“La Charrita Mexicana” en Aguascalientes
Por Vicente Agustín Esparza Jiménez / Centro INAH Aguascalientes
EN AGUASCALIENTES la historiografía sobre las mujeres y su participación en la fiesta de los toros es escasa y pocos se han interesado en su estudio. Aunque podemos rastrear la participación de las mujeres en la fiesta brava desde la época virreinal, fue en el contexto porfiriano cuando por primera vez se presentaron en Aguascalientes mujeres toreras españolas y mexicanas como “La Charrita Mexicana”, quien banderilleaba a caballo a dos manos.
ESTE OPÚSCULO tiene la intención de rescatar del olvido a una mujer que se ganó el respeto del público taurófilo a diferencia de las señoritas toreras españolas y mexicanas, quienes constantemente eran criticadas por la sociedad en general, ya que para los puristas de la tauromaquia de aquella época las mujeres no tenían la misma estética y los conocimientos taurómacos que los hombres, y segundo, por ser una actividad al parecer exclusivamente masculina.
DURANTE EL porfiriato las mujeres empezaron a participar con mayor fuerza en actividades que el hombre dominaba, pues según el doctor Jesús Díaz de León, trabajaban porque el marido no ganaba “lo suficiente para la manutención o porque las abandona”. Por ésta y otras razones se originó en este periodo algunos cambios en la división del trabajo que fue percibido por el mismo Díaz de León, quien señaló: “por desgracia se va haciendo frecuente que muchas mujeres toman los cargos del hombre y mantengan a éste con el producto de su trabajo”.
MARÍA AGUIRRE nació en el año de 1865 y hacia 1885 debutó en el circo de Toribio Rea como amazona, en ese lugar conoció a su primer esposo, el acróbata Timoteo Rodríguez, quien dejó el circo para incursionar en el circo taurino, lo mismo que su mujer durante un periodo de cuatro meses, pues en 1895 Timoteo falleció en la plaza de Durango a consecuencia de una terrible cornada que quedó inmortalizada en los grabados de José Guadalupe Posada.
DENTRO DE la historiografía taurina, pocos saben que María Aguirre, mejor conocida como “La Charrita Mexicana”, participó en 1892 en la cuadrilla del célebre Ponciano Díaz y de la que era sobresaliente su esposo Timoteo Rodríguez. Probablemente Aguirre le aprendió muchas suertes a Ponciano, entre ellas el clavar banderillas a dos manos montada en su brioso caballo, como lo ilustran los grabados de José Guadalupe Posada. El sobrenombre de “La Charrita Mexicana” seguramente se le impuso porque además de clavar banderillas también lazaba y coleaba al toro suertes taurómaco charras que se realizaban a fines del siglo decimonónico.
TRAS LA muerte de su esposo Timoteo, María Aguirre contrajo segundas nupcias con el matador de toros de origen cubano José Marrero “Cheché”, pero para su desgracia también falleció el 9 de agosto de 1909 en la plaza de toros de Ciudad Jiménez, Chihuahua. Precisamente junto a “Cheché” se presentó en el coso de San Marcos de la ciudad de Aguascalientes en tres ocasiones. La primera el 5 de junio de 1904 con ganado de Pabellón; la segunda el 12 de marzo de 1905 también con astados de Pabellón; y la tercera el 10 de febrero de 1907 con bureles de la acreditada ganadería de Cieneguilla.
A DIFERENCIA de las “señoritas toreras” españolas y mexicanas, no se encuentran registros de que la actuación de “La Charrita Mexicana” en Aguascalientes haya sido objeto de críticas. Posiblemente así fue porque el toreo en ese momento “gozaba de una intensidad y de una búsqueda permanente de lo nacional” frente al toreo “moderno” que estaban practicando algunos matadores españoles. Aunque después de la muerte de su segundo esposo, “La Charrita Mexicana” siguió participando en cuadrillas mexicanas y ya casi al final de su carrera únicamente en espectáculos taurómacos bufos.
LA PARTICIPACIÓN de la mujer en trabajos que realizaban comúnmente los hombres se empezó a dar con mayor frecuencia durante el Porfiriato, pues debido al desarrollo económico y modernización que estaba experimentando el país muchas mujeres ingresaron a la fuerza de trabajo aunque de manera limitada y así surgió la “nueva mujer”, pero “sin cuestionar o modificar su papel en la familia”. En este cambio se insertaron las mujeres toreras, quienes fueron cuestionadas por dedicarse a un espectáculo que hasta entonces había sido practicado en mayor medida por los hombres y su actuación fue objeto de críticas por desvirtuar el deber ser femenino.
SIN EMBARGO, a María Aguirre no se le criticó como a las “señoritas toreras”, probablemente por su condición de subalterna y no de primer espada. Asimismo, porque no se desprendió del vestido que usualmente llevaban puesto las mujeres, como sí lo hicieron las “señoritas toreras”, que usaban el traje de luces como los hombres. Además, “La Charrita Mexicana” no montaba a horcajadas sino que manejaba la rienda y se sentaba a mujeriegas, es decir, con las dos piernas de un mismo lado del caballo, como hoy en día lo hacen las llamadas escaramuzas en la charrería.
Fuentes:
Esparza Jiménez, Vicente Agustín, “De la casa a la plaza. Las ‘señoritas toreras’ durante el porfiriato en la ciudad de Aguascalientes”, en Padilla Rangel, Yolanda, Línea Curva. Historias de mujeres en Aguascalientes, Aguascalientes, Instituto Aguascalentense de las Mujeres, 2007. Coello Ugalde, José Francisco, “La mujer en los toros. Segura, da lo mejor de su expresión”, en Nuestra Historia. La Gaceta CEHIPO, México, Núm. 47, abril, 2001. Díaz de León, Jesús, “Apuntes para el estudio de la higiene en Aguascalientes”, en Vázquez del Mercado, Alejandro, Memoria administrativa, 1887-1891, Aguascalientes, tipografía de Díaz de León, A. C. de Ricardo Rodríguez Romo, 1892. Ramos Escandón, Carmen, “Mujeres Positivas. Los retos de la modernidad en las relaciones de género y la construcción del parámetro femenino en el fin del siglo Mexicano, 1880-1910”, en Agostoni, Claudia y Speckman, Elisa (Editoras), Modernidad, tradición y alteridad. La ciudad de México en el cambio del siglo (XIX-XX), México, UNAM, 2001.