Por Carlos Alberto Sánchez Villegas *
* ¡Un Café Negro por Favor!
Para aquella mujer que ha compartido por dos años el café de mis días y tantas cosas más, gracias Cecilia.
ERA UNA noche estrellada y despejada de noviembre, Isabel se movía sin poder dormir en su cama, a su lado Antonio, su esposo, también mostraba algo de inquietud, después de 52 años de acompañarse aquellos viejos esposos habían terminado siendo uno mismo, conocían cada uno de sus rincones mutuamente, incluso los dolores que les aquejaban día tras día.
–ANTONIO ES mi imaginación o esta noche está cargada de él.
–NO, AMOR, no es tu imaginación, todas las noches de noviembre siempre vienen cargadas de su recuerdo.
A LO LARGO de su matrimonio una sola herida permanecía en el corazón de este par de ancianos, la muerte de su hijo Manuel hace más de 25 años, un joven alegre y prometedor, recién graduado como médico. Pero no todo en la vida puede ser perfecto, y así lo comprobaron Isabel y Antonio una noche cuando un timbre en la puerta a destiempo presagiaba un mal augurio.
LA NOCHE casi llegaba en aquel día de noviembre, camino a su casa Manuel cruzaba siempre aquel viejo puente sobre el río que caracterizaba su pueblo; esa tarde había algo anormal, un accidente dejó un automóvil a punto de caer por la orilla, el joven era el primero que pasaba por ahí al momento del percance, que más podía hacer, no lo pensó dos veces y se lanzó en ayuda del conductor, la rapidez del suceso no lo dejó calcular el poco equilibrio que mantenía el carro, todo fue tan rápido, casi al instante de trepar el auto este cayó, llevándose consigo al fondo del río la vida de aquel joven médico.
CADA NOCHE de noviembre el recuerdo de Manuel inunda la casa de sus padres, pero si el cielo te arrebata lo más preciado que tienes no puedes sino aferrarte a aquello que aún te queda, así lo hizo esta pareja que no se dejó consumir por el dolor; encontraron la manera de conciliar su pérdida entre los dos.
52 AÑOS atrás Antonio tenía 20 años, era un muchacho tímido pero muy trabajador que ayudaba a su padre en las labores del campo, le encantaba leer y le habría gustado seguir estudiando pero en ocasiones la vida no da para tanto. En su tiempo libre Antonio siempre rondaba el viejo café de la plaza, donde una joven hermosa atendía junto con su padre, Chabelita le decían todos en el pueblo.
CADA TARDE de la semana este joven caminaba por el frente de la cafetería intencionalmente para admirar a la joven. Un día en la tarde Antonio decidió comprar un café con algo de dinero que le había sobrado de su arduo trabajo. Los últimos rayos del sol atravesaban el cristal cuando entró al negocio.
–¡BUENAS TARDES! Me puede servir un café negro.
–CON TODO gusto joven, contestó el padre de Isabel.
LA MUCHACHA preparó la bebida al instante, aunque con un nerviosismo poco habitual en ella. La bebida resultó mágica para el comensal, quien se enamoró al instante de la forma de preparar el café la muchacha, un motivo más para idolatrarla.
LAS VISITAS de Antonio se hicieron cosa de a diario, siempre pedía su café negro, así fue conociendo más a fondo a Isabel, así entabló una gran amistad, y se ganó la simpatía del padre de ella, los días sucedían y Antonio comprendió que había encontrado a la mujer que acompañaría el resto de su vida. Se hicieron novios y a los pocos meses se casaron.
A LA MUERTE del padre de Isabel, los dos esposos se hicieron cargo de la cafetería, Antonio se fue apasionando por el negocio y por las charlas cotidianas de sus clientes, además en la casa de Isabel encontró un pequeño tesoro que valoraría toda la vida, una pequeña biblioteca compuesta de libros clásicos, que se convirtieron la pasión del joven, las noches de lectura de los dos esposos se hicieron cotidianos.
EL ACOMPAÑARSE tantos años, el ser lo único del uno al otro formó un vínculo que jamás se podría destruir, una unión que a pesar de la desgracia tuvo el poder de aliviar los terrores de cada uno. A veces después de la desgracia se puede seguir viviendo, a veces la compañía mutua salva el alma del que sufre y lamenta.
EN OCASIONES las grandes historias de amor suceden en la vida cotidiana y no en los grandes libros o historias, a veces todo comienza al pedir un simple café negro, y a veces esta bebida tiene el poder de unir dos almas por toda una eternidad.
* Amante de la Historia, de las letras y el buen café, de origen aguascalentense, sólo espera que disfrutes y te dejes llevar por el mundo que se encuentra detrás de las letras