Por Luis Arturo Sosa Barrón
* Terrorismo de Estado en México: El “Halconazo” del 10 de Junio de 1971
“Todo estuvo perfectamente planeado. El aviso para comenzar la agresión contra la columna estudiantil fue una bomba de gas lacrimógeno, lanzada por un granadero cuando los manifestantes entraban a la Calzada México-Tacuba… Había comenzado la matanza… Eran las cinco de la tarde, con siete minutos…”
Horacio Espinoza
EL JUEVES 10 de Junio de 1971 en punto de las cinco de la tarde con siete minutos, una manifestación estudiantil fue reprimida por un grupo paramilitar apodado “Los Halcones”. Dicha manifestación fue convocada por estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional con el fin de solidarizarse con los jóvenes de la Universidad Autónoma de Nuevo León, quienes se habían enfrentado al gobierno estatal para no perder la autonomía de su casa mater; sin embargo, pese a que el gobierno de Luis Echeverría había iniciado la “apertura democrática” tras los eventos del 2 de Octubre en Tlatelolco, la denominada matanza del Jueves de Corpus demostró que su gestión haría uso del Terrorismo de Estado, lo que vendría siendo el preámbulo a la Guerra Sucia.
EL PRESENTE texto no tiene como fin hacer aportes en cuanto a la documentación de hechos referentes a la masacre perpetrada el 10 de Junio de 1971 en la Ciudad de México por parte de grupos de choque paramilitares, puesto que se considera que, por fortuna, hay suficiente evidencia recabada el día de los hechos como para tratar de innovar en este sentido. Lo que sí busca, es invitar a la reflexión en torno a este tipo de actos perpetrados por el Estado Mexicano, puesto que tomando en cuenta los repudiables acontecimientos recientes, como por ejemplo la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa hace ya casi dos años, (1) o el conflicto con el magisterio del CNTE en estos últimos días, hacen factible preguntarnos qué tanto hemos aprendido de la historia mexicana de los últimos 60 años.
EN OTRO espacio se señalaba que: “es importante que los historiadores se hagan notar no sólo en las fechas festivas, pues el papel social del historiador no sólo es el de recordar hechos alegres, sino que el historiador tiene la obligación ética de que por medio de interpretaciones hechas lo más objetivamente posible, ayude a entender y comprender la realidad en la que se desarrolla una sociedad y con ello buscar la creación de ciudadanos críticos que no cedan fácilmente ante los embates de los que ejercen el poder”. (2)
EN EL MISMO espacio hacía la proposición de que a través de la memoria se podía evitar, como en este caso, que el Estado siga ejerciendo este tipo de actos “justificados”, pero viendo el panorama actual, considero que no hemos recordado lo suficiente, pues “¿cómo es posible que en México, un país tan marcadamente violento, con una represión que todos hemos vivido, que todos hemos padecido de alguna manera, no nos interesa reflexionar y conocer la realidad sobre los actos violentos?”. (3)
¿QUÉ SE debe entender por terrorismo de estado? Hugo Velázquez nos ofrece la siguiente definición: “El terrorismo de Estado es aquel ejercido por el poder caracterizado, por lo menos por las siguientes notas: A) Afirmación de la existencia de una ‘guerra vertical’ con un enemigo infiltrado en todos los niveles de la sociedad, cuya finalidad es la eliminación de valores aceptados como absolutos por quienes detentan el poder. B) Delimitación imprecisa de los hechos punibles y eliminación del proceso judicial para la determinación de la comisión de un delito. C) Imposición clandestina de medidas de sanción estatal prohibidas por el orden jurídico oficialmente proclamado (torturas y homicidio, entre otras). D) Aplicación difusa de medidas violentas de privación de la libertad, la propiedad o la vida, con prescindencia, en muchos casos, de la identidad del o de los destinatarios de las mismas y de los actos u omisiones de los que puedan ser responsables; la aplicación de la violencia a víctimas inocentes contribuye precisamente a reforzar la ‘eficacia’ del terror”. (4)
CON BASE en esta definición, ¿Se puede catalogar el caso del Halconazo como un ejemplo de Terrorismo de Estado? Veamos, por ejemplo, lo que Gustavo Castillo García publicó en La Jornada e día 9 de Junio del 2008: “Según consta en documentos que hoy están en el Archivo General de la Nación bajo el registro 2438, el contenido de las tarjetas fue: “Nota: la siguiente remesa, recomienda el señor regente aplicar todo el rigor del tratamiento, se trata de cabecillas. P.D.T. Para escarmiento hagan(lo) frente a los demás detenidos”. (5)
DICHOS DOCUMENTOS son parte de una serie de archivos de inteligencia, en la que se vieron ligados el coronel Manuel Díaz Escobar, subdirector de Servicios Generales del Departamento del Distrito Federal; Alfonso Martínez Domínguez, regente del Distrito Federal; el general Daniel Gutiérrez Santos, jefe de la Policía del Distrito Federal y el presidente de entonces Luis Echeverría. Hasta aquí, por el hecho de haber figuras pertenecientes al aparato estatal involucradas se podría afirmar tajantemente que efectivamente es un caso de Terrorismo de Estado.
