Por Carlos Alberto Sánchez Villegas*
El Cafetal y el Hombre
“Frente a una taza con café se piensa, pero también se discute, se recuerda o se argumenta. Frente a la taza con café se columbra, se reflexiona, se sueña, se imagina, se escribe, se conversa, se enamora, se seduce, se rompe, se reconcilia, se halaga, se sugiere, se invita… Y el café, el misterioso café escucha, profetiza, atestigua, aconseja, da fe, observa, asiente, se ruboriza…”
Gustavo Máynez Tenorio
EL DÍA SE va encendiendo poco a poco mientras que una ligera brisa envuelve a la planta, ha llegado una nueva jornada de crecer y madurar, de una espera que parece no tener un final cercano, porque las buenas cosas se van conformando después de una larga espera, los frutos se van poniendo cada vez más de un rojo intenso anunciando que su tiempo está cada vez más cerca.
EN AQUELLA larga espera hay días alegres de intenso sol mientras otros son más tristes donde aquellos rayos de luz no llegan a su cita, ese fue el caso de esta mañana, donde aquel cafetal no recibió al visitante esperado, no siempre obtenemos lo que queremos, y esto se aplica a toda la naturaleza por igual, pero al no tener lo que queremos siempre llegan otras grandes riquezas. La tierra se llena de nutrientes y siempre está al alcance de esa planta de café, que aún no sabe qué le depara el destino, sus raíces, sus ramas, su estructura están llamadas para dar el fruto de la soledad y la compañía al mismo tiempo.
LA NATURALEZA quiso que el cafetal creciera en las alturas; su espera para dar frutos es prolongada, después de tres largos años la planta ve a sus primeros retoños, qué importa su origen, si es arábigo, robusta, Liberia, o moka, aquel resultado es con el que se prepara el elixir que es capaz de comprender los pensamientos más profundos del hombre, su alegría, su tristeza, y hasta es capaz de estar también en los momentos de mayor inspiración.
EL PROCESO es difícil, aquel fruto llamado cafeto tiene que pasar por el fuego después de su maduración, tiene que pasar por aquella dura prueba para convertirse en el grano de café que tanto conocemos y tanto vemos en las cafeterías. No todo es sencillo ni sale de la nada, hasta las cosas más sencillas que vemos a nuestro alrededor han tenido un proceso largo y de larga paciencia. Días soleados, días nublados, el fuego, la tristeza y la soledad están presentes hasta en los elementos más pequeños.
AQUELLA BEBIDA que conocemos como café acompaña al hombre en todas sus situaciones, en grandes cantidades o pequeñas; a través de siglos ha sido temida, ha sido prohibida, pero cuando llegó de las manos de los musulmanes, demostró que había llegado para acompañar al hombre en todas sus hazañas, en su ir y venir. Otros frutos alimentan el cuerpo humano y lo nutren, pero ninguno tiene la facultad del café para alimentar el alma.
PERO TAL vez estemos hablando de más, aquel cafetal que sigue a la espera de un Sol que no llegará no puede vislumbrar todo esto, él sólo espera la luz, pero si este día no viene, vendrá al día siguiente para alegrar con sus rayos una vida de mucha paciencia. Al igual tampoco sabe la gran relevancia que tiene para el hombre sus pequeños frutos.
EL HOMBRE por su parte a veces ignora también el proceso por el cual su amada bebida tiene que pasar antes de verterse en su taza, a veces olvidamos la importancia de las pequeñas cosas que nos rodean y por qué están ahí. La única verdad es que la relación del hombre y el cafetal no es algo que se pueda romper tan fácilmente, el café es el gran alimento del alma del hombre y seguirá presente mientras la alegría y la tristeza sigan presentes en los corazones.
* Historiador, fotógrafo, escritor y amante de las letras, dame una palabra y te dedico un verso.