Las Ascensiones en Globo en la Ciudad de Aguascalientes Durante el Siglo XIX
Por Vicente Agustín Esparza Jiménez
LA PRIMERA ascensión de un globo transportando personas ocurrió el 21 de noviembre de 1783, ya que por los cielos de París voló por un espacio de 25 minutos un globo de aire caliente, en el que iban a bordo Jean François Pilatre de Rozier y François d’Arlandes.
EN MÉXICO, el primer lanzamiento de un aeróstato ocurrió el 18 de mayo de 1784 en Jalapa, Veracruz. Lo que no se sabe es si el globo ascendió solo o cargando a su inventor, el señor José María Alfaro. El primer registro fidedigno del vuelo de un hombre en globo sucedió el 12 de febrero de 1835 cuando el empresario taurino y teatral Manuel de la Barreda contrató al aeronauta Eugenio Robertson, quien realizó un segundo vuelo el 13 de septiembre y un tercero el 11 de octubre del mismo año, pero esta vez acompañado de una “agraciada señorita mexicana”, cuyo nombre se desconoce. El primer hombre mexicano en volar por los cielos de la nación fue el guanajuatense Benito León Acosta, quien apadrinado por el presidente Antonio López de Santa Anna realizó su primera ascensión el 3 de abril de 1842 en la ciudad de México.
EN AGUASCALIENTES el primero en realizar un vuelo en globo fue Mr. Samuel Wilson durante los festejos de la feria de San Marcos en el mes de abril de 1861; realizó dos ascensiones entre los días 2 y 8, como lo reseñó Martín W. Chávez: “Hemos tenido el gusto de ver las dos ascensiones que ha hecho en esta ciudad el célebre aeronauta Mr. Wilson, en las que se ha elevado a una grande altura, en el globo El Progreso. El público ha quedado muy complacido y ha rendido un justo tributo de admiración al intrépido aeronauta”.
EL 25 DE diciembre de 1862 llegó a la ciudad el jalisciense Sabino Escarreola, “digno émulo de Mr. Wilson”, para “verificar una o dos ascensiones, si reúne por suscripción alguna cantidad”. Tras reunir el dinero, dicho vuelo se realizó el día 6 de enero de 1863 ante una multitud que quedó muy complacida ante aquel acontecimiento que duró aproximadamente 15 minutos.
OTRO AERONAUTA que se presentó en la ciudad de Aguascalientes durante el Porfiriato fue el cirquero Tranquilino Alemán, quien realizaba ascensiones, pero en vez de una canastilla llevaba un trapecio en el cual “a una altura considerable se entretiene con la mayor sangre fría en hacer todo género de ejercicios gimnásticos, acabando por suspenderse de una cuerda”. Alemán se presentó en Aguascalientes en el año de 1885 como “el primer aeronauta nacional” y ofreció una función en la plaza de toros del Buen Gusto, donde probablemente hizo actos sorprendentes en el trapecio, suerte que lo llevaría a la muerte cuatro años después en la ciudad de Cuernavaca.
SIN EMBARGO, el aeronauta mexicano que alcanzó gran fama en la segunda mitad del siglo XIX y que siguió dando funciones en los dos primeros lustros del XX fue Joaquín de la Cantolla y Rico, quien montaba su espectáculo en sus globos Moctezuma I y II, y en su globo Vulcano llegó a realizar actos temerarios. Cantolla fue el último gran aeronauta del país, pues con la aparición de la aviación las ascensiones en globo decayeron considerablemente hasta que en el último cuarto de la centuria nuevamente adquirieron importancia para solaz de las personas.
Fuentes: Roberto Moreno, “Los primeros aeronautas en México: Adolfo Theodoro (1833-1835) VS. Eugenio Robertson (1835)”, en Tempus, Revista de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, Otoño, 1993. Luis Reyes de la Maza, Cien años de teatro en México, México, ISSSTE, 1999. Gary Kuhn, “Fiestas and Fiascoes-Balloon Flights in Nineteenth-Century Mexico”, en Journal of Sport History, Vol 13, No. 2 (Summer, 1986). El Porvenir, 25 de abril de 1861, 2 de mayo de 1861 y 9 de mayo de 1861. El Republicano, 25 de diciembre de 1862. Alejandro Topete del Valle, Hechos y sucedidos en Aguascalientes, Aguascalientes, ICA, 2001. Rafael Montejano y Aguiñaga, Para la Historia de la Aviación Potosina, San Luis Potosí, Editorial Universitaria Potosina, 1986. Rafael Hernández, “Mirar al cielo y soñar”, en Excélsior, 26 de octubre de 2008.