La Feria y el Circo que se fue
Por Vicente Agustín Esparza Jiménez / Centro INAH Aguascalientes
ANTES DE que apareciera el circo como tal, las ferias de los pueblos eran animadas por pequeños empresarios ambulantes que presentaban maromeros y personas deformes, sobre todo niños. Por ejemplo, en 1784 una compañía ambulante exhibió en la ciudad de Aguascalientes al niño con un solo ojo.
LA PALABRA maroma deriva del árabe “mabroma” y se refiere a una cosa que puede retorcerse como una cuerda de cáñamo. Los maromeros montaban en cualquier lugar espectáculos que procuraba la diversión de las clases más humildes. La función de maroma durante la época colonial y el siglo XIX incluía la presentación de un funambulista o alambrista, algún malabarista que retorcía su cuerpo y un cómico o gracioso que divertía a la gente con sus gestos y monólogos insulsos. En Aguascalientes el lugar más común para este espectáculo era el llamado “Corral de las Maromas”, donde años después se instaló el Salón de Exposiciones, a un costado del templo de San Marcos.
DURANTE EL Porfiriato (1876-1911), las funciones de maromas disminuyeron debido a las restricciones oficiales, pues eran frecuentes los desórdenes y riñas causados por el exceso de alcohol que consumían los asistentes. La disminución de los maromeros y acróbatas durante el Porfiriato también obedeció a que no pudieron competir con los circos que presentaban animales amaestrados, asimismo, en ocasiones llegaron a incorporar a los maromeros y payasos notables como Ricardo Bell o Pedro López “Pepino”, oriundo de Aguascalientes.
EL CIRCO moderno se fundó en Inglaterra por Philip Astley (1742-1814), el primero en diseñar una pista de circo circular para sus actos ecuestres. En 1782 Charles Hughes utilizó por vez primera la palabra circo cuando ofrecía sus espectáculos en el Royal Circus. El primer espectáculo de circo en la ciudad de México tuvo lugar en 1808, con el Real Circo de Equitación del inglés Philip Lailson. Hubo suertes ecuestres, actos de malabarismo a cargo del propio Lailson y la participación de un mono vestido de general francés que leía su sentencia.
UNO DE los primeros empresarios de circo que hubo en México fue Soledad Aycardo, quien empezó dando funciones en la ciudad de Monterrey en 1841. Aycardo participó en el circo como jinete, acróbata, payaso y titiritero hasta su muerte en 1887. En 1864 hizo su aparición el circo italiano de Guiseppe Charini, quien permaneció en la ciudad de México durante mucho tiempo. En 1868 debutó el Buislay, y en 1869 el que dirigían los hermanos Bell, de origen británico. En este último participaba el pequeño Dick con una gustada suerte hecha a lomos de caballo; Dick sería famoso durante el Porfiriato por montar excelentes pantomimas en el circo Orrin y por ser el primer clown o payaso de México.
PARA LA feria de 1871 llegó a Aguascalientes el circo Góngora, el primer circo moderno que se presentó en la ciudad. Su espectáculo consistía en ejercicios ecuestres y de acrobacia; Participaban varios jinetes, una equilibrista de seis años de edad, el volatinero Pepe Ledesma, los trapecistas Aguilera, el niño Codona, el trampolinista Ruiz con su doble salto mortal, el “clown” mexicano Ramírez, el equilibrista Pedro Erelin con su velocípedo sobre un alambre y el señor Sil en su acto de postillón sobre cuatro caballos en pelo. También en 1875 se presentó el circo Rea-Buislay dirigido por Gottold Schuman, quien había formado su compañía en Dinamarca en 1870. En el elenco figuraban la malabarista Eugene, quien jugaba cuchillos, platos y botellas con gran habilidad; el músico Strong, que tocaba sobre copas variaciones de “Lucía Lammermoor”; los gimnastas Almonet y los equilibristas Russell, quienes hacían actos sorprendentes; el ecuestre Brown, conocido como “el príncipe de los velocipedistas”; un tal Benedetti, que engullía una larga espada; un hombre sin brazos que tocaba el violín con los pies, etcétera.
