Por Alfonso Morales Castorena
MENUDO SUSTO se llevaron las autoridades municipales al enterarse que los ganaderos se manifestarían a las puertas de la Alcaldía para exigir la intervención del jefe de la comuna, Francisco Javier Luévano Núñez, ante las autoridades correspondientes, con el fin de que mediara en la crítica situación que enfrentan por el envenenamiento masivo de sus hatos ganaderos.
BUSCAN SU intervención a la voz de ya, ante la nula respuesta de las dependencias rurales del caso, para que les ayude a recibir el pago prometido por las reses que perdieron y de esa manera resarcirse un poco del perjuicio económico que les ocasionó la muerte de sus animales.
TAMBIÉN PARA que autorice la movilización de la maquinaria pesada que se requiere en los intrincados potreros y se caven las fosas sépticas necesarias en ellos, para poder enterrar los cadáveres de los animales, tras varias semanas de haber soportado el hedor nauseabundo de la pestilencia que invadió los potreros, cuando los cuerpos de los animales comenzaron a descomponerse.
COMO LAS autoridades de la comunidad se han desatendido del problema ganadero, no se esperaban semejante golpe a su modorra laboral y en cuanto se enteraron del asunto se desperezaron, enviaron a su gente de confianza a confirmar la especie y en cuanto conocieron que “los ganaderos dejaron para otro día sus deseos de manifestarse públicamente” continuaron aletargadas y en la comodidad de sus oficinas.
PERO LOS ganaderos no cejan en sus intenciones y mañana se van a reunir otra vez en su sede de la asociación que los agrupa, de allá por el libramiento Calvillo–Jalpa, para definir las acciones que van a emprender con la mira puesta en que “se les indemnice con todas las de la ley”, como fue la promesa de Sagarpa y de Sedrae, cuyos titulares, hasta ayer, le daban largas al asunto, “porque se carece del dinero suficiente para indemnizar a todos y cada uno de los afectados por esa imprevista contingencia”.
Y HABLANDO de indemnizaciones, el secretario de Recursos Humanos de la Presidencia Municipal, José María Muñoz Martínez, nos explicó que como resultado del segundo recorte presupuestal en el Gobierno Federal los municipios del país se van a ver afectados en sus finanzas.
FUE POR eso que al igual que en el resto de los ayuntamiento “se tomó la decisión de reducir personal, pero que ese adelgazamiento de nómina quedó bajo la responsabilidad de cada encargado, titular o director de todas y cada una de las dependencias municipales, como fue el caso de la Oficina de Comunicación Social, donde se prescindió de los servicios de una secretaria.
A LA AHORA exempleada se le liquidó conforme lo marca la ley por despido injustificado, como en realidad así fue, pero obligado por las circunstancias financieras anunciadas por el Gobierno Federal, cuyo recorte presupuestal va a representar un gran boquete en las finanzas de todos los ayuntamientos del país.
SU DESPIDO no fue más que la aplicación de la instrucción recibida por el alcalde Francisco Javier Luévano Núñez para adelgazar la nómina actual y nada tiene que ver con cuestiones de índole política, pago de favores o sujeción de un capricho personal con afán de revancha alguna, agregó el servidor público.
EN OTRO orden de ideas, a nuestro arribo a la localidad nos encontramos con la triste noticia del fallecimiento de uno de sus vecinos, José de Jesús Martínez Escobar, de 34 años de edad, que viviera en la calle Nogal número 100, en la comunidad de El Temazcal y que murió el domingo pasado por la mañana, al estrellar su vehículo Toyota en el fondo de un desnivel de más de cuatro metros de profundidad, que contenía aguas negras a su mediana capacidad.
EL LABRIEGO guiaba a velocidad de órdago en un tramo recto del camino de terracería que conduce a la comunidad de El Zapote y por esa causa perdió el control del volante, proyectó su automóvil Toyota al lado diestro de la polvosa vía y el automotor, sin mando alguno, “voló” varios metros girando sobre su eje, hasta que finalmente cayó en el fondo de ese desnivel, tipo fosa de aguas negras y ahí quedó sin vida, atrapado entre los restos laminares de su vehículo, descanse en paz.