Por Alfonso Morales Castorena
LA SITUACIÓN de intranquilidad que prevalece desde hace tiempo en la zona comercial del andador peatonal de la calle Centenario, a raíz de los escándalos constantes que se originan en el interior del prostíbulo Punto y Coma y que en la mayoría de los casos terminan en la vía pública, fue la misma que se sucede cada fin de semana, señalaron quienes aún radican ahí y quienes optaron por mudarse pero continúan con sus respectivos comercios en ese lugar.
CON LA DIFERENCIA que ahora y como consecuencia de la “limpieza” que se hiciera a la fuente construida frente a esa emborrachaduría, aquella fue utilizada por los escandalosos borrachos, y las mujeres que les acompañaban, como mingitorio particular, basurero y el recipiente ideal y a la mano para depositar sus vómitos, señalaron varios indignados locatarios.
Y ASÍ EN tanto que algunos de ellos se dedicaban a asear la construcción para evitar la proliferación de insectos, alimañas y que el ambiente fuera invadido por los malos olores que despidiera, los empleados de la empresa cervecera, proveedora de la emborrachaduría del espumeante líquido, se dedicaban a abastecer las bodegas vacías del prostíbulo.
LOS COMERCIANTES externaron su irritación por la falta de atención que se ha prestado a las fuentes que algún día fueron motivo de relevante acto inaugural, con luces de colores, sonido y el espectáculo que ofrecieron con el Socorristas del ISSEA ya nada pudieron hacer por el infortunado trabajador, que murió al frente del volante de la camioneta que conducía, ayer en la mañana agua que las bañaba, pero que ahora lucen sucias, malolientes, descuidadas y son usadas como “contenedores fijos de todo tipo de basura”.
SOLO FUERON usadas para “la foto y la pose gubernamental”, dijeron algunos, pero a partir de que “oficialmente fueron inauguradas, jamás volvieron a funcionar”.
Señalaron que incluso el equipo que las hacía trabajar “desapareció de la noche a la mañana” y desde entonces, nadie sabe el paradero de las bombas y de sus complementos.
LUEGO PARA colmo de su mala suerte, y cuando solicitaron que personal de la Secretaría de Servicios Públicos Municipales se encargara de “limpiar otra vez la fuente”, fueron enterados del deceso de uno de los trabajadores de esa dependencia “y que por esa razón no iba a ser posible atender su petición, tal vez se haría luego de que se sepultara al compañero caído en el cumplimiento de su deber”, como les informara la mujer que respondió a su llamada telefónica.
SOBRE EL caso, al indagarlo, nos encontramos que efectivamente el chofer de una camioneta propiedad del Ayuntamiento, asignada a la Secretaría de Servicios Públicos Municipales, que se llamaba Ernesto Salas y contaba con 30 años de edad, había dejado de existir al encontrarse al frente del vehículo a su cargo, en el tránsito que observaba rumbo al poniente, por la calle 20 de Noviembre, en la zona centro de la comunidad.
AL PUNTO de arribar a la esquina que esa arteria forma con la calle Cristóbal Colón, fue víctima de un paro cardiaco fulminante y quedó muerto sobre el volante del automotor que manejaba, el cual al quedar fuera de control se estrelló contra una camioneta estacionada en ese lugar y ahí terminó todo, ante el susto de su anciano compañero de trabajo, Pablo Esparza Gallardo, de 70 años de edad.
LOS SOCORRISTAS del ISSEA que acudieron en pos de auxiliarlo, solicitados por el único testigo del caso, al comprobar que el joven trabajador ya había pasado a mejor vida, dejaron el asunto en manos de las autoridades judiciales para que procedieran en consecuencia y salvo el susto que se llevara el anciano, el caso se cerró como cosa juzgada bajo el considerando que se trató de “la muerte natural de un ser humano y nada más”.