Por Daniela Itzel Domínguez Tavares
La Constitución de 1917 y la Educación Laica
EN LA AGENDA política de este año se celebrará el primer centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Entre toda la diatriba política de este sexenio, las manifestaciones, las infaustas reformas, la ilegitimidad presidencial, los miles de desaparecidos, el progreso atroz que segrega aún más a la sociedad mexicana y un largo y heterodoxo etcétera, es que se harán semblanzas, reconocimientos o agudas quejas en torno a la carta magna que rige a nuestro país.
MIENTRAS LA reforma educativa sigue dando de qué hablar, mientras es vista con recelo, aplaudida por unos y criticada por otros, es que se van conmemorar los primeros cien años de la Constitución. Esta reforma ha causado la movilización de estudiantes, profesores y algunos padres de familia de gran parte del país; sin embargo no es la primera vez que la cuestión educativa causa estragos en México. Es por esta razón, querido lector, que busco evidenciar que con la carta magna promulgada del 5 de febrero de 1917 se afectó la manera en la que se impartían las clases a nivel nacional comenzando así una disputa entre la educación laica y el proyecto educativo del Estado revolucionario.
EN EL TEATRO de “La Republica” en la ciudad de Querétaro fue donde se proclamó esta carta magna. Esto representó el triunfo de la facción constitucionalista encabezada por Venustiano Carranza y los diputados que dieron vida al Congreso Constituyente desde 1916. En un principio el fin de este congreso fue reformar algunas partes de la constitución de 1857 dadas las circunstancias en las que se encontraba el país; finalmente entró en vigor hasta mayo de 1917.
SIN DUDA alguna la promulgación de esta Constitución representó cambios sustanciales como en el caso de la educación, el trabajo, la cuestión agraria, la división de los poderes de la federación, y la anulación de la reelección presidencial. Ahora bien, buena parte de la educación que se impartió durante la época colonial, el siglo XIX e inicios del XX estuvo bajo el tutelaje de la Iglesia y esta institución se vio limitada en sus actividades por los artículos 3, 5, 13, 24, 27, 55 y 130 los cuales causaron profunda indignación entre la jerarquía católica y los fieles mexicanos. (1)
EL ARTÍCULO tercero fue el que más controversia causó ya que estipulaba la educación laica, obligatoria y gratuita además de prohibir a los religiosos que fueran ellos quienes impartieran las clases; esto conmocionó no solamente la Iglesia sino a sus fieles adeptos mismos que al sentirse amenazados formaron la “Unión Nacional de Padres de Familia” en 1917. Dicha unión tenía como fin representar la oposición conservadora al artículo tercero.
LA UNIÓN Nacional de Padres de Familia se organizó para defender su derecho natural, inalienable y divino mediante el cual podían educar a sus hijos de acuerdo a sus creencias y preceptos. Claro que estos valores serían los católicos y entraban en conflicto con el nuevo proyecto educativo del Estado, es entonces que desde este año hasta 1940 los gobiernos tuvieron que lidiar con la visión integrista y paternalista de la Iglesia mexicana.
LA VORÁGINE en torno a este artículo se debió a la polarización ideológica en torno a la educación. Era una lucha entre el Estado revolucionario de corte secular frente a una sociedad católica conservadora. Evidentemente la separación de la Iglesia y el nuevo Estado que se estaba formando no fue un proceso fácil, en palabras de María del Carmen Collado: “se trató de una disputa por la lealtad de los ciudadanos”. (2) La educación que se buscaba impartir presentaba al pueblo mexicano como actor fundamental de la Guerra de Independencia, la Guerra de Reforma y la inacabada Revolución, mientras que a la Iglesia le dejaba el antagónico retrogrado y conservador.
UNA VEZ que entró en vigor la Constitución los miedos ante los artículos nuevos o reformados no se hicieron esperar. Recordemos que ese mismo año triunfó la revolución bolchevique y el miedo al socialismo era latente en buena parte de occidente incluyendo a México. Es por esta razón que la Unión Nacional de Padres de Familia acusaba de socialistas los puntos del artículo tercero y buscó apoyo entre los sacerdotes exiliados en Estados Unidos, como en el caso del obispo de Guadalajara Francisco Orozco y Jiménez quien publicó en ese país, junto con otros sacerdotes mexicanos, protestas directas en contra de la Constitución. Este fue solamente el inicio de la querella en torno a la educación nacional. La SEP fue fundada en 1920 como un refuerzo más del Estado posrevolucionario en pro de la educación de los niños, pero la inquietud y el desacuerdo en torno al tema estuvieron presentes incluso en la Guerra Cristera entre 1926-1929.
HACE 100 años como ahora, la Iglesia y los diferentes grupos que la apoyan siguen representando en el país a la facción conservadora. Apenas el año pasado fuimos testigos de la defensa acérrima que hacían de la “familia natural”. Queda pensar el tipo de sociedad que conformamos o la que queremos ser. Nuestro principal reto es la construcción y afianzamiento de una sociedad justa para que de ella puedan emanar los representantes que tanto necesitamos. Este centenario debe ser de crítica y construcción positiva hacia nuestras instituciones de gobierno.
Notas
1. Collado Herrera, María del Carmen (coord.) 2015. Las derechas en el México contemporáneo. México: Instituto Mora, p.50
2. Ibid., p. 15.