Por Alfonso Morales Castorena
POR SI NO fueran importantes los problemas que enfrentan los vecinos radicados en el andador peatonal Centenario y los comerciantes establecidos en ese lugar, por los constantes escándalos que ocurren en el prostíbulo Punto y Coma, ante la descarada protección que le brinda el corrupto y deshonesto presidente municipal, Francisco Javier Luévano Núñez, ahora los ganaderos están con el Jesús en la Boca y el dedo en el gatillo de su pistola “para defenderse de los cuatreros que noche a noche asolan las rancherías”, sin que autoridad alguna haga algo al respecto.
LA INCURSIÓN de los abigeos no es de ahora, nos dijeron, ya es de tiempo, pero sus fechorías no habían sido tan constantes como ahora, porque entonces nuestras autoridades ministeriales si nos hacían caso, nos atendían en forma diligente y cuando menos “le hacían al cuento que investigaban el robo de ganado”.
ESO SÍ, AFIRMARON, jamás nos entregaban buenas cuentas o resolvían las pillerías de los cuatreros, menos iban a detenerlos y de hecho se daba por perdida la res robada, se solicitaba copia de la denuncia para comprobar ante el seguro ganadero su desaparición, se nos indemnizaba y listo, a comprar más vacas para que nos las robaran. Ese era el cuento de nunca acabar.
PERO AHORA esas mismas autoridades ministeriales ni se molestan en atendernos, simplemente nos citan para otro día con el pretexto de que están saturadas de trabajo, nos exigen que se cubran los requisitos que contempla el Nuevo Sistema Penal Acusatorio y casi, casi “que les llevemos al abigeo y al animal que nos robó, porque de lo contrario no procede nuestra denuncia”.
POR SUS indagatorias personales lograron saber que varios comisarios ejidales están involucrados en el robo de ganado, que expiden las guías de traslado en blanco para que el abigeo justifique el acarreo de las reses que se roba e incluso que hasta cuentan con la protección de los uniformados de la Policía Estatal que “vigilan caminos, brechas y terracerías” a quienes corrompen y estos se dejan querer “con una buena mochada” para que les dejen el camino libre.
SU TEMOR, de ser “sujetos de cuota que vaya directo a los bolsillos de Luévano Núñez”, si le solicitan su intervención para que les resuelva el problema de abigeato que sufren, es por conocer la protección que le tiene a la lenona Edith Cristina de Lara Martínez para que “trabaje su restaurant-bar Punto y Coma, que tiene convertido en su pequeña zona roja en el Centro Histórico”, al tenor de que les puede salir más caro el caldo que las albóndigas, como lo comentaron y prefieren sopesar la posibilidad de “hacerse justicia por su propia mano”, por eso le decimos “tenemos el Jesús en la boca y el dedo en el gatillo de la pistola”.
TAL VEZ no sea para tanto, pero ya estamos hartos de las corruptelas que imperan en todos los órdenes de este gobierno municipal y que los únicos perjudicados seamos nosotros, aseguraron antes de retirarse a continuar con sus labores.
PARA ESA hora de la mañana, ya muy cerca del mediodía, el prostíbulo Punto y Coma permanecía cerrado y en el andador peatonal imperaba la tranquilidad que los comerciantes y residentes ya creían perdida.
PERO ESPERABAN la reacción de su propietaria, que en cuanto se enterara que pronto va a tener competencia muy cerca de su emborrachaduría, al convertirse la nevería de Gerardo Ortiz en “cenaduría con venta de cerveza” y que va a funcionar al lado norte del Parián y la calle Independencia, en las narices de la Presidencia Municipal, “le va a armar una revolución” a su corrupto protector, el alcalde Francisco Javier Luévano Núñez y de paso al dueño de Reglamentos Municipales, Juan Roberto Delgado González, para que le busquen el menor pretexto y le “clausuren la naciente cantina al aire libre”. Y si no lo cree, espere programas, me aseguraron.