Por Carlos Alberto Sánchez Villegas
* Un Tren, un Encuentro y una Taza de Café
Nuevamente algo para ti Cecilia, a la espera de que el tren nos lleve a nuevos horizontes.
AQUELLA TARDE, un suceso algo raro para una tarde de mediados de noviembre. Por el ventanal de la estación las gotas de agua se hace hacen presente provocando los malabares de los vendedores que ofrecían sus productos a los pasajeros para salvar sus productos del agua. Él se encontraba sentado esperando el tren de las cinco de la tarde, el cual, por cierto, llevaba media hora de retraso; su destino eso aún no lo definía; cualquier lugar podría ser bueno para comenzar una nueva vida.
NO DEJABA nada en este lugar donde vivió toda su vida, sólo el dolor de haber perdido a sus padres y quedar completamente solo; era el menor de cuatro hermanos y el único que se había quedado a cuidar a sus padres en la vejez, pero ahora que ellos no estaban; no quedaba más que comenzar una nueva vida, buscar un ideal, un horizonte, algo que nunca se había planteado sentir o pensar.
POR ESO se encontraba sentado en aquella estación, aguardando un tren con destino a la frontera norte, a ciencia cierta no sabía cuál sería su destino tal vez el recorrido en aquella nueva tecnología lo definiría. La frontera resultaba tentadora a raíz de la llegada del monstruo de acero muchos viajaban hacia aquellos horizontes en busca de mayores oportunidades. La terminal de ferrocarril comenzó a retumbar, cada vez más cerca un silbato rompía el silencio, la locomotora anunciaba su llegada.
EL VIAJE en este transporte era novedoso y más para nuestro joven pasajero, quien nunca había salido de su pueblo, la vibración, el paso por los durmientes y los rieles, dejaban a cualquiera en un trance. Al poco tiempo del recorrido él se quedó totalmente dormido, al despertar un perfume ocupaba todo el entorno, una joven se había sentado a su lado y su presencia resultaba algo perturbadora para él, nunca se había sentido tan nervioso ante alguna persona; y su sonrisa, su sonrisa era tan encantadora que de repente se sintió invadido por una alegría poco común en su ser.
AL LADO de la joven el paisaje fue cambiando, de pronto el panorama tenía un color distinto, todo era más verde, todo tenía vida, por fin el destino ofrecía una esperanza en su vida futura, la incertidumbre quedaba relegada a un segundo plano. Durante todo su viaje nuestro joven amigo nunca intercambió palabra alguna con la bella mujer; su relación más cercana fue un par de sonrisas cruzadas durante todo el trayecto.
EL PANORAMA del alma puede cambiar en un segundo, en un trayecto incluso como es el caso de este joven, algunas veces hay algo después de la soledad, aunque sólo sea en casos especiales. Así prosiguió él todo el camino pensando en un futuro mejor mientras una sonrisa lo reconfortaba, él solo esperaba que aquel camino de hierro fuera interminable, aunque en ese caso no contaría con tanta suerte.
DESPUÉS DE un día interminable ella se bajó en una estación cerca de la frontera y él siguió con su camino hacia nuevos horizontes. Al bajar en la última estación ya cruzando la frontera se había esfumado el miedo, cruzó la primera calle, entró en una pequeña cafetería, tal vez el fondo negro de su taza daría más ideales y esperanzas a su vida.
* Historiador, fotógrafo, escritor y amante de las letras, dame una palabra y te dedico un verso