Por Mario de Ávila Amador
* Televisión, Ciudadanía y “La Polis”.
En recuerdo de Jorge Galván
EN NUESTRO país habrá elecciones en este 2017 y no dejamos de escuchar que serán una especie de termómetro para medir fuerzas, con respecto a la elección presidencial de 2018. Se elegirá gobernador y diputados en Coahuila y Nayarit; en el Estado de México solamente gobernador y en Veracruz únicamente ayuntamientos.
DESDE YA, los partidos políticos, la “clase política”, están afinando armas para emprender “la guerra”, con el fin de obtener los mayores beneficios para sus respectivas arcas, no precisamente para la ciudadanía a la que se deben. Pero ¿qué pasa en los medios de comunicación? Específicamente ¿qué pasa en la televisión?, ya sea nacional o local.
NO SÉ EN realidad cuán acotada estará la política en otros países del orbe, pero me parece que en el nuestro, la “formación política” a través de los medios no existe y se circunscribe únicamente a periodos muy específicos, limitados por tiempos electorales. Por supuesto no faltará quien, con razón, señale que todo lo que se produce en términos de medios tiene una carga política, pero en ese sentido en nuestro país me parece innecesario retomarlo, simplemente porque el esquema que nuestro sistema de televisión adquirió desde su nacimiento, lleva ya impregnada una carga política muy importante, que se decanta a un sector específico de la población y con ello se puede inferir hacia dónde se inclina la balanza en materia de ideología.
ASÍ PUES, la política en la televisión mexicana se circunscribe a los tiempos electorales, y el único objetivo que se persigue por los actores de estos espacios es la obtención del voto popular. Es decir, la televisión en México no contribuye a la formación política de la ciudadanía. Cumplen con lo dispuesto por el INE, porque es una “obligación” que se debe acatar, no precisamente porque se quiera tener algún espacio con esa temática.
DEBEMOS TAMBIÉN recordar que el poder económico, en donde se encuentra el grupo que maneja las televisoras, hasta hace algunos lustros estuvo al servicio del poder político, representado por un solo partido. Se presentaron algunos cambios en la relación televisión-poder político nacional, a partir del 2000 con el cambio de colores en el Gobierno federal. Incluso se ha llegado a la situación de que la cúpula empresarial, en colusión con las dos únicas cadenas televisivas de ese momento, postularan al candidato presidencial de 2012 que finalmente ganó la elección, considerándose a éste como el primero al que se le puede aplicar el adjetivo de “mediático”, primer “Presidente Mediático” del país, del cual se “vendieron” atributos relacionados más bien con un producto televisivo que con un líder estadista.
DIFÍCILMENTE ENCONTRAREMOS espacios que nos hablen pluralmente de política y menos que busquen la formación en esta materia, en la televisión comercial. Existen algunos programas, con especialistas, en horarios de difícil acceso a públicos que pudieran interesarse, pero generalmente las opiniones son sesgadas, difícilmente se pueden ver en esas emisiones caras de personajes radicalmente opuestas al estado de las cosas. Entonces, ahí no hay mucha esperanza.
ENTONCES ¿QUÉ hacer? Volvemos a los medios estatales (ojo, no de gobierno, de estado) y a los universitarios. Nuevamente esa utopía del “deber ser”, ante “lo que nos dejan ser”. La apropiación por parte de los ciudadanos de los medios. He buscado y no encuentro algún ejemplo de programas que aporten a la toma de conciencia política, que aporten en cuanto a las ideologías existentes en nuestro entorno. Entonces, debemos generarlos, exigirlos.
CANAL 11, del Instituto Politécnico Nacional, cuenta con algunos espacios en los que se da cabida a algunas voces discordantes. Igualmente algunos espacios del Servicio Público de Radiodifusión, “Una voz con todos”, tiene programas que presentan contenidos que pudieran considerarse de cierta carga ideológica que cuestiona al poder político. Loable, pero no suficiente.
LAS TELEVISORAS estatales y las universitarias, son las principales abocadas a aportar más en cuanto a la formación política de los ciudadanos, para que éstos vayan más allá de una filiación ciega a los colores del partido y se llegue al cuestionamiento, incluso de los planteamientos de las cúpulas de los órganos a los que se sienten afines. Ciegamente, ni a los equipos de futbol.
CREO QUE la fórmula es la pluralidad. Faltan espacios en los que se debatan las ideologías y no precisamente con políticos; deben estar ahí académicos, investigadores, politólogos y verdaderos ideólogos. Se deben buscar además, esquemas que hagan atractivos estos espacios, para diferentes estratos de las audiencias. Debe darse a la política, la importancia que tiene en la conducción del estado mexicano. En la política no están únicamente los partidos, los actores principales somos los que hacemos la “polis” los ciudadanos.