Por Alfonso Morales Castorena
FUERTES CRÍTICAS se llevaron los ganaderos de voz de Juan Pueblo, que les recriminó que por su ambición desmedida y falta de escrúpulos, en el pecado llevaron la penitencia y que ahora se dicen víctimas de su propio afán por invertir lo menos posible en la crianza de sus vacas, con la mira puesta en obtener los mayores beneficios económicos posibles, sin ajustarse a la mezcla que debe guardar la pollinaza para que su ingesta no sea veneno puro para el ganado.
DE PASO, poco les importa la suerte de la sociedad que, por ignorar la forma como engordan a sus animales, acude diariamente a los expendios de carne a adquirir la ración que sirven en sus mesas, con el riesgo latente de sufrir las consecuencias de su tozudez y ahora exigen a sus asociaciones el dinero que perdieron al envenenar a sus vacas, para “repoblar sus hatos diezmados”.
ADEMÁS AL conocerse la caída del ganado en pie, la venta de toda la variedad de productos cárnicos se vino abajo, provocaron su carestía, no solo en esta comunidad, sino en varias más del estado y hasta del vecino Zacatecas, con la consiguiente pérdida económica para los comerciantes.
LA POBLACIÓN fue alertada por las autoridades de salud pública que la bacteria del tipo butólico que contenía la pollinaza se vuele inocua a la cocción a la que es sometida la carne y ya no representa peligro alguno para el ser humano, pero los consumidores optaron por hacer a un lado ese platillo de su dieta diaria y sustituirlo por otra clase de alimento, al menos durante el tiempo que dure la veda “para no arriesgarse a sufrir las consecuencias de su ignorancia”, como lo dijeron algunos de nuestros lectores.
TALES FUERON los comentarios que se escucharon ayer en la mañana en los mercados de la congregación y en las carnicerías ubicadas en diferentes puntos de la localidad, cuyos propietarios se lamentaron por el escaso desplazamiento de carne de res que habían tenido hasta las 12 del día de ayer.
PARA ENTONCES ya los afectados se lamentaban al conocer la postura de las autoridades del ramo, en el sentido de que no liquidarán un solo centavo por concepto del seguro agrícola que los ampara en caso de enfrentar este tipo de siniestros, hasta en tanto no caiga el último de los animales envenenados y se controle a plenitud la epidemia que de pronto azotó esa parte del Valle del Huejúcar.
DE ESA FORMA vimos rostros desencajados por el desánimo que invadió a varios ganaderos, que esperaban que de la noche a la mañana la compañía aseguradora “les liquidara enseguida el monto que reclamaban por cada res muerta, independientemente de que se tratara de vientres, de vacas de engorda, de ganado productor de leche o de toros sementales, el chiste era destinar ese dinero “al repoblado de los hatos y a la recrianza de becerros y vaquillas”.
ASÍ SE LO manifestaron a su dirigente Juan de Jesús Valdivia Hernández, quien no con poco trabajo logró convencer a varios de los afectados de que se plegaran a cumplir con todos los requisitos exigidos por la aseguradora agrícola para presentar su reclamo en tiempo y forma, “pero que por la famosa burocracia gubernamental, les llevaría muchos días y tal vez meses hacer válida cada suma asegurada por res muerta”.
POR ESO los ciudadanos afirmaron que los ganaderos en el pecado llevaron la penitencia, que por cuidar los centavos descuidaron los pesos y que aún cuando se denuncie al vendedor de la pollinaza contaminada, el avicultor Jorge Gutiérrez Martín del Campo, los responsables directos de la debacle vacuna que sufrieron son ellos mismos y nada más.
INCLUSO HUBO quien señaló que aquel que es detenido por robarse una vaca, un caballo, un chivo, una borrega o cualquier cuadrúpedo rumiante es juzgado y sentenciado por incurrir en la comisión del delito de abigeato, pero que hasta ahora no conocen a nadie que sea llevado a prisión por envenenar a miles de reses.
EN TEMAS menos álgidos, el Club Juvenil de la comunidad Presa de los Serna, festejó anoche el Día del Padre en el salón Los Naranjos con ameno baile al que llamaron La Gran Noche del Tamborazo, que fue amenizado por la Banda del Valle.
LOS ORGANIZADORES ofrecieron a los asistentes una bebida que llaman “agua loca”, aparte de las tradicionales micheladas y la clásica cerveza, contaron con la debida vigilancia policiaca “para que el festejo a los padres de familia fuera todo un éxito y sin violencia alguna o de hechos bochornosos de los que luego nos podríamos arrepentir” y presumieron que todo estuvo “bajo control y sin incidentes de ninguna especie”.