original del teatro, dado que durante la administración de Azco, el gobierno del estado y el municipal, encabezado el primero por el dicho Osornio y el segundo por el ferrocarrilero Pedro Vital, reformaron radicalmente la sala, ya que ampliaron en más de 200 lugares la luneta, así como las plateas y palcos primeros, quedando el lunetario con una capacidad para 900 personas y “algo más de 900 en plateas y palcos primeros”. Además, se instalaron departamentos sanitarios del tipo más moderno que se conocía en esa época. En resumen, se achicó el escenario y se agrandó el lunetario, lo que ocasionó que el teatro tuviera una mala acústica.
CON LAS “mejoras” hechas al inmueble se siguieron ofreciendo funciones teatrales y de cine, pero también el gobierno utilizaba el teatro en fiestas patrióticas, veladas culturales y celebraciones escolares, pero a partir del 21 de septiembre 1937 surgió la figura de Miguel Jury como nuevo empresario del Morelos, quien pretendió derribarlo en 1959 para construir una moderna sala de proyecciones cinematográficas. Al conocerse la noticia diferentes voces se opusieron al proyecto: prensa y promotores culturales. Empero, el empresario Miguel Jury arguyó que no se demolería, pues únicamente se trataba de obras “que subsanen las necesidades de la cultura del pueblo de Aguascalientes”. También el gobernador ingeniero Luis Ortega Douglas argumentó que solamente se trataba de “reparaciones o acondicionamientos en el Teatro Morelos” y que no se había firmado contrato alguno de compraventa con el señor Jury, como se había anunciado en la prensa local, ya que el teatro era un “monumento Nacional” que pertenecía a la Secretaría del Patrimonio Nacional. Incluso mostró algunas copias de oficios enviados al presidente Adolfo López Mateos en los que se estipulaba la urgente reconstrucción del teatro, “dado el carácter que ostenta como monumento nacional ligado a la historia de la Revolución Mexicana”.
PASARON LOS meses y años, y no se reconstruyó el Teatro Morelos sino hasta el cincuentenario de la Convención de Aguascalientes, ya que por segunda vez sufrió una nueva remodelación y se dejó casi igual como se encontraba en 1914. La obra estuvo a cargo del arquitecto Roberto Álvarez Espinosa, quien inició los trabajos en octubre de 1963 y los concluyó en octubre de 1964. Prácticamente el Teatro Morelos fue semi-demolido, excepto la fechada, para luego ser reconstruido. Se demolieron el escenario, los entrepisos, los palcos, la galería, etcétera, todo fue echado abajo y vuelto a levantar con nuevos y más duraderos materiales de construcción con base en la “ingeniería moderna”.
A FINALES de marzo de 1993 se reunió en la ciudad de Aguascalientes toda la “Familia Revolucionaria”: el presidente de la República, los miembros de su gabinete, los gobernadores de todos los estados del país, los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, diversos funcionarios federales y más de dos mil delegados, con el propósito primordial de realizar la XVI Asamblea Nacional del tricolor, supuestamente atender a las bases, así como reformar la estructura y documentos fundamentales a las nuevas necesidades del país.
EL ENTONCES gobernador de la entidad sede, licenciado Otto Granados Roldán (1992-1998), aprovechó la ocasión para que el presidente Carlos Salinas de Gortari declarase al Teatro Morelos monumento histórico, no obstante que desde junio de 1963 la legislatura local ya lo había hecho. En efecto, Salinas de Gortari “en la Residencia del Poder Ejecutivo Federal, en la Ciudad de México, Distrito Federal, a los veintinueve días del mes de marzo de mil novecientos noventa y tres”, decretó al Teatro Morelos monumento histórico porque “fue el lugar donde se llevó a cabo la histórica reunión llamada Soberana Convención de Aguascalientes, además de ser una construcción de carácter civil público de gran relevancia dentro del contexto del Centro Histórico de la Ciudad”.
Fuente: Luciano Ramírez Hurtado y Vicente Agustín Esparza Jiménez, “Teatro Morelos de Aguascalientes: monumento histórico e instrumento de legitimidad política”, en Boletín de Monumentos Históricos, INAH, Tercera época, núm. 34, mayo-agosto de 2015, pp. 61-79.