Por Carlos Alberto Sánchez Villegas
* Una Fotografía de su Mirada
Tus ojos tienen la maravilla del café impregnados,
El aroma, la facultad de capturar la esencia de otra alma,
Eres la mujer que refleja el grano del café, eres quien
Captura todos los instantes en una mirada.
LOS RAYOS del Sol pegaban aquella tarde con gran intensidad sobre la plaza de la Revolución, Emilio sentado en aquella banca se entretenía en intentar encender aquella vieja cámara que lo acompañaba desde hace dos semanas a todas partes; había encontrado aquel artefacto en un bazar y tardó un poco más de dos meses en reunir el dinero suficiente para comprarlo.
EL PRIMER intento para hacer funcionar su cámara era esa misma tarde en aquella plaza, y no es que no existan suficientes fotografías del “Che” ya, pero esa imagen, ese espacio siempre lo había atraído de una manera casi mística, ¡Por fin! Después de dos horas de intentos aquel viejo aparato con la palabra Nikon casi diluida por el tiempo tomo la primera foto, un momento que, aunque pareciese sencillo quedó marcado por siempre en su alma, en la memoria de un muchacho que sólo quiere guardar para sí cualquier instante, persona o lugar.
AFUERA DE su nuevo mundo de fotografías de y capturas su mundo y el de su familia se concentra en el café, en la recolección del fruto del cafetal, en el tostado y trasformación de aquel misterioso grano; todos los días con la llegada del rocío matutino el aroma del café recién hecho inundaba las habitaciones de su casa, ese espacio esa actividad también se hizo blanco del flash de sus capturas, había demasiada belleza demasiado misticismo en aquel fruto, en aquella bebida como para dejarla pasar así nomás.
EMILIO NO sabía cuándo había nacido en él aquella inquietud de poder capturar los momentos con aquella herramienta, no lo entendía, pero cuando observó aquella cámara en aquel bazar pudo entender que la tenía que obtener a como diera lugar, siempre había observado con cierta curiosidad todas aquellas fotografías familiares que adornaban su casa, siempre deseo capturar para una eternidad cada instante.
A PARTIR de ese momento los días trascurrieron entre jardines. Plazas, blancas, todo lo que era aquella Habana Vieja; los olores y encantos del café entre mezclados con una rumba, con la mugía de un mojito, y la riqueza de un pueblo con miles de ideales y sueños. Todo aquello que era lo cotidiano se volvió la inspiración de sus fotografías.
UNA DE tantas tardes la encontró a ella, a la luz del día los ojos de aquella mujer reflejaban la intensidad del grano de café; la descubrió con una leve sonrisa que regalaba a quien se le acercara, pero a la vez había una tristeza profunda que sólo reservaba para sí misma y para la locura que se guardaba en su cabeza y su pensamiento.
CAPTURAR SU sonrisa, preservar cada centímetro de aquella piel morena en una imagen, era como realizar la más bella de las pinturas, él había descubierto una nueva manera de hacer arte. Ella en sí misma era un todo, arte y belleza en toda la extensión que se filtraba más allá de la intimidad donde ella explotaba y dejaba el alma completa, sinfonía de café en cada poro, en cada pequeño espacio de su cuerpo.
ENTRE CAPTURAS y fotografías ella pregonaba su libertad, su derecho a vivir, aunque por dentro las cadenas y los grilletes fueran tan pesados. Se negaba a quedarse, se negaba a atarse a otro corazón, una tarde llegó entre resplandores otra tarde se marchó dejando vacío y noche, tanto deseaba la libertad que nunca se dio cuenta que jamás sería tan libre como cuando estaba con él.
EL MUNDO siguió girando entre nuevas fotos, lugares, nuevas personas, ojos que reflejaban distintos colores, distintos sentimientos, cada uno de ellos con un esplendor diferente y único. La vida sigue su curso y no puede detenerse y el universo siempre ofrece nuevas imágenes, nuevas maravillas, cada nuevo día explotaba entre ideologías y revoluciones, entre bullicio y café, cada día traía un nuevo recorrido, uno que mostraba a partir de fotografías la manera en que se tenía que seguir respirando, la manera en que uno tenía que seguir viviendo, y esto realmente no era para nada malo, el conocimiento hacía su arribo con cada nuevo despertar.
Y, SIN embargo, a pesar de tantas cosas buenas, cada noche el recuerdo lo asaltaba, aquello que ya no estaba a su lado, unas manos, un rostro, cada uno de sus lunares, el punto exacto de cada uno de estos, y todas aquellas imágenes que almacenó de ella, sabía dentro de sí que nunca volvería a capturar algo tan bello, algo tan magnifico. La vida no acaba, claro, pero el vacío tampoco podía ocultarse.
UNA TARDE de otoño ella apareció en aquella banca, se sentó a su lado y lo volvió a mirar con aquellos ojos de café; comprendió que sus almas estaban atadas, aunque no pudieran estar siempre juntos, aunque todo sería un ir y venir solamente, él no sabía porque lo hacía ella, pero lo aceptó, siguió su vida capturando personas y momentos con aquella vieja Nikon, la siguió recibiendo en instantes con la esperanza de que algún día por fin se quedara, y el mundo continuó girando, la vida continuó su curso, la vieja Habana continuó con su bullicio.
* Historiador, fotógrafo, escritor y amante de las letras, dame una palabra y te dedico un verso.