El Oficio y la Lluvia
Por Carlos Alberto Sánchez Villegas *
ES UNA madrugada fría, las gotas de lluvia se agolpan en la ventana, toda la noche ha estado cayendo una densa tormenta. No puedo seguir durmiendo, la oscuridad y el agua son dos elementos que invitan al ente incómodo llamado recuerdo. El día siguiente es un día pesado de trabajo, pero, en fin, el insomnio ya está aquí y no hay nada que no cure una buena taza de café.
LA MAÑANA es lluviosa, eso no importa, este clima es buen compañero de aquel que deambula solo por la vida. La rutina, el trabajo, hacen que un solitario pase bien desapercibido por la realidad, nadie se detiene a preguntarse qué hace un tipo como aquel sin ninguna compañía y viviendo solo a base de recuerdos y letras. Mi oficio es sencillo soy carpintero como alguna vez lo fue mi padre, transformó el corazón de la madera en magia, la cual, se traduce en muebles, objetos, juguetes, etcétera. De todo esto los juguetes son mis preferidos nada mejor que satisfacer la curiosidad de algún pequeño.
MI PADRE lo recuerdo bien, era un tipo duro, para él trabajar en su taller lo era todo, cualquier otra cosa resultaba inútil a su vista. Yo no encajaba bien con sus expectativas; era un chico atraído por las letras, los libros, algo que mi papá no podía considerar como algo serio, de hecho, el que yo hiciera alguna carrera universitaria no entraba en sus planes ni en sus gastos. Ahora no lo culpo como antes, él no tenía la culpa de tener esa ideología cuando fue sólo criado para el trabajo pesado desde pequeño.
CON EL tiempo fui coleccionando pequeños tesoros literarios, mi solitario hogar se fue plagando de libros, historias que sólo eran mías y de nadie más. Se fueron esfumando las intenciones de una carrera y fui adquiriendo el gusto por los pequeños detalles, el café, los días nublados, el contar y aprender historias. Tal vez querido lector pensarás que me conformé con aquella vida rudimentaria de mi padre y dejé escapar mis sueños. Yo no pienso igual, yo creo que adquirí el amor por el oficio y la vida sencilla. A mi padre no le importaba mi afán por conseguir cada vez más libros mientras aprendiera bien todo lo que tenía que ver con la carpintería.
A PROPÓSITO de eso tal vez te preguntes por qué no menciono a mi mamá, es porque ella se fue cuando yo era pequeño, no sé a dónde pero no está, yo calculo que desde los tres años estoy solo con mi papá, así que desde ese entonces la vida ha sido difícil para nosotros dos. A esto debemos sumar somos hombres de naturaleza reservada por lo que la comunicación era difícil entre nosotros.
ACABO DE cumplir 30 años, mi padre murió en una noche de lluvia cuando yo tenía 25, no teníamos la comunicación más perfecta pero no tienen una idea de cuanto lo extraño. Desde aquel entonces yo me hice cargo de su taller y aquí me tienen con mi pequeño taller y mi pequeña casa, claro con una modesta biblioteca, pero esas letras son mi sustento de realidad.
EN OCASIONES me preguntó por qué no he formado ninguna familia, tal vez por mi carácter retraído no se ha aparecido el amor ante mis puertas. De todas maneras, no es algo que me quite mucho el sueño, si éste llega en algún momento será bien recibido por mí, yo sólo intento disfrutar aquellas pequeñas cosas que la vida nos regala a diario sin que nos demos cuenta.
LA BRISA llega hasta la puerta de mi taller, eso no detiene el jugar de los niños que corren por las calles, uno de ellos se queda rezagado, creo que es el momento ideal de regalar el barco de madera que hice hace algunos meses. El niño se queda sorprendido de inicio para abrir paso después a una cara de felicidad. No puedo evitarlo esos son los pequeños detalles que uno debe amar en este mundo, es lo que uno le va llenando el corazón y evita que se marchite el alma. El niño se retira pero yo sigo viendo el horizonte, las nubes de lluvia y el rostro de mi padre reflejadas en ellas.
* Historiador, fotógrafo, escritor y amante de las letras, dame una palabra y te dedico un verso.