La Televisión en el Bolsillo
Por Mario de Ávila Amador
En recuerdo de Jorge Galván
TELEVISIÓN BAJO demanda, televisión a la carta, video bajo pedido o “video on demand”, como les gusta decir a los pro-anglo, es la nueva forma de ver televisión en el mundo. ¿Será? Creo que es aventurado aseverar con fuerte rigor afirmativo tal sentencia. Lo cierto es que las opciones de recepción han cambiado significativamente, pero desde luego esto obedece a los cambios tecnológicos vertiginosos que han influido en la forma de hacer, ver y almacenar archivos audiovisuales.
ESTA FORMA de ver contenidos televisivos o audiovisuales tiene una larga historia ligada íntimamente al desarrollo de internet y no siempre ha registrado casos de éxito. Fue en 1990 cuando en Hong Kong se hizo el primer experimento y se lanzó por vez primera un sistema de “Televisión a la carta”. La principal dificultad fue en este caso el alto costo de compra, almacenaje y distribución de contenidos, lo que elevó significativamente los costos de suscripción, que finalmente dieron al traste con el proyecto, en comparación con los bajos costos y la facilidad de conseguir títulos en el mercado informal.
LA DÉCADA de los 90 fue importante para el desarrollo de este sistema, principalmente en Inglaterra. Otra de las dificultades que encontraron fue la capacidad de circular contenidos nuevos. La BBC y Anglia TV participaron con sus archivos, pero en la televisión o video bajo demanda, la gente busca tener acceso a una gran variedad de temáticas. Netflix nació en California en los Estados Unidos de Norteamérica, pero ha obtenido sus mejores ganancias en la primera mitad de la segunda década del siglo actual. Esta empresa es la que acapara el mercado a nivel mundial.
TELEVISA, LA empresa de televisión en español más grande del mundo, entró tarde al mercado de los contenidos directos. Fue hasta el 22 de febrero de 2016 cuando se presentó la plataforma Blim de esta empresa, con una apuesta esencialmente basado en la exclusividad de los contenidos realizados por ellos mismos y sobre todo, de apostar a la nostalgia, al revivir personajes que vivieron añejas glorias en el terreno de la televisión, como los programas de Roberto Gómez Bolaños. Después de un año de funcionamiento, los resultados no han sido, con mucho, los esperados.
EN CUANTO al público, también hay que señalar que sí se ha transformado el modo en que ahora se ve televisión, teniendo esta situación diversos factores, entre los que sobresale el rango de edad. Hay que señalar que aún en estos tiempos, la televisión sigue siendo el medio más socorrido en los hogares mexicanos, pues está en casi el 90 por ciento de ellos, según se desprende de una encuesta del IFT (Instituto Federal de Telecomunicaciones) realizada en octubre del 2016. La edad en la que se encuentra el rango mayor de “televidentes tradicionales” es de entre 30 y 44 años, aunque señalando que un gran número de las horas que pasan ante la tv, es viendo programas en directo (en vivo) como eventos de distintas disciplinas deportivas, futbol, basquetbol, beisbol y box.
LO QUE preocupa a las grandes empresas de televisión es que distintas encuestas indican una barra de edad en sus encuestas, que pudieran estar señalando a la generación que en el futuro dejará de ver televisión abierta o de paga y virará a las ofertas de internet, con menús de programas hechos a la medida. Este rango de edad se encuentra las personas que tienen entre los 13 y los 23 años de edad, lo que indica que una vez que puedan manejar su propia economía, seguramente continuarán con las ofertas de la red, pero ahora siendo quizá jefes de familia que tomarán decisiones.
PERO FINALMENTE mi visión siempre se encamina a la situación de beneficio a la cultura o a la propia comunidad. Lo señalado hasta estas líneas hace referencia a la situación de la televisión bajo demanda de las grandes cadenas comerciales, que tienen muy poco interés en los contenidos culturales y mucho menos en lo referente a las tradiciones regionales. Nuevamente la pregunta es: ¿Qué papel deben jugar las televisoras regionales, estatales, culturales y universitarias? La respuesta es preservar.
DIFÍCILMENTE, AUNQUE no es imposible, alguna serie realizada por alguna televisora cultural podrá verse en un servició de televisión bajo demanda comercial, pero la televisión bajo demanda puede tenerse en los propios canales. Las facilidades que ofrece el internet para cualquier usuario lo hacen posible; únicamente (¿fácil?) debe contarse con buen repositorio para almacenar los programas. Bueno, no es fácil, pero con deseo se puede hacer. Deben digitalizarse los archivos audiovisuales y después ponerse a disposición de los usuarios. Existen empresas internacionales (especialmente canadienses y norteamericanas) que facilitan estas acciones. Vale la pena hacerlo, especialmente las entidades culturales, estatales o educativas que cuentan con grandes archivos de televisión o video deben hacer esta tarea, para que cualquier ciudadano, con cualquier tipo de interés, pueda tener a la carta, su televisión de bolsillo.