PASARÍAN NUEVE años para que se volviera a presentar un circo en la feria de San Marcos, esta vez en 1884 a cargo de Miguel Ortiz en el teatro del Recreo, nombre que se le dio para la ocasión a un local muy modesto e improvisado, ubicado con toda seguridad en las cercanías del jardín. En 1885 Tranquilino Alemán, que se presentó como el primer aeronauta nacional, dio una función en la plaza del Buen Gusto; su espectáculo incluía una parodia de las costumbres de los gladiadores australianos, un mono de Brasil saltando obstáculos en su caballito, un acto de gimnasia y otro de equitación, un baile de dos parejas llamado El Tonto y La Coqueta, una exhibición de animales (incluido un feroz tigre) y una pantomima.
PARA DESPEDIR al siglo XIX se presentaron en la plaza del Buen Gusto los hermanos Morales, quienes hacían actos de acrobacia. Para la primera década del siglo XX fueron pocos los circos que se presentaron durante la feria. En 1903 el de los señores Gaona y Torres, “exhibiendo sus difíciles trabajos”. Bernabé Gaona era originario de León y medio hermano del famoso torero Rodolfo Gaona. El único circo extranjero que visitó Aguascalientes en temporada de feria durante el año de 1908 fue el Carver, el cual montó sus grandes carpas en la estación del ferrocarril.
ALGO QUE cabe destacar es que para el siglo XX las personas deformes y enanos se dejaron de exhibir, pues ahora la principal atracción eran los animales. Durante la revolución los circos más famosos que se presentaron fue el de los Hermanos Vázquez en sus carpas situadas en la Estación del Ferrocarril. Para 1921 se presentó el Circo Argentino y un año después hizo lo mismo el circo Teatro Moderno. Otros circos que se presentaron en esta década fueron el Beas Modelo y el Padrón.
ADEMÁS DE los grandes circos, se seguían presentando circos modestos y tradicionales como el Alegría, Esqueda y otros como el Villelin, y Fernandi. Todos en mayor o menor medida contaban con animales dentro de su espectáculo, que como vitales miembros del “show” tenían que ser bien alimentados, por esta razón en 1935 el circo Beas Modelos compró al Ayuntamiento de Aguascalientes “10 burros flacos para la alimentación de los leones”.
MUCHAS DE las veces estos circos y otros espectáculos similares se presentaban durante la feria de San Marcos, por ejemplo, en 1950 se presentó el espectáculo del motociclista Kenny Webster corriendo a gran “velocidad por paredes lisas y verticales, desafiando las leyes de gravedad y la misma muerte”. En ese mismo año en la plaza de toros San Marcos un empresario ofreció “tres terroríficas y escalofriantes peleas entre fieras que harán época”. La primera consistió en la lucha entre un toro bravo en terrible pelea con un león africano; la segunda pelea entre un súper hombre contra un oso salvaje; y la tercera pelea entre un oso ruso contra un toro bravo.
ANTE LOS cobros excesivos de algunos circos, en las siguientes décadas el circo fue utilizado por el DIF estatal para ofrecer diversión a los pequeños y sus familias, pues se armó un programa gratuito que se llamó “Circo de la Feria”.
POR DESGRACIA el circo tradicional desapareció en parte por los embates de grupos protectores de animales, así como de partidos políticos. Recordemos que a principios del siglo pasado humanos con discapacidades dejaron de ser exhibidos en los circos, pues a las personas les entusiasmaban más los animales que los semejantes con alguna deformidad. Hoy que desaparecieron del circo los animales, el acto principal está sustentado por humanos y sus acrobacias, esperemos que esto siga así y no se presenten nuevamente sujetos con alguna discapacidad, aunque sea una farsa (recordemos que en la feria no hace mucho se exhibía a la “mujer araña” y el “niño con cara de puerco”), pues la dignidad del hombre debe prevalecer sobre todas las cosas.
Fuentes: Archivo General Municipal de Aguascalientes, Fondo Histórico, Caja 506, Exp. 1, 522/12, 634/21, 904/12, 906/ 9, 911/1, 912/29, 959/46. El Republicano, 16-IV-1871, 21-IV-1875, 10-V-1903. El Sol del Centro, 25-IV-1950, 27-IV-1950. El Heraldo, 19-IV-1983.Juan Pedro Viqueira Albán, “¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el Siglo de las Luces”, México, Fondo de Cultura Económica, 1995. Antonio García Cubas,” El libro de mis recuerdos”, México Porrúa, 1986. Julio Revolledo Cárdenas, “La fabulosa historia del circo en México”, México Escenología, A.C.-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2004.