Por Carlos Alberto Sánchez Villegas *
* Un Alivio Momentáneo Para la Soledad
EL RELOJ marcaba las siete de la tarde y el cuarto le daba la bienvenida a los últimos rayos del sol, pensativa y sentada en su escritorio se iban sus minutos jugueteando con su taza de café, sólo el choque de la cuchara contra la cerámica llenaba de sonidos la habitación; un libro abierto asomaba algunos versos de Sabines, su poeta preferido. La idea se había esfumado por el día de hoy, mañana tal vez vuelva.
A VECES el proceso creativo es caprichoso, la idea viene y se deja ver, pero se esfuma cuando la quieres atrapar; así era la vida de ella, siempre al acecho de las ideas, de aquellas grandes chispas que se dejan ver tan sólo un instante, el problema no era vislumbrarlas, sino asentarlas en papel y tinta.
LA NOCHE es ahora la dueña del entorno, un Lucky se consume en el cenicero y ella se abstrae en amores lejanos, dueños de un pasado que a veces parece tan difuso; no pensamos en la juventud hasta que la vamos perdiendo, al igual que los amores no generan nostalgia hasta cuando ya no están.
SUS DÍAS transcurrían unos tras otros buscando la poesía en otros, sin darse cuenta que de ella emanan páginas enteras de versos, tan sólo el brillo de su piel bastaría para inspirar letras sin fin, en cada rincón de su cuerpo se percibe la sensualidad sin tocar, la belleza en su estado más puro.
MUJER DE cabellos oscuros y ojos cafés, para la firmeza de su piel los años no importan, para sus sentimientos sólo bastan los alivios cortos del café y el tabaco; su vida ha pasado mostrando sonrisas de felicidad al mundo cuando por dentro el dolor es dueño de su corazón, la soledad es fiel acompañante pero llega un punto en el que absorbe todo aquello bueno que uno tiene para dar a los demás.
CADA NOCHE su cama es testigo mudo del choque de su piel desnuda; único testimonio sin palabras de lo que cualquiera quisiera ser tan sólo vidente, y no es que se haya abandonado tan sólo así a su soledad, el ser busca siempre otro ente para compartir los días, el asunto es que no siempre los demás seres quieren un corazón para acoger, mientras tanto ella se encierra en sus esfuerzos, en su búsqueda, en martillar cada sentimiento en una página, tal vez así en cada párrafo encuentre el consuelo de quien se encuentra solo con sí mismo por siempre.
CADA CIERTO rato ella saca un cigarrillo y lo enciende se posa sobre la puerta que da a su jardín y contempla el infinito de luz que cae sobre el césped, sobre las plantas; escucha el cantar de aquellos pájaros ajenos a ella, y cae en la cuenta de que es ella y su pensamiento solamente, y que tal vez así sea siempre, a veces lo más hermoso no es entendido por los demás, día tras día la escena se repite, quedando sólo su silueta junto a la puerta.
VIVIMOS EN un mundo donde nos gustan las poesías y los versos alegres, los cantos, los bailes, las historias de soledad, de desencanto y tristeza no son tan frecuentes, tal vez porque en la mayoría de los casos no nos gusta que nos recuerden por lo que pasamos en carne propia. Mientras esta reflexión te hace pensar estimado lector aquella mujer vuelve a su estado rutinario frente a su escritorio, escribiendo, fumando, llorando, y tomando un café que se entremezcla con sus lágrimas; rayos de luz van y vienen, días van y vienen y nada cambia al nunca.
UNA IDEA se deja atrapar por aquella escritora, un alivio momentáneo para dejar sobre unas cuantas páginas, un alivio de momento para la amargura del corazón y para olvidar por unos minutos la visión de los amores lejanos que no dejan de acechar el ser.
* Historiador, fotógrafo, escritor y amante de las letras, dame una palabra y te dedico un verso