¿Televisión Inteligente?
Por Mario de Ávila Amador
En recuerdo de Jorge Galván
LO QUE son las cosas… hace algunos años, no muchos, frecuentemente escuchaba que ciertas personas, más allá de investigadores especializados en medios (adultos, padres de familia, maestros de educación básica, etcétera), llamaban a la televisión “la caja idiota” o “la caja boba”. Poco a poco esa frase ha entrado en desuso y ahora es muy frecuente escuchar una que pareciera contraria: “televisión inteligente”. Claro, sé que rápidamente más de alguno me dirá que son expresiones que nada tienen que ver entre sí. Efectivamente, la primera hace referencia a los contenidos de la televisión, especialmente de los años 70 a los 90 del siglo pasado y la segunda da cuenta de las posibilidades tecnológicas que ofrece la televisión, desde los aparatos receptores, hasta la infraestructura tecnológica que ofrece el nuevo entono de este tiempo, dominado por la internet.
ME PARECE sin embargo, que esta aparente rivalidad es buen pretexto para algunas reflexiones. En los 70, 80 y 90, algunos grupos sociales, además de los sectores académico y de investigación, cuestionaban la calidad de los contenidos de los diferentes canales de televisión que existían entonces en el país, o mejor dicho, de las pocas opciones que llegaban a diferentes regiones del país, siendo favorecido en todos sentidos, especialmente en la distribución de señales, el esquema comercial. Sí había alguna oferta distinta a la que ofrecían los canales concesionados con fines de lucro, pero su señal estaba restringida a la Ciudad de México.
LAS OPCIONES en provincia entonces eran básicamente los canales estatales. Aguascalientes desde 1976 tenía esa opción diferente, el “Canal 10”. La fórmula era sencilla. Ofrecer a la gente de Aguascalientes las imágenes y la información de su entorno cercano, es decir, reflejar al ciudadano de la calle en el canal del estado. El problema siempre fue el nivel de audiencia, el número de personas que veía al canal, ante una desigual oferta. Esta era la situación particular de Aguascalientes en los 70. Sin embargo todo se hacía entonces digamos, sin fórmulas científicas, entrarle a la competencia era algo que tenía que hacerse, se hacía pues por una inercia necesaria.
OFRECER ALGO que fuera diferente, una alternativa, comenzó a hacerse con bases científicas, o a partir de ciertos estudios, a finales de los 80 y principios de los 90, tomando en cuenta algunos estudios y reflexiones de ciertas corrientes que surgieron entonces, como la “Educación para la recepción”, “La recepción Activa” o la “Mediación cultural”, entre otros.
SIN EMBARGO, el paradigma de esta competencia se rompió en los primeros años del siglo XXI. Las opciones de recepción de señales diversas se ampliaron exponencialmente y las posibilidades tecnológicas se acercaron a presupuestos menores. También los costos de los equipos profesionales de televisión se redujeron al ampliarse la gama de equipos de excelente calidad. Así pues, la oferta de televisión en las regiones también creció, aunque no podemos decir lo mismo de lo que los canales ofrecían al estandarizarse la oferta de programas, lamentablemente siempre basados en la programación fácil, las fórmulas probadas del esquema comercial, aún en la televisión pública.
EN 1989 se realizó en las instalaciones de TV UNAM una primera reunión de los centros productores de video y las televisoras de las universidades del país, al amparo de la ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior). Al año siguiente se creó la Red de Televisión, Video y Nuevas Tecnologías de la Universidades e Instituciones de Educación Superior, después sólo Red de Televisión y Video de las IES que finalmente desapareció en 2015.
¿POR QUÉ mencionar a la Red de Televisión y Video? ¿Qué tiene que ver con la “Caja Idiota” y/o la “Televisión Inteligente”? Sencillamente porque me parece que a partir de la creación de centros productores en las universidades y de la creación de las televisoras universitarias (UNAM, Sonora, Nuevo León, las primeras con televisoras), puede hablarse de televisión verdaderamente inteligente, sin hacer referencia a las posibilidades tecnológicas de los aparatos receptores y a la infraestructura tecnológica, sino privilegiando los contenidos. El “entretenimiento inteligente” es posible y en cuanto a televisión son las universidades las entidades llamadas a ofrecer programas que capten la atención de las audiencias. Entretenimiento es el transcurso del tiempo realizando actividades divertidas. La literatura, la música, la ciencia en todas sus acepciones son actividades “divertidas”, que nos entretienen. Hay que romper el paradigma: el conocimiento, la cultura, sí entretienen, vamos pues en las universidades, más allá de las pantallas receptoras y la infraestructura tecnológica, a hacer una verdadera “Televisión Inteligente”.