Por Alfonso Morales Castorena
POR UNOS momentos los disgustados comerciantes instalados en el andador peatonal de la calle Centenario, que son víctimas de la ilegal explotación del prostíbulo Punto y Coma dejaron de lado sus malestares mercantiles para solidarizarse con el pepenador y desempleado mecánico de oficio apodado El Meño, al conocer su dramática historia que casi le cuesta la vida, ante la displicencia e indiferencia tanto del corrupto presidente municipal, Francisco Javier Luévano Núñez, como del flamante y prepotente cuanto abusivo director de la Policía Preventiva de la localidad, Carlos Alberto Adalid Castañeda.
ESTE ÚLTIMO que apenas cuenta con escasos dos meses de estar al frente de la corporación, habilitado como su titular por el mandamás en la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE), Eduardo Bahena Pineda, en su afán por demostrar que puede con el difícil cargo del inoperante Mando Único.
ESA CIRCUNSTANCIA o capricho del gobernante en turno, dijeron, ata de manos a los presidentes municipales para que formen sus propios equipos de trabajo y de seguridad policiaca con toda la confianza del mundo, sabiendo que en cada localidad “todo mundo se conoce” y no hay vuelta de hoja para exigirle buenos resultados y que cumpla con su trabajo como lo demanda la sociedad.
PERO NO, se tienen que sujetar al ahora pomposo e inefectivo Mando Único y ahí están los resultados, esa modalidad de vigilancia policiaca a nosotros nos tiene en el olvido y cuanta denuncia se ha presentado ante la autoridad del ramo para que asuman su responsabilidad en torno al funcionamiento del prostíbulo Punto y Coma, cuanta denuncia va al cesto de la basura y como en el cine “la función continúa día y noche”.
EN ESTE renglón interviene el ama de casa Otilia Pérez, quien hace dos semanas junto con su vecina, Lucita Torres, acudieron con el director de Gobernación Municipal y del Ayuntamiento, Omar Williams López Ovalle, a exigir su intervención para que ordenara a la dueña del negocio, Edith Cristina de Lara Martínez, disminuyera el volumen de la música grabada con la que sus ebrios parroquianos ambientan sus borracheras, pero hasta la fecha “ese señor nada ha hecho y solo se le va en puras promesas”.
AMBAS MUJERES afirmaron que los escándalos están a la orden de la noche, que si bien es cierto que en algunas ocasiones “hace como que cierra las cortinas y en apariencia con ello concluye un día más de trabajo”, la realidad es que en su interior sigue la bacanal de alcohol, prostitutas y música a todo volumen, hasta que amanece y las autoridades ni siquiera se dan cuenta de eso y si lo hacen “sus empleados sólo van por su mochada y se retiran”.
ASÍ QUE a nosotras, agregó la señora Doña Otilia, no nos queda otra cosa, más que la de unirnos a la de a fuerzas, a esa obligada desvelada, porque ni la Policía, ni los verificadores de Reglamentos Municipales, atienden nuestras exigencias de que acudan a solucionar el problema del ruidajo y la escandalera que se botan los borrachos y las prostitutas que los acompañan, así sea una o dos de esa clase de mujeres.
LO MALO, dijeron antes de retirarse, que la señora que hace el aseo lleva a una niña de entre dos y tres años de edad y en ocasiones el llanto de la pequeña se escucha con toda claridad cuando existe un lapso de silencio entre una y otra canción, pero ni aún así los parroquianos y las suripantas dejan de escandalizar, esperemos no hablar pronto de una tragedia.