Por Alfonso Morales Castorena
A LA ESPERA de que el director de Gobernación Municipal y del Ayuntamiento, Omar Williams López Ovalle, y el titular de Control Reglamentario y Regulación Sanitaria, Juan Roberto Delgado González, cumplan con sus respectivas responsabilidades, para conocer la situación de la negociación Punto y Coma, continúa funcionando como prostíbulo al amparo de la licencia reglamentada de restaurante-bar que obra en poder de su dueña, Edith Cristina de Lara Martínez.
POR CONSECUENCIA, en la opinión de los airados comerciantes establecidos en torno a la emborrachaduría del andador peatonal de la calle Centenario, los escándalos de fin de semana volvieron a hacerse presentes, derivados de la escandalosa actividad comercial del prostíbulo que abastecía a sus clientes de vino y cerveza al por mayor.
LOS AFECTADOS señalaron que hasta en tanto no conocer la realidad de la actividad del negocio en cuestión, no cejarán en su intento porque su dueña se ajuste a la explotación legal de la licencia reglamentada que trabaja, para que la tranquilidad de antaño retorne al vecindario, cuando realmente el comerciante Mario N. N. operaba el giro que amparaba tal documento como un restaurante-bar, al que acudían varias familias.
SIN EMBARGO, cuando tuvo que retirarse a su natal Durango por cuestiones muy particulares, todo cambió, desde la razón social del sitio, que antes se llamaba Restaurant-Bar Centenario, hasta el giro rojo en el que fue convertido por su actual propietario, bajo la denominación de Punto y Coma con su debida carga publicitaria, para explotarlo como vulgar y escandaloso prostíbulo, donde muchos trabajadores dejan su sueldo”.
A PARTIR de entonces la tranquilidad huyó de este otrora plácido lugar de descanso, que por los constantes escándalos, ruido infernal, pleitos que ocurrían un día sí y el otro también, llevó a varios comerciantes que radicaban en ese andador a mudar de domicilio porque ni la dueña del prostíbulo ni las autoridades municipales atendían sus quejas para que todo volviera a la normalidad.
LA SITUACIÓN se les complicó aún más, cuando vieron que los fines de semana, viernes y sábado, las autoridades autorizaban extensión de horario a Punto y Coma, que su actividad concluía hasta las 3 ó 4 de la mañana de esos días y que nadie atendía sus denuncias para que cuando menos exigieran a su dueña respetara el tiempo adicional de trabajo que le era autorizado, por el contrario eran objeto de burla y sarcasmo por parte de los policías preventivos que en ocasiones “se dignaban atender su petición”.
AHORA DESPUÉS de casi cinco años de soportar la actividad nocturna de la emborrachaduría en cuestión, esperan que por fin esas mismas autoridades dejan de lado su incompetencia e indiferencia, atiendan las instrucciones de su superior inmediato, el alcalde Francisco Javier Luévano Núñez y cumplan con sus respectivas responsabilidades y nos borren el concepto de que están al servicio de Punto y Coma, como hasta la fecha lo han demostrado.