SIN EMBARGO, para sustentar más esta afirmación, habrá que citar el testimonio de Jorge Carrillo Olea, quien fuera jefe de la Sección Segunda del Estado Mayor Presidencial entre 1970 y 1976:
“AQUEL 10 de junio en el Estado Mayor todo estaba en calma. En la residencia oficial, el presidente Echeverría sostendría una reunión de trabajo con el titular de Recursos Hidráulicos, Leandro Rovirosa Wade, y con distintos funcionarios de esa secretaría. No tenía conocimiento de más actividades o de la presencia de alguna otra persona ajena en Los Pinos.
“POCO DESPUÉS de la comida establecí contacto con el teniente coronel Enrique Salgado Cordero (compañero en el Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra) en la policía capitalina y le pedí que me notificara sobre la movilización estudiantil que se había anunciado. Yo tenía varios informantes: la SDN y los míos propios. Es regla de la búsqueda de información acudir a más de un medio. Mis reportes servían para corroborar los que comunicaba el general Gutiérrez Santos, director de Policía y Tránsito del Distrito Federal.
“LA AFLUENCIA de jóvenes se inició aproximadamente a las tres de la tarde; la marcha comenzó unas horas después y transcurrió como estaba programada. Se organizaron en las inmediaciones de la calle de Carpio y se dirigieron hacia San Cosme. Al iniciar su entrada en esa avenida los encontró un alto funcionario de la policía de la ciudad, quien con gran formalidad y respeto los conminó a abandonar su propósito, pero la recomendación fue rechazada.
“EN ESE momento me anunciaron un dato que yo ignoraba: en la Alameda de Santa María, a escasas 10 calles del cine Cosmos, principal referencia de la marcha, se encontraban cinco autobuses con personas adentro. Los vehículos carecían de identificación. Lo anterior, que pasó inadvertido en el proyecto de operación de la policía, se lo informó con enojo el general Gutiérrez Santos al general Castañeda”. (6
ES CIERTO que Carrillo Olea manifiesta haber ignorado el procedimiento, pero, pese a ser parte del Estado Mayor Presidencial, es obvio que debido a la política “conciliadora” de Echeverría, se pretendía ocultar lo mejor posible, por lo que no es de sorprender que incluso Carrillo Olea desconociera, al menos en principio, la planificación del atentado.
EN EL DOCUMENTAL Halcones, Terrorismo de Estado, dirigido por Carlos Mendoza, se muestran documentos en los que el ejército preparaba ayuda médica para los posibles heridos en le refriega, los cuales están fechados el 9 de Junio de 1971. (7) Tomando lo anterior expuesto no cabe de duda de que efectivamente se trató de un caso más de Terrorismo de Estado, sin embargo, tomando en cuenta de nuevo la opinión de Velázquez Villa: “[…] los ciudadanos [mexicanos] tenemos una posición pasiva frente a la violencia que ejerce el Estado sobre personas que, creemos, se lo merecen porque ‘son criminales’”. (8)
ESTA CONDUCTA responde a la justificación que hace el Estado, pues la violencia que ejerce tiene diversos fines, entre los que destaca el de preservar un orden establecido, pues en el caso mexicano, a los movimientos estudiantiles se les culpó de querer desestabilizar al país y de querer rasgar los bases más elementales del mexicano: la Virgen de Guadalupe, la religión y la familia, pues pese a que es cierto que muchos de los participantes tenían inclinaciones a la izquierda, se les acusó de servir al comunismo soviético.
Notas
1. El 26 de Octubre próximo, se cumplen ya dos años de esta tragedia.
2. Sosa Barrón, Luis Arturo, “Memoria, olvido y… ¿Estupidez?” en Clío al Desnudo. Disponible en http://pagina24.com.mx/columnas/2015/10/06/clio-al-desnudo-27/ (Consultado el 10-06-2016).
3. Velázquez Villa, Hugo, “Memoria, Violencia Política y Terrorismo de Estado”, relatoría del Seminario de mismo título convocado por el Centro de Formación Humana del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), impartido del 7 al 9 de Diciembre del 2011, p. 4. Disponible en https://www.iteso.mx/documents/11309/0/D-26147-5.pdf/8ce1e639-788f-41d7-893e-9b3318a2ed90 (Consultado el 10-06-2016). La pregunta planteada entonces por Hugo Velázquez sigue siendo vigente, por las razones arriba expuestas.
4. Ibídem, p. 5.
5. Castillo García, Gustavo, “El halconazo, historia de represión, cinismo y mentiras se mantiene impune” en La Jornada. Disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2008/06/09/index.php?article=018n1pol§ion=politica (Consultado el 10-06-2016)
6. Carrillo Olea, Jorge, “El ‘halconazo’ visto desde Los Pinos” en Proceso. Disponible en: http:/www.proceso.com.mx/278658/el-halconazo-visto-desde-los-pinos (Consultado el 10-06-2016). Las cursivas son mías, a su vez, considero que pese a la extensión de la cita, esta era necesaria para no alterar la coherencia del texto.
7. Mendoza, Carlos, Halcones, Terrorismo de Estado, México, Canal 6, 2006, en línea, minuto 44: 22. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=2sr_38brmxc (Consultado el 10-06-2016)
8. Velázquez Villa, Hugo, Op. Cit., p. 